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e) Ampliación
Ejercicio 1
"En época de crisis se suelen oír comentarios pesimistas, y uno de ellos es el que preconiza el final de la industria en España. Puede parecer un comentario tremendista, sin embargo algo de razón tienen los que opinan así La industria textil prácticamente ha desaparecido; la principal industria automovilística está en manos extranjeras, y en más de una ocasión la empresa propietaria ha amenazado con trasladar los centros de producción a los antiguos países del Este. Solo el esfuerzo económico del Gobierno (es decir de todos los españoles) lo ha impedido por el momento; la industria metalúrgica ya tuvo su reestructuración; la industria química está siendo acosada por cuestiones medioambientales y sanitarias, y muchas de ellas no podrán seguir fabricando en España ni en Europa; solo la industria alimentaria y la farmacéutica parecen no estar afectadas.
Los motivos por los cuales la situación en algunos sectores es tan crítica son diferentes, pero al final todo está relacionado con la competitividad, a excepción hecha de los casos ya relatados de la protección del medio ambiente y de la salud.
De los países asiáticos y concretamente de China se exportan cada vez más productos, ropa, juguetes, productos químicos, piezas para recambios... La mayoría de estos productos se fabricaban en España hace solo algunos años.
¿Pero por qué no somos competitivos? Básicamente porque nuestros costes de producción son mucho más elevados que los de estos países. España en su momento resultó muy atractiva para los países más desarrollados porque instalar una industria en nuestro país representaba obtener productos con unos costes de producción mucho más bajos que las de su propio país. Hoy en día esto ya no es así.
Las empresas que están en España tienen que cumplir con una serie de requisitos para poder realizar su actividad. Estos requisitos, que por otra parte en la mayoría de los casos son necesarios, contribuyen a encarecer los costes de producción. Asimismo los costes salariales también se han incrementado en los últimos años. En lo referente a la calidad de los productos (y en algunos casos este aspecto no parece ser tan relevante, pero hoy en día ya nos hemos acostumbrado a que para el consumidor), las cosas antes duraban más, pero hoy en día ya nos hemos acostumbrado a que duren menos.
¿Estamos asistiendo a un nuevo ciclo de reconversión industrial? Podría ser que así fuera y si esta situación desgraciadamente se confirmase, el país se enfrentaría a una crisis mucho más grave que la que estamos empezando a sufrir por la caída del sector inmobiliario.
Sin embargo tengo la esperanza que tanto el Gobierno como las empresas afectadas reaccionarán. El Gobierno debe tomar medidas para evitar que la competencia sea desleal, porque no parece demasiado coherente obligar a las empresas del país a cumplir una serie de normas laborales, medioambientales o sanitarias mientras se facilita la importación de productos que se han fabricado incumpliendo todas estas normas. Otra consecuencia negativa para la economía del país es que debido al incremento desmesurado de la demanda de petróleo de países como China, el precio de este producto se ha disparado de forma extrema.
Para acabar y como signo de optimismo, considero que las empresas del país siguen teniendo un amplio margen de maniobra para mejorar su competitividad (reducción del absentismo laboral, especialización, mejora en los procesos productivos, mejora en la calidad del servicio, etc.)".
BENEDICTO, A.: "Luces y Sombras sobre la Industria española", www.noticias.com, Opinión, 06-2008
Lee el texto y contesta a las preguntas:
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Señala las ideas principales del texto, y elabora un resumen de no más de tres líneas.
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Indica por qué, según el autor, tienen algo de razón los que hablan del fin de la industria en España.
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Para el autor, ¿es la industria española competitiva? ¿Por qué?
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¿Qué "luces" aporta el autor sobre la industria española?
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¿Piensas que hay más luces que sombras sobre la industria española o al revés? Justifica tu respuesta.
FUENTE: MÉNDEZ, R.; GUTIÉRREZ PUEBLA, J.; OLCINA, J.; PÉREZ-CHACÓN, E. (2009): 211
Ejercicio 2
2015: el año en el que la moda "eco" sedujo al "fast fashion"
La moda sostenible empezó a tomarse en serio en 2015, [...] surgiendo ejemplos que demostraron que la moda ética, eco o green ha dejado de ser un coto privado de marcas muy especializadas para empezar a calar en las estructuras de los gigantes de la moda. En este aspecto, compañías como Inditex, H&M, Gap, Adidas, Nike, PVH, Bestseller, VF o Levi Strauss [...] han empezado a unir fuerzas en distintas plataformas con otros agentes económicos y sociales para mejorar las condiciones laborales y medioambientales de sus cadenas productivas.
La moda empezó a hablar de sostenibilidad en las décadas de los ochenta y los noventa, pero no ha sido hasta ahora cuando las grandes compañías del sector han empezado a implicarse en ello. No obstante, la llegada de los gigantes a la moda sostenible también genera muchas dudas. La primera |...] cómo el fast fashion hará compatible su modelo de negocio, basado en la rotación constante de prendas, con la sostenibilidad. Según los expertos, la sostenibilidad implica un replanteamiento total del sistema, en el que primen otros valores y en el que el éxito no se vincule al crecimiento. [...]
S. RIERA, www.modaes.es, 21 de diciembre de 2015
Comenta el siguiente texto y realiza las actividades:
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Explica el concepto fast fashion.
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Enumera cómo hacer sostenible y ecológica la industria de la moda.
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Explica cómo, dónde y en qué condiciones suelen fabricar las grandes marcas.
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¿Por qué el fast fashion puede colisionar con el concepto eco?
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Termina explicando las consecuencias que tendría este modelo productivo y las causas que han llevado a plantearlo.
FUENTE: LURI IBORRA, V.; LUZÁN SUESCUN, R.; PONS IZQUIERDO, J. (2016): 197
Ejercicio 3
Mango es una empresa de moda y confección que tiene su sede en la provincia de Barcelona, donde se encuentra el departamento de diseño, patronaje y de distribución. En la planta de diseño trabajan 200 personas que producen unos 2000 diseños por temporada; a ellos cabe añadir patronistas, especialistas en tejidos, controladores de calidad y estilistas. Las ropas que se van a usar se analizan en un laboratorio de Alcoy para detectar cualquier sustancia que pueda ser perjudicial para la salud. Seguidamente, los materiales se envían para su confección a China, Turquía y Marruecos. Cuando las piezas que se fabrican vuelven a la sede central pasan un control de calidad y mediante un engranaje inteligente informatizado cada hora se distribuyen 30000 piezas en cajas destinadas a abastecer las 1042 tiendas que la empresa mantiene en 89 países.
Esta empresa produce 100 millones de piezas por año y siempre está atenta a las modas y a las tendencias y gustos de cada mercado. Cada noche recibe un informe de cada una de las tiendas para saber las preferencias de los clientes y recibir los pedidos. Un 40 % de la producción puede ser muy flexible, de manera que, según las ventas, las piezas son rápidamente fabricadas y distribuidas. Mango produce lo que vende, no produce por si se vende. La relación calidad y precio medio, la globalización de los gustos y las modas, y la rapidez con la que la empresa se adapta a la demanda han hecho de Mango una marca conocida a nivel mundial.
Lee atentamente el texto y contesta a la siguiente cuestión:
- a) Justifica esta frase: Esta empresa no sería posible sin la globalización cultural y económica que caracteriza el mundo de hoy.
FUENTE: ALBET MAS, A.; BENEJAM ARGUIMBAU, P. (2009): 132
Ejercicio 4
Uno de los efectos perniciosos de la crisis actual es que absorbe peligrosamente los esfuerzos de empresas y gobiernos en el corto plazo y nos impide pensar como sociedad en el largo plazo.
Sortear los obstáculos que la crisis plantea a corto plazo resulta esencial, pero si no reflexionamos al mismo tiempo sobre el largo plazo, corremos el peligro de salir de una crisis para entrar en otra.
Esta reflexión es especialmente necesaria al observar a las empresas industriales en Europa y en España, en particular. La crisis económica ha generado una caída de la demanda en muchos sectores. La industria en el mundo lo está sufriendo. El desempleo crece. Estos son hechos.
Pero no se puede afirmar, como se dice en algunos foros internacionales que estamos viviendo “the end of manufacturing” (“el final de la industria”). Esta es una afirmación simple y poco matizada. No olvidemos que hemos vivido episodios similares de crisis económicas acompañadas de crisis industriales en las décadas de los años 70, 80 y 90.
Es verdad que cada crisis es diferente, pero de aquellas crisis hemos aprendido, al menos, dos cosas. La primera es que es posible salir de ellas en un plazo breve si se aplica una política económica razonablemente buena, con medidas de estímulo de la demanda y de mejora de la oferta. Su implantación rápida ayuda, además, a recobrar la confianza.
La segunda es que bastantes sectores deberán reestructurarse para adaptarse a las nuevas circunstancias, con la idea clara de que la mayoría de empresas tiene futuro. El mundo seguirá necesitando de productos fabricados por empresas: la cuestión es quién los fabrica y dónde. Este es el enfoque correcto con el que debemos hoy mirar a la empresa industrial: un enfoque que destaca sus fortalezas, pero que estimula a adoptar las mejoras de productividad necesarias para competir a nivel mundial.
En el debate sobre la empresa industrial en Europa y en España estamos confundiendo dos cosas: la caída de la demanda –y el exceso de capacidad que esto supone a corto plazo– y la supuesta incapacidad para competir a nivel internacional. El primer dato es cierto; el segundo, hay que probarlo y depende no sólo de cada sector, sino de cada empresa en particular.
Recordamos que en los años 80, en plena crisis económica y con el inminente acceso de España en la UE, muchos expertos predijeron que la industria española desaparecería al entrar en Europa. No fue así, pues empresas y gobiernos hicieron, en general, un buen trabajo. Ocurrió lo mismo en los años 90, con las crisis de la primera mitad de la década y, después, con el acceso al euro. Ninguna de esas previsiones agoreras se cumplió. Es cierto que algunas empresas desaparecieron, pero otras se fortalecieron y se crearon nuevas empresas.
Posiciones de liderazgo
En aquellos momentos, ninguna de las grandes empresas españolas hoy en posiciones de liderazgo a nivel internacional tenía esa proyección hace quince años. Simplemente, nuestro tejido empresarial era más pobre. Y muchas empresas medianas, hoy campeonas de la internacionalización y la innovación en España, en sectores tan diversos como farmacia, alimentación, textil, infraestructuras, siderurgia, ingeniería aplicada, equipos médicos, o moda no eran más que pequeñas empresas con problemas serios para sobrevivir.
El sector del automóvil ofrece un ejemplo claro de esa transformación. El exceso de capacidad de los años 1992-1995 fue tan enorme como el que tenemos hoy, con una caída colosal de la demanda, y, además, con un factor agravante en los años 90: muchas plantas en Europa eran poco productivas u obsoletas. Hoy no es así. El sector en bastantes países, España entre ellos, ha hecho los deberes. El sector en Europa hoy está mucho mejor que en Estados Unidos.
En el caso de España, las empresas tienen costes laborales absolutos más bajos que los estándares europeos, productividades razonables, buena capacidad de gestión, sindicatos que, mayoritariamente, actúan responsablemente, e, incluso algunas de las mejores plantas de los grandes fabricantes europeos están en España. Lástima que nos fallan los costes logísticos por las limitaciones de algunas infraestructuras ferroviarias y de autopistas; pero esto se podría arreglar si las administraciones públicas ponen más de imaginación y esfuerzo para apoyar el desarrollo logístico que la empresa española necesita para su proyección internacional.
La capacidad de las empresas para competir a nivel internacional depende, entre otros factores, de los costes y de la productividad. Cuando se hacen estudios sobre competitividad se destaca el alto coste laboral en Europa, pero estos costes constituyen sólo una porción –en muchos casos, pequeña– de los gastos de fabricación o venta de un producto. Además, la comparación de costes absolutos entre empresas o países sólo es relevante si, además, se tienen en cuenta indicadores de la productividad, como el coste por unidad producida.
Administración y productividad
Hay dimensiones de la productividad que dependen de la capacidad de gestión y de innovación de las empresas, y este es un campo en el que se debe mejorar. Sin embargo, los problemas principales a los que se enfrentan las empresas en muchas ocasiones dependen de las administraciones públicas.
La lista es conocida: las empresas no encuentran profesionales cualificados, la calidad de la formación y los hábitos de trabajo que el sistema educativo fomenta son deficientes, los costes de transporte de mercancías son desproporcionadamente más caros que en otras ubicaciones europeas, el suelo industrial en zonas mejor comunicadas es muy limitado y caro, la regulación en algunos sectores no favorece la inversión a largo plazo y las políticas medio-ambientales prescinden en ocasiones de pensar que una sociedad sostenible necesita empresas eficientes.
La suerte que tenemos es que el mundo necesita la industria y que España aún puede competir en la mayoría de ellas. Los problemas descritos son solubles, pero las administraciones públicas deben trabajar con inteligencia y celeridad, en colaboración con empresas y sindicatos, para buscar acciones que mitiguen los efectos negativos inmediatos –las políticas de estímulo de la demanda se inventaron para esto–, al mismo tiempo que ponemos los medios para salir de la crisis fortalecidos, mediante políticas de oferta que permitan reestructurar y fortalecer ciertas industrias.
La empresa española en general, y la empresa industrial en particular, emergió de la crisis de los años 1980 y 1990 más fuerte y competitiva. Las empresas hicieron los deberes, los sindicatos actuaron responsablemente, y los gobiernos escucharon y tomaron medidas decididas y sensatas.
Creo que hoy en España las empresas y los sindicatos quieren ayudar, pero iría muy bien que el gobierno tomara un liderazgo más activo en el proceso, escuchando, formando consensos, actuando, y creando un poco de ilusión sobre el futuro. Si lo hacemos así, aún estamos a tiempo de crear un entorno razonable para el mundo empresarial en los próximos años y pondremos los cimientos para el desarrollo de empresas más sólidas y la creación de nuevos puestos de trabajo en la industria y en el resto de la economía.
CANALS, J.: Un futuro para la industria española, Expansión, 24 de marzo de 2009
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- Lee detenidamente el texto del artículo y haz una breve síntesis sobre las opiniones de este autor sobre el futuro de la industria española en ese momento histórico.
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