En la Tierra, desde el punto de vista de la división biogeográfica, se acepta a nivel mundial la división planetaria en varios territorios florísticos o regiones fitogeográficas; también se denominados imperios florales que se subdividen en reinos o regiones. La Agencia Europea del Medio Ambiente ha definido once regiones biogeográficas en Europa. Para determinarlas, ha combinado diversos factores que influyen en la distribución de los seres vivos, entre los que destacan los geográficos, climáticos, geológicos, biológicos e históricos. Los espacios delimitados comprenden una gran diversidad de ambientes:
- Latitudes altas, donde se sitúan las regiones ártica y boreal, y en las que la vida se desarrolla en condiciones extremas.
- Latitudes medias, donde esos rigores se atenúan, como sucede en las regiones atlántica y mediterránea.
- Interior continental, con un clima que presenta fuertes contrastes estacionales, propios de las regiones continental, esteparia, panónica, anatólica y del mar Negro.
- Áreas europeas de alta montaña, donde se desarrolla la región alpina.
- Archipiélagos de Azores, Madeira y Canarias, donde se sitúa la región macaronésica.
La superficie ocupada por cada una de estas regiones es muy variable, siendo las más extensas la continental y la boreal. En el interior de todas ellas se pueden diferenciar numerosos ecosistemas, aunque en las más pobladas muchos de ellos han sido muy transformados por la actividad humana.
En consecuencia, la Península Ibérica forma parte del imperio holártico boreal (Holoártico), que comprende las tierras al norte del Trópico de Cáncer por todos los continentes. Los territorios españoles comprenden tres regiones corológicas o biogeográficas: eurosiberiana, mediterránea, y macaronésica.