El desarrollo de una especie se ve limitado o facilitado no sólo por factores propios de la especie, sino que también se ven influidos por una serie de factores ajenos a ella, factores externos. Estos factores son, principalmente:
a) Factores climáticos:
- La luz emitida por el Sol es la fuente de energía imprescindible para el desarrollo de la planta y su función clorofílica. Las plantas se adaptan a la disponibilidad de luz. Según esto se clasifican en:
- heliófilas, que son aquellas que sólo se desarrollan en condiciones de máxima luminosidad. La mayor parte de las hierbas pertenecen a esta categoría, pero también numerosos matorrales y árboles en sus etapas adultas,
- esciófilas, que son las que se pueden desarrollar bajo condiciones de escasa luminosidad. Constituyen, por ejemplo, el sotobosque de formaciones cerradas. Hay plantas que necesitan diferentes grados de sombra según su grado de desarrollo, como las hayas, que precisan sombra (escasa luminosidad) en sus primeros momentos de desarrollo pero que cuando crecen no sólo no lo necesita, sino que sirven para dar sombra a sus descendientes.
Figura 3 h. Especies heliófilas: Girasol | Figura 3 i. Especies esciófilas: helechos |
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- La temperatura también influye en el desarrollo de animales y plantas. El metabolismo de los seres vivos exige temperaturas dentro de unos márgenes muy precisos. Cuando la temperatura es muy baja no hay posibilidad de intercambio entre el suelo y la planta, anulando la función clorofílica y limitando la propia respiración. En cambio, temperaturas demasiado altas desnaturalizan las enzimas de las que depende el metabolismo y dañan o destruyen las estructuras moleculares y membranas celulares. Por eso, la vida es muy difícil por debajo o por encima de -10 y 50ºC respectivamente. Dentro de los límites mencionados, a los animales y a las plantas les beneficia el calor y sus reacciones metabólicas se aceleran por dos o por tres por cada 10º de ascenso de las temperaturas. A la inversa, la mayoría de ellos debe ralentizar sus funciones vitales cuando las temperaturas son bajas. De ahí que el crecimiento, desarrollo y actividad de la mayoría de los organismos dependa de la temperatura ambiente y suelan ser más importantes en las regiones cálidas que en las frías.
- Animales: existen animales como las aves y los mamíferos que disponen de mecanismos de termorregulación que les permiten mantener una temperatura corporal constante (se denominan “homeotermos” o animales de “sangre caliente”). Los demás animales, con algunas excepciones, son incapaces de regular el calor corporal, que varía continuamente (se denominan “poiquilotermos”). Algunas adaptaciones a temperaturas extremas: gruesas capas de grasa, hibernación, sudoración, etc.
- Plantas: Los vegetales no son capaces de mantener su temperatura constante, son poiquilotermos, por lo que los cambios de temperatura determinan su crecimiento y desarrollo. En general, requieren temperaturas comprendidas entre 5 y 40ºC para poder crecer. Según la tolerancia a las variaciones de temperatura, las plantas se dividen en plantas “euritermas”, capaces de aguantar una gran amplitud térmica, y las “estenotermas”, que soportan muy mal las variaciones de temperatura.
Figura 3 j. Animal homeotermo: Pingüino emperador | Figura 3 k. Animal poiquilotermos: cocodrilo |
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Figura 3 l. Planta euriterma. Castaño | Figura 3 m. Planta estenotermas. Árbol del cacao |
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- El viento actúa directamente por la propia acción dinámica de éste o, indirectamente, al modificar la humedad y temperatura del aire. Los vientos fuertes y constantes en ciertas áreas influyen en la propia morfología de las plantas, dando lugar a orientaciones o inclinaciones de las ramas o limitando el propio crecimiento vertical de la planta.
Figura 3 n. Acción del viento sobre un árbol |
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b) Factores asociados a la hidrosfera:
El agua es un componente es vital para el desarrollo de plantas y animales. Como valor medio, representa el 50% de la masa de una planta. Las funciones vitales (transpiración, respiración y clorofilica) sólo se pueden desarrollar con la presencia de agua en la planta. El volumen de precipitación determina la distribución de la fitocenosis a escala planetaria, estableciéndose una estrecha correlación entre precipitación y tipología vegetal. Además del volumen interviene también la distribución de la precipitación (estaciones de sequía y de lluvias). Las plantas absorben el agua desde el suelo a través de sus raíces, aunque existen ciertas especies cuyo aporte hídrico procede de la humedad atmosférica. Las plantas se clasifican, en función de sus necesidades hídricas, en:
- Higrófilas, son plantas que necesitan ambientes muy húmedos para sobrevivir;
- Xerófilas, se pueden desarrollar en medios áridos o subáridos,
- Mesófilas, son especies que presentan características intermedias de adaptación a la humedad.
Figura 3 o. Especie higrógofila. Estrella del agua (Nymphoides verrucosa) | Figura 3 p. Especie xerófila. Algarrobo europeo (Ceratonia siliqua) |
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En el siguiente cuadro se puede ver algunas adaptaciones de los vegetales a la disponibilidad de agua:
En cuanto a los animales, tampoco pueden vivir sin agua y, del mismo modo que hacen las plantas, disponen de adaptaciones morfológicas y fisiológicas que les permiten subsistir en medios secos limitando las pérdidas y resistiendo al máximo sin nuevos aportes. En las zonas áridas son frecuentes los animales que almacenan grandes cantidades de grasa en determinadas partes de su cuerpo (jorobas de los camellos y cebúes, cola de los corderos y reptiles, etc). Durante los periodos de escasez, estos animales van consumiendo la grasa, que les proporciona el agua y la energía necesarias, perdiendo hasta el 30-40% de su peso corporal. Al mismo tiempo, los animales reducen las pérdidas corporales reduciendo la transpiración (para lo que disponen de pieles gruesas e impermeables) y produciendo una orina muy concentrada y deyecciones prácticamente secas. No obstante, los mecanismos más eficaces para hacer frente a la escasez de agua están relacionados con el comportamiento y con la posibilidad de desplazamiento. Durante las horas de más calor la mayoría de los animales se protege del sol en sus madrigueras y en algunos casos, por ejemplo, cuando la sequía es periódica, los animales migran masivamente.
Figura 3 q. Adaptación a la sequía. Camello | Figura 3 r. El monstruo de Gila |
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c) Factores asociados al relieve:
Aspectos relacionados con el relieve como la orientación de las laderas (solana-umbría) condicionan la temperatura o la humedad, por lo que determinan la presencia de especies higrófilas (en umbría) o xerófilas (solana). Pero también la altura determina la aparición de diferentes tipos de vegetación adaptada a la bajada de temperatura con la altura, originando un escalonamiento de la vegetación denominado pisos bioclimáticos.
Figura 3 s. Pisos bioclimáticos | Figura t. Contraste solana-umbría. Pico Jabalcuz (Jaén) |
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d) Factores asociados a la edafología:
El suelo constituye un elemento esencial en el desarrollo de las plantas, especialmente. Las plantas obtienen del suelo el agua y los componentes químicos necesarios para su desarrollo, pero también éstas condicionan la evolución del suelo por lo que se establece una intensa y fuerte relación entre la vegetación y el suelo. El factor edáfico más condicionante es el pH (es una medida de la acidez o alcalinidad en los suelos). Según este factor distinguimos dos tipos de plantas:
- calcícolas que son plantas que se localizan, principalmente, en suelos ricos en calcio, por lo tanto, suelos básicos,
- silicícolas, plantas que se desarrollan en suelos silíceos, ácidos.
Figura 3 u. Planta calcícola: Rhododendron hirsutum | Figura 3 v. Planta silicícola: Rhododendron ferrugineum |
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e) Factores asociados a la actividad humana:
El factor antrópico es el más importante en la distribución de la vegetación en la Tierra. Su intervención en el mundo vegetal puede ser directa o indirecta. Las acciones directas de carácter destructivo pueden ser a través del fuego, tala abusiva de bosques, pastoreo etc. Frente a estos aspectos negativos también existen intervenciones antrópicas positivas derivadas de la repoblación de bosques con especies autóctonas y adaptadas al medio natural. Las acciones indirectas se realizan a través de la intervención en otros factores como la lluvia ácida, erosión del suelo, etc, con claro reflejo en el paisaje vegetal.
Figura 3 x. Intervención humana. Repoblación forestal | Figura 3 z. Intervención humano. Incendio |
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