Figura 6. Extensión de tundra (A) y la taiga (B). |
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En las latitudes altas, el frío y la falta de luz durante el invierno son dos factores muy limitantes para la vida en estas latitudes. Los animales se adaptan más fácilmente ya que poseen la posibilidad de desplazarse hacia áreas menos frías (migraciones, ver figura 6 a) o protegerse en refugios naturales, ralentizando su ritmo de vida (hibernación) o cubriéndose con gruesas capas de grasa que funcionan como aislante natural.
En cambio, las plantas, que no pueden desplazarse, tiene que desarrollar otras estrategias frente al frío y la escasez de luz que impide la fotosíntesis. A estos factores se une la aridez derivada de la congelación del agua existente o del mismo suelo durante gran parte del año. Las adaptaciones de las plantas a estos inconvenientes derivados del frío son diversas, como, por ejemplo:
- Reducción del tamaño de las plantas (dominan las plantas rastreras y de bajo porte) (Figura 6 b. Abedul enano)
- Reducción del tamaño de las hojas para adaptarse a la escasez de agua.
- Reducción de su ciclo vital al verano.
- Multiplicación vegetativa (normalmente mediante la propagación de sus rizomas o bulbos) como forma predominante de reproducción.
Figura 6 a. Adaptación al frío: Migración | Figura 6 b. Adaptación al frío: Abedul enano |
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Desde un punto de vista biogeográfico, estos ambientes pueden agruparse en cinco grandes conjuntos:
1. Áreas permanentemente cubiertas de hielo.
2. Los desiertos polares.
3. La tundra.
4. El bosque boreal o taiga.
5. Los mares polares.