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1.3 La clasificación de los seres vivos y su nombre científico

Como en toda ciencia, la Biogeografía utiliza un vocabulario específico, compartido con otras ciencias afines como la Biología, que es necesario conocer. Pero, además de ese vocabulario, es preciso clasificar, describir y ordenar a los objetos de estudio de este o de cualquier ciencia. De eso se ocupa la TAXONOMIA (del griego ταξις, taxis, "ordenamiento", y νομος, nomos, "norma"). El objetivo de la taxonomía es proporcionar una clasificación que agrupe a todos los organismos conocidos en un sistema jerarquizado de categorías, desde las más generales (“reino animal”) hasta las más concretas (individuo). Todas estas categorías, que deben ser coherentes y resultar útiles a los investigadores, reciben el nombre de “taxones”. La jerarquía de unidades taxonómicas que se utiliza habitualmente (prácticamente desde el siglo XVII con Linneo, 1707‐1788), incluye varias categorías principales entre las que pueden intercalarse otras secundarias que van precedidas por prefijos como “sub”, “infra” o “super” (“subespecie”, “superclase”…).

Figura 1 h. Taxonomía de los seres vivos. Ejemplos (CC0)

 (Para ampliar este tema ver: https://www.areaciencias.com/biologia/taxonomia-hombre/)

La taxonomía, así como su nomenclatura asociada, deben atenerse a una serie de normas. Por ejemplo:

  1. Los taxones se designan mediante nombres latinos o latinizados (aunque los términos tengan su origen en otro idioma).
  2. Las unidades elementales (individuos) deben reunirse por afinidades en un cierto número de conjuntos que, a su vez, se agrupan en conjuntos de orden superior y así sucesivamente hasta abarcar todos los seres vivos.
  3. Ningún individuo o grupo puede aparecer más de una vez en el sistema taxonómico (un animal puede ser gato o perro pero no los dos al mismo tiempo).

Las taxonomías botánica, zoológica y bacteriológica son independientes y cada una se rige por su propio código. Sin embargo, todos los seres vivos pertenecen a una u otra categoría taxonómica y tienen una única designación científica con la que son conocidos en todo el mundo con independencia del idioma de cada región.

Tradicionalmente, se utiliza una nomenclatura binominal que propuso Linneo en el siglo XVIII (y que se ha mantenido hasta hoy): cada especie animal o vegetal se designa mediante un binomio que comporta dos palabras latinas:

  • la primera designa el género (y, por tanto, es compartida por todas las especies del mismo género). Se escribe con la inicial en mayúscula (ej. Homo)
  • la segunda diferencia a la especie y suele ser un adjetivo que evoca alguna de sus características o propiedades distintivas (ejemplo sapiens, el que piensa), como el color (albus, viridis, …), el origen (africanus, granatiensis, cantabricus), etc…

El nivel taxonómico más importante en Biogeografía es el de la especie que hace referencia a un conjunto de individuos con suficiente afinidad como para poder reproducirse generando una descendencia viable. Tal definición sigue siendo útil para los animales ya que en su caso los intercambios interespecíficos son muy raros, pero en las plantas la hibridación entre individuos de especies próximas es muy frecuente y la diferenciación, que a veces resulta difícil, hace necesario incorporar otros criterios.