Las estepas son formaciones características de las áreas continentales de latitudes medias donde las precipitaciones resultan insuficientes para permitir la existencia de bosques. Las más representativas se localizan en América del Norte y Eurasia donde ocupan una posición intermedia entre los bosques boreales, situados más al Norte, y los desiertos continentales, más al Sur.
Figura 7 z5. Extensión de praderas y estepas en el mundo | Figura 7 z6. Suelos negros chernozem (Rusia) |
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Entre uno y otro extremo, las estepas van perdiendo biomasa progresivamente de manera que mientras que en su límite con el bosque son áreas con una densa cubierta herbácea salpicadas, en los enclaves más favorables, por matorral y árboles, en el extremo opuesto son ya extensiones semidesérticas donde las plantas no llegan a recubrir totalmente el suelo.
Este bioma recibe el nombre de estepa (palabra de origen ruso que significa extensión cubierta de hierba) en Eurasia. En América del Norte se le denomina pradera (“prairie”) y en América del Sur, se habla de pampa.
Las estepas son propias de regiones de clima continental donde los veranos son cálidos, con temperaturas superiores a 20ºC, mientras que los inviernos son fríos o muy fríos (varios meses con temperaturas medias inferiores a 0º). Las precipitaciones son normalmente inferiores a 450 mm y se producen preferentemente en verano. Entre el final del otoño y la primavera son en forma de nieve por lo que no suponen un verdadero aporte de agua hasta el momento del deshielo primaveral.
Este clima implica la existencia de dos estaciones muy marcadas para las plantas:
- Entre la primavera y el final del verano se produce la etapa de crecimiento, reproducción y acumulación de reservas gracias a unas temperaturas favorables y a la existencia de suficiente agua para el desarrollo de los ciclos vitales.
- En cambio, entre el final del verano y la primavera las plantas tienen que detener su actividad ya que las condiciones les son excesivamente desfavorables: al final del verano a causa de la falta de agua y a partir del otoño como consecuencia del frío y de la nieve.
Los suelos típicos de estas áreas son los chernozems, suelos alcalinos producidos por una descomposición incompleta pero continua de las gramíneas dominantes, que proporciona un característico color negruzco. Son suelos muy profundos y feraces muy aptos para el cultivo. En las zonas con menor productividad la acumulación de humus es menor y éste se mineraliza más deprisa gracias a que las temperaturas resultan favorables durante más meses al año. Este hecho se traduce en la aparición de unos suelos de color más rojizo, los castanozems que denotan una menor riqueza en humus y un alto contenido en óxidos de hierro. Son alcalinos y también presentan una buena productividad (supeditada, en todo caso, a la existencia de agua).
En las áreas de estepa subdesértica, los aportes vegetales son reducidos por lo que los suelos son ricos en minerales pero muy escasos en humus y materia orgánica. Suelen tener un color pardo a blancuzco, fuertemente alcalinos, se trata de suelos pobres y bastante frágiles.
Vegetación
El paso del bosque a la pradera o a la estepa es gradual y se produce a través de una franja en la que aparece un mosaico de formaciones arbóreas y herbáceas. Al principio dominan los árboles (entre los cuales aparecen claros, cada vez más amplios, ocupados por gramíneas) mientras que, en las zonas más secas, los árboles no constituyen más que pequeñas islas rodeadas de inmensas extensiones herbáceas.
Los bosques ocupan los emplazamientos más favorables, normalmente en laderas suaves con buen drenaje y suelos permeables mientras que las superficies más llanas suelen presentar suelos pesados y mal drenados y están cubiertas por hierba, principalmente gramíneas, plantas muy adaptadas a este clima, con raíces que les permite absorber eficazmente el agua disponible, sus hojas se disponen verticalmente favoreciendo un rápido crecimiento de forma que cuando el tallo y las hojas se secan al llegar la estación seca, la planta ya ha finalizado su ciclo anual acumulando reservas en sus raíces y diseminando sus semillas.
La polinización se efectúa gracias al viento por lo que no necesitan desarrollar flores vistosas.
Junto a las gramíneas existen otras herbáceas bien adaptadas a las condiciones de la estepa: terófitas y geófitas (desarrollan bulbos, rizomas o tubérculos) como Cirsium arvense, Equisetum ramosissimum, Muscari neglectum, Calystegia sepium, etc.
Figura 7 z7. Estepas del Oeste de Kazadjistan | Figura 7 z8. Grandes llanuras norteamericanas |
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En Europa Oriental y Rusia las estepas inician su ciclo anual con la fusión de la nieve y el descongelamiento del suelo. Estos hechos permiten el rápido desarrollo de una rica flora que florece muy tempranamente en primavera. Destacan plantas de los géneros Carex, Pulsatilla, Adonis, Hyacinthus, Iris, Tulipa, generalmente geófitas que disponen de buenas reservas en sus raíces y pueden desarrollarse muy deprisa llegado el momento favorable.
A partir de junio, las flores desaparecen definitivamente y la estepa, totalmente recubierta de altas hierbas, vuelve a adquirir un tono uniforme que va cambiando a medida que transcurre la temporada: la hierba, al principio verde, va agostándose para quedar totalmente seca hasta la caída de las primeras nieves.
A medida que se avanza hacia el sur, la estepa es más seca y la vegetación va empobreciéndose. Sólo algunas gramíneas, como Stipa o Festuca siguen resultando competitivas junto a algunas otras plantas de raíces profundas. La aparición, por fin, de la artemisia o de diversas plantas halófilas marca la transición hacia los desiertos continentales.
En América del Norte aparece una pradera de hierbas altas con islas de árboles que, cuando las condiciones lo permiten, tienden a ganar terreno sobre las gramíneas. Las praderas americanas muestran una estacionalidad similar a la de las estepas eurasiáticas y, si cabe, una riqueza aún mayor: en junio florecen simultáneamente unas 70 especies y las hierbas, que miden hasta un metro, llevan sus flores hasta 2 metros de altura.
En el Hemisferio Sur las estepas ocupan extensiones mucho más reducidas que en el Norte. La superficie más importante es la de la Pampa argentina situada entre los semidesiertos andinos y de Patagonia y las formaciones tropicales sabanoides o de bosque al norte.
Figura 7 z9. Paisaje de las pampas argentinas | Figura 7 z10. Flora característica la Pampa (Cortaderia selloana) |
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Fauna
La diversidad animal, del mismo modo que ocurre con la vegetal, es reducida no aumentando significativamente más que en el entorno de los ríos o humedales. Sólo en el hemisferio Sur, donde las praderas limitan con ambientes tropicales, existe una riqueza algo más importante.
Entre la fauna más abundante destacan los grandes herbívoros (bisontes, caballos, antílopes saigas...), roedores (marmotas, perritos de las praderas, hámsteres, vizcachas...) y, sobre todo, muchas aves (avutardas, perdices, calandrias, alondras, estorninos o, incluso, grandes corredoras como el ñandú sudamericano).
Figura 7 z11. Bisontes | Figura 7 z 12. Perritos de las praderas |
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Numerosos animales se adaptan a este medio a través de pautas peculiares de comportamiento. Así, muchas especies migran estacionalmente para huir del frío o de la falta de agua siendo capaces de recorrer grandes distancias. Para ello, suelen formar grandes manadas que les permiten realizar sus desplazamientos con más seguridad a la vez que defenderse mejor de sus depredadores.
Sin embargo, los roedores no son capaces de desplazarse a grandes distancias por lo que suelen hibernar y pasar la estación fría protegidos en madrigueras subterráneas