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7.1.1 Perspectiva regional: Europa.

Figura 46. Distribución de la población mundial

La población del mundo solo puede analizarse desde una perspectiva regional, puesto que existen fuertes contrastes regionales y las viejas categorías como Norte-sur, países desarrollados-subdesarrollados o centro-periferia, ya no sirven para explicar la realidad actual.  A continuación vamos a analizar las principales áreas económico-demográficas del mundo.

1. Europa: desarrollo económico y social, urbanización, envejecimiento, pérdida de vitalidad demográfica e inmigración.

Europa es el cuarto continente más poblado con 748 millones de habitantes en 2022, lo que representa el 9,5% de la población total del mundo pero asume el 25% de la economía mundial. Por regiones, la población se distribuye de la siguiente manera: Europa  del  Norte, 98  millones; Europa del Sur, 154 millones; Europa Occidental, 190 millones; Europa Oriental,  296  millones. Rusia también se cuenta entre los estados europeos y aunque sólo el 23% del territorio de Rusia está en Europa, es el hogar del 85% de la población. Moscú también se encuentra al oeste de los Montes Urales, que forman la frontera entre Europa y Asia. Turquía, que tiene una parte de su territorio en Europa, se integra regionalmente dentro del Próximo Oriente.

El mayor grado de concentración aparece en sus áreas más desarrolladas (sector del Mar del Norte, 150 millones de habitantes, Norte de Italia, las áreas metropolitanas de París y Londres y la confluencia del Rhin y del Maine). El resto del subcontinente europeo  presenta densidades y concentraciones menores, definidas por aglomeraciones urbanas más aisladas 

Figura 48. Densidad de población en Europa

En amplias zonas del sur y Norte, las densidades son realmente muy bajas, aunque por diferentes motivos, tanto históricos como ambientales.

Desde la perspectiva demográfica Europa se presenta como un conjunto  de  países  demográficamente  estancados  (su  tasa  de  crecimiento demográfico está por debajo del 0,1%  anual), envejecidos y definitivamente instalados en la llamada “segunda  transición demográfica”.  La caída de la fecundidad  en  las  últimas  décadas  no  asegura  actualmente  en  ningún  país,  el 
reemplazo generacional, a la vez que da lugar a un fortísimo y sostenido envejecimiento por la base de la pirámide, que se suma al  que el alargamiento de la esperanza de vida provoca en la cúspide. 

figura 49. Los cambios en la estructura demográfica en Europa (años 1950, 1980 y 2010). Fuente: Pedro Reques Velasco

La edad media es de 44 años, con una población joven en retroceso, disminución de la tasa de natalidad, disminución de la tasa de fecundidad, aumento de la edad media de la mujer en su primer nacimiento (29 años) e incremento de la esperanza de vida, especialmente, en las mujeres.

Todos estos hechos están llevando a esta región a una situación de implo­sión demográfica y, si no fuera por los procesos de inmigración, a una progresiva despoblación. 

Desde la perspectiva social y económica el espacio europeo aparece definido por una sociedad moderna y compleja, cada vez más  terciarizada en cuanto a su actividad económica y en la que la mujer juega en todos los planos (económico, social, demográfico…) un  papel cada vez más relevante, tanto por su alto grado de desarrollo educativo como por su decidida –y decisiva participación en el  mundo laboral. 

Otras características demográficas de la población europea es su gran movilidad, el incremento general de la inmigración, fuerte despoblación de la áreas rurales y crecimiento de las ciudades intermedias frente a las grandes urbes.

El futuro demográfico de Europa estará determinado por las consecuencias del envejecimiento: mercado laboral, pensiones,  asistencia social, salud, productividad, vivienda, consumo… se verán modificadas por este importante factor estructural. 

Finalmente, tenemos que hacer referencia a las diferencias geográficos entre el Norte y el sur de Europa, tanto a niveles económicos como sociales y asistenciales. Es preciso reducir las diferencias entre estos ámbitos para crear más cohesión dentro de las propias fronteras Europeas para hacer frente a los grandes y graves retos que afectarán a este continente en las próximas décadas.

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