Básicamente la Biogeografía tiene un doble objeto de estudio:
- Establecer la correlación existente entre los diversos organismos o comunidades vivientes y los demás elementos del medio (es decir, su entorno).
El entorno varía de unos lugares a otros a medida que lo hacen el clima, el relieve, el suelo u otros factores y ello implica que los seres vivos tengan que recurrir a diferentes estrategias o mecanismos de adaptación. Este objetivo de la Biogeografía es común con la Ecología.
El conocimiento de las áreas de distribución de las especies proporciona información sobre el conjunto de las condiciones ambientales que son capaces de soportar (bioindicadores). Al resultar de una combinación de factores pueden considerarse como indicadoras de condiciones ambientales homogéneas y pueden incluso servir como unidades de descripción. Un ejemplo: el área del olivo (Olea europaea) coincide exactamente con la de las regiones de clima mediterráneo (incluso cuando el olivo se ha exportado a otras regiones del mundo).

2. Describir los agrupamientos de organismos en su composición, fisionomía y extensión.
El análisis de las relaciones que las plantas, consideradas aisladamente, mantienen con el medio suele resultar insatisfactorio ya que todos los organismos forman parte de comunidades complejas y esas relaciones con el medio se establecen a nivel de agrupamiento. Las posibilidades de un individuo aislado son diferentes de las de ese mismo individuo integrado dentro de una determinada comunidad.
El estudio de los agrupamientos de especies puede adoptar distintos planteamientos. Así, cuando se describe la fisonomía de una comunidad, hablamos de “formaciones vegetales”, que dan lugar a un determinado tipo de paisaje, mientras que el estudio de la composición del grupo permite hablar de “asociaciones vegetales”.
La formación vegetal es un agrupamiento que se caracteriza por su fisonomía. Al diferenciar formaciones vegetales lo que se hace es separar entre los distintos tipos de cubiertas vegetales: bosque, landa, matorral... términos que evocan ambientes distintos sin hacer necesariamente alusión a las especies que las componen (aunque se puede hablar de "árboles, arbustos, hierbas...", de su ritmo estacional, de los porcentajes de cubrición o de cualquier característica propia de cada formación).
Las formaciones son agrupamientos fisonómicos definen el paisaje y determinan las actividades humanas (a la vez que las reflejan). Son fáciles de visualizar y de cartografiar ya que presentan límites netos. Por otra parte, las formaciones evolucionan rápidamente modificando sus límites o transformándose en su totalidad (por ejemplo, cuando una plantación sustituye a un bosque o cuando determinadas actividades destruyen la cubierta vegetal).
Figura 1 d. Ejemplo de formación vegetal: garriga | Figura 1 e. Ejemplo de formación vegetal: landa |
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La asociación vegetal se define a partir de la composición florística del conjunto mucho más que por su fisonomía. Así, por ejemplo, en un bosque de hayas (en un “hayedo”) los árboles dominantes pertenecen a esta especie pero junto a ella se encuentran otras muchas conviviendo unas junto a otras y relacionándose en mayor o menor medida entre sí. La identificación, descripción y comparación de las asociaciones vegetales es el objeto de estudio de la Fitosociología, rama de la Biología.
Figura 1 f. Asociación vegetal: árboles caducifolios y coníferas | Figura 1 g. Hayedo (hayas y helechos en asociación) |
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Ambos conceptos se utilizan habitualmente en Biogeografía por lo que tenemos que ser capaces de identificar al menos los constituyentes esenciales de cualquier agrupación (especies arbóreas, arbustivas y herbáceas particularmente representativas).