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7.2 Los bosques mediterráneos

Los ambientes mediterráneos constituyen entornos de transición entre las regiones templadas y las tropicales a la vez que entre las húmedas y las áridas. Aparecen alrededor del mar Mediterráneo, pero también en el Sur y el Suroeste de Australia, en California, Chile y África del Sur, siempre entre 30 y 40º de latitud en la fachada occidental de los continentes y coincidiendo estrictamente con el clima del mismo nombre.

Figura 7 l. Extensión de los bosques mediterráneos Figura 7 m. Paisaje mediterráneo

Dada su situación y carácter de transición, coexisten en los entornos mediterráneos especies tropicales y de zonas templadas junto con otras exclusivas del área y que son fruto de la evolución holocena y la fuerte impronta humana reciente.

El factor más determinante de este medio es el clima, caracterizado por tener una estacionalidad, con un invierno no muy frío, equinoccios muy suaves y relativamente húmedos y un verano muy tórrido y seco. Conforme nos alejamos de la costa, los valores se continentalizan y la amplitud térmica aumenta mucho. 

Las precipitaciones anuales varían mucho y pueden ir entre los 400 y los 800 mm de media, si bien estas cifras descienden hasta los 200- 250 mm en los límites del desierto o ascienden hasta más de 3000 mm en las áreas de montaña más expuestas a los vientos húmedos. Además, estas precipitaciones se producen durante un escaso número de días al año y, en ocasiones, lo hacen en forma torrencial. Esto hace que durante el verano se genere un intenso déficit hídrico que causa un fuerte estrés en los seres vivos.

En estas regiones, la edafogénesis es menos eficaz que en otras áreas ya que además de ralentizarse mucho durante el invierno a causa de las bajas temperaturas, se detiene casi totalmente en verano como consecuencia de la falta de agua. Entre los suelos más habituales de los medios mediterráneos pueden destacarse dos grupos:

  • Tierras pardas mediterráneas, son suelos parecidos a los de las regiones oceánicas, de los que son una variante,
  • Suelos rojos (en italiano “terra rossa”). Se forman sobre sustratos tanto calizos como silíceos.

En las áreas mediterráneas los ciclos biológicos anuales presentan cuatro etapas diferenciadas que corresponden, más o manos, a las cuatro estaciones astronómicas:

  • La primavera (abril-junio) es el período más favorable para la floración y el desarrollo de las plantas y animales.
  • El otoño es breve (octubre-noviembre) pero también es favorable a la vegetación gracias a sus suaves temperaturas y a las precipitaciones.
  • El invierno registra temperaturas relativamente bajas (más bajas conforme subimos en latitud) que obligan a las plantas a adoptar un segundo periodo anual de reposo. En las zonas costeras el invierno es más suave lo que permite continuar la vida de plantas y animales sin interrupciones.
  • En verano, el calor (más conforme descendemos en latitud) y la sequía limitan el desarrollo de las plantas, teniendo que desarrollar diversas adaptaciones a estas condiciones de falta de agua (como, por ejemplo, reduciendo el tamaño de las hojas de los vegetales hasta llegar a convertirse en acículas). Entre las herbáceas abundan las terófitas y las geófitas, plantas capaces de completar sus ciclos vitales antes de la llegada del verano y cuando llega éste, se agostan, pero quedan sus semillas listas para germinar pasada esa estación, mientras que las segundas ralentizan su actividad y superan la estación desfavorable viviendo de las reservas acumuladas en sus bulbos.
Figura 7 n. Encina Figura 7 ñ. Alcornoque

Respecto a las especies vegetales predominantes, en Europa la especie más extendida es la encina (Quercus ilex rotundifolia), juntoa ella, el alcornoque (Q. suber), que se impone en regiones subhúmedas de inviernos suaves y sustrato silíceo, o la coscoja (Q. coccifera) que, a la inversa, compite ventajosamente en las áreas más secas. En las áreas con suelos más pobres o los sustratos arenosos dan paso a varios tipos de pinos muy resistentes y típicamente mediterráneos como el carrasco (Pinus halepensis) o el piñonero (P. pinea).

El encinar típico es un bosque también estratificado que consta de tres niveles:

  • un estrato arbóreo prácticamente monoespecífico con una densidad de individuos que varía, sobre todo, en función d ela disponibilidad de agua.
  • un estrato arbustivo con especies como el boj (Buxus sempervirens), lentisco (Pistacia lentiscus, P.terebinthus), algarrobo (Ceratonia siliqua), madroño (Arbutus unedo), acebuche (Olea europaea), rosal (Rosa spp.), etc.
  • un estrato herbáceo, poco denso, con Ruscus acculeatus, Rubia peregrina, Asplenium, Asparagus, Carex, etc.
  • Normalmente el estrato muscinal no existe.
Figura 7 o. Encinar climácico Figura 7 p. Lentisco

Las regiones mediterráneas incluyen una enorme variedad de biotopos y riqueza de especies, en función de factores bioclimáticos, que podemos resumir de la siguiente forma:

  • En los lugares más cálidos se incluyen taxones pertenecientes a grupos propios de latitudes bajas, como el palmito (Chamaerops humilis) y la palmera cretense (Phoenix theophrastii).
  • En las montañas situadas al Norte, más húmedo, por encima del piso del encinar aparece otro caducifolio o semicaducifolio a base de rebollo (Quercus pyrenaica), quejigo (Q. faginea), y por encima de éste, pueden aparecer especies caducifolias como las hayas y robles o las coníferas propias de los climas fríos (Pinus sylvestris, P.uncinata) o por abetos en los Alpes Marítimos (Abies alba, Picea abies).
  • Las montañas meridionales son mucho más secas, no aparecen especies frondosas y se pasa directamente al de coníferas: en las Béticas reaparece el pinsapo (Abies pinsapo), en el Atlas o Monte Líbano los cedros (Cedrus atlantica, C.libani) y en otros lugares diversas especies de pinos
  • Cuando la aridez es marcada, la vegetación arbórea se limita a una discontinua cubierta de enebros y sabinas, coníferas muy sobrias y resistentes tanto al frío como a la sequía.
  • En determinados valles y altiplanos interiores, más secos y extremos térmicos más acusados, aparecen formaciones esteparias, que pueden ser naturales o de origen antrópico.
Figura 7 q. Escalonamiento de la  vegetación en las áreas de montaña mediterráneas Figura 7 r. Formación vegetal esteparia (Monegros, Zaragoza)

La cuenca mediterránea es una de las regiones más transformadas de la tierra y se puede considerar que en ella prácticamente no existen bosques primarios. Estos bosques han sido sustituidos por formaciones vegetales más o menos naturalizadas que, a pesar de ello, contienen una importante biodiversidad. Este es el caso de la formación típicamente mediterránea, la dehesa, resultado del aclarado del encinar para su aprovechamiento ganadero. Otros casos de formación de sustitución son la maquia y la garriga.

Figura 7 s. Esquema de degradación del bosque mediterráneo Figura 7 t. Dehesa extremeña
  • La maquia es una formación de matorrales y arbustos, sin árboles, muy densa e impenetrable pese a contener algunos claros intercalados. Suele componerse de plantas con pocas necesidades de agua (esclerófilas) como la jara, el brezo, lentisco, la retama…Es más habitual en suelos silíceos. Suele considerarse como consecuencia de talas e incendios repetidos.
  • La garriga es mucho menos densa y con zonas descubiertas (es un grado mayor de deterioro),  ocupa terrenos más áridos, suele componerse de plantas aromáticas (romero, espliego, tomillo, cantueso…) junto a vegetación herbácea y pies de encinas o coscojas (chaparral). Suele darse en terrenos calcícolas. Si la degradación de la garriga continua, puede dar lugar a la formación de tomillares y espartales, ambientes esteparios de transición hacia los paisajes de climas áridos (aunque, en este caso, su origen no sea estrictamente climático).
Figura 7 u. Maquia Figura 7 v. Garriga

Fauna

Las regiones mediterráneas proporcionan a la fauna una fitomasa moderadamente abundante a lo largo de todo el año, si bien, la sequía veraniega es muy estresante para la fauna lo que la obliga, en muchas ocasiones, a buscar agua a los pocos humedales que persisten. En general, podemos decir que existe una elevada zoodiversidad, con una considerable proporción de endemismos.

Algunas de las especies más significativas son los Insectos (moscas, saltamontes, mariposas, avispas...), roedores (ratón de campo, la rata), lepóridos (conejo o liebre), jabalíes, ciervos y corzos, aves (lechuzas, cárabos, milanos, águilas, buitres), reptiles, zorros, lobos o linces.

Figura 7 w. Niveles tróficos en el bosque mediterráneo Figura 7 x. Lobo
Figura 7 y. Víbora Figura 7 z. Liebre