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5. Movimientos migratorios

Editorial Santilla

Los movimientos de población en el espacio se denominan migraciones y son decisivas para conocer el crecimiento real. La salida de efectivos, o emigración, de su lugar de origen, repercute negativamente en el crecimiento natural porque hace descender la fecundidad y aumenta la mortalidad por envejecimiento de la población que queda. La inmigración o llegada de población a un lugar de destino favorece el crecimiento natural, ya que aumenta la natalidad y desciende la mortalidad. El balance de emigración e inmigración se denomina saldo migratorio.

Las migraciones han sido, desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad, uno de los factores más decisivos en la evolución pasada y en la situación actual, tanto de la distribución espacial como de la estructura y el total de la población española. Por un lado, la emigración exterior alivió en determinados momentos la relación entre la población y los recursos que, en ciertas regiones, alcanzó niveles límite, y a la que contribuyó, sobre todo, la más reciente emigración a Europa; esta financió, en los años sesenta y setenta, una parte sustantiva de nuestro desarrollo económico. Por otro lado, las migraciones interiores, por su intensidad y su incidencia en el creci miento, han sido responsables directas de la desequilibrada distribución de la población actual en España, así como de las desigualdades regionales e intrarregionales en las estructuras y comportamientos demográficos.

Las razones que mueven a las personas a desplazarse pueden ser muy diversas. Por ello, se alude a un contexto económico-social. En general, se está de acuerdo en que existe una motivación económica: la búsqueda de un empleo en otro lugar, que permita mejorar la situación económica y, en consecuencia, las condiciones de calidad de vida y bienestar social. Además, cada etapa presenta sus propias características en cuanto a condiciones sociales, económicas o políticas que influyen en el proceso.

5.1. Migraciones interiores tradicionales

Las migraciones interiores tradicionales tuvieron lugar entre el último lugar del siglo XIX y la crisis económica de 1975; alcanzaron un volumen muy elevado, afectando a más de 11 millones de personas, sobre todo en el periodo 1951-1975 (6,1 millones), coincidiendo con el mayor auge del éxodo rural y estuvieron motivadas por cuestiones laborales. Los protagonistas eran, sobre todo, jóvenes con bajo nivel de cualificación. Además, fueron unidireccionales mayoritariamente entre el campo y las grandes ciudades industrializadas o de servicios, localizadas casi siempre en otras provincias o regiones.

5.1.1. Tipología de migraciones interiores tradicionales

Silvestre Rodríguez, J; Fernández Cordón, J.A. y otros (Anaya, 2016)

En definitiva, podemos estructurarlas en dos tipos principalmente:

  • a) Las migraciones estacionales y temporales tuvieron su auge entre el último tercio del XIX y la década de 1960, y se emprendían con intención de retorno. En unos casos eran desplazamientos estacionales a otras áreas rurales para realizar labores agrarias en una época en la que el campo estaba poco mecanizado (siega, vendimia, recolección de aceitunas). En otros casos eran desplazamientos temporales a la ciudad en las épocas del año en las que el campo exigía menos trabajo, para realizar tareas no agrarias en la construcción, la industria o los servicios.

  • Memoria histórica. Escena campesina. en Huesca, 1925

    b) El éxodo rural tuvo lugar entre finales del siglo XIX y 1975. Es una migración entre áreas rurales y urbanas con carácter definitivo o larga duración. Su motivación principal fue conseguir trabajo e ingresos más altos; aunque también influyó la posibilidad de encontrar en las ciudades mejor nivel sanitario, cultural y de ocio y mayor libertad personal. Los emigrantes procedían de zonas atrasadas de Galicia, el interior peninsular y Andalucía oriental. Se dirigieron primero a los núcleos industriales de Cataluña, el País Vasco y Madrid, y más tarde también a las nuevas áreas industriales del Mediterráneo y el valle del Ebro y a las zonas turísticas de Levante, Baleares y Canarias. 

5.1.2. Evolución histórica

Anaya, 2016. Entre 1900 y 1940, la migración interior se dirigió a un núme ro reducido de provincias: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Bizkaia y Gipuzkoa. Algunas provincias de Andalucía y del sur de Castilla presentan saldos ligeramente negativos o incluso positivos, pues las necesidades de trabajo en sus latifundios ejercieron una considerable atracción de emigrantes rurales próximos, en muchas ocasiones temporales, posibilidad que apenas se produjo en el norte de la Península.

La revolución industrial, al destruir el equilibrio de la sociedad rural tradicional, provocó los fuertes trasvases internos de población que originaron en Europa el abandono del campo y la concentración de los habitantes en las áreas urbanas a lo largo de los siglos XIX y XX. La industrialización de España, más tardía, hizo que tanto el éxodo rural como el proceso de urbanización se iniciasen con un cierto retraso.

Desde el siglo XV, y sobre todo a partir del siglo XVI, se desarrolló en España un proceso de abandono progresivo del interior y concentración de los habitantes en la periferia, que alcanzó en la segunda mitad del siglo XIX, especialmente en su último cuarto, con la industrialización, una mayor intensidad. El desarrollo industrial del litoral vasco y de Barcelona originó migraciones, al principio modestas y de corta distancia. Entre finales del siglo XIX y 1930, sus causas fueron el exceso de brazos en el campo, debido a la crisis de la filoxera en las zonas vitivinícolas y al inicio de la mecanización en las zonas cerealistas; el crecimiento de la industria que ofrecía puestos de trabajo; y el auge de las obras públicas en la dictadura de Primo de Rivera. En muchos casos se trató de una emigración en cascada que se dirigió, primero, desde los núcleos rurales a las propias capitales provinciales -principalmente de Andalucía oriental, Galicia, Castilla y Levante- y, luego, a las grandes ciudades de las provincias más industrializadas: Madrid, Barcelona -acogió a medio millón de inmigrantes para la construcción del metro y la Exposición Universal-, Vizcaya y Guipúzcoa. Fue fue especialmente intensa en el decenio 1921-1930, en el que se superó la cifra de un millón de emigrantes.

Anaya, 2016. Entre 1961 y 1965, se intensifican las migraciones internas tradicionales. Los mayores saldos positivos estaban en las áreas industriales y turísticas de Madrid, la Y formada por el valle del Ebro (entre el País Vasco y Tarragona) y el litoral mediterráneo (entre Girona y Alicante). También en Baleares y Canarias gracias al auge del turismo. Y los mayores saldos negativos, en el interior agrario peninsular, donde el crecimiento demográfico y la mecanización expulsaban a la población del campo.

Entre 1931 y 1950, el éxodo rural se estancó, reduciéndose el número de migrantes. Las causas fueron la crisis económica de los años treinta, la Guerra Civil y la posguerra. En esta etapa, las ciudades sufrieron graves problemas de abastecimiento, la industria redujo su oferta laboral debido a las destrucciones de la guerra ya su difícil reconstrucción en el contexto autárquico de la posguerra; y el franquismo fomentó la permanencia de la población rural en el campo. No obstante, en los primeros años de la posguerra, la penuria económica caracterizó una emigración interior que se dirigió a los grandes centros burocráticos, por su condición de refugio.

A partir de la década de los cincuenta, los cambios económicos que comenzaron a operar (la crisis de la agricultura tradicional, la industrialización y el desarrollo turístico) intensificaron las corrientes internas de manera notable. Entre 1950 y 1960 se alcanzaron los 2.295.000 emigrantes, manteniéndose los mismos centros de atracción a los que se sumó Asturias, tras la creación de Ensidesa. Del mismo modo, surgieron nuevas zonas que generaron emigrantes: Canarias y Andalucía occidental. A partir de 1960 asistimos a una intensificación de los movimientos migratorios, a la marginación de las migraciones en cascada (aldea, cabecera comarcal, capital provincial, metrópoli), en beneficio del éxodo rural directo a las grandes ciudades, y a la aparición, junto a Madrid, Barcelona y el País Vasco, de nuevos centros de inmigración: Zaragoza, Valladolid, Sevilla, Vigo. La Coruña, Álava y Navarra, que eran nuevos polos de desarrollo industrial promovidos por los planes del gobierno. A ellos se añadió el litoral mediterráneo e insular, con lo que se multiplicaron los destinos de los campesinos que salían de las comarcas rurales. Por otro lado, a partir de los años sesenta se intensificó, en unos casos. comenzó en otros, la formación de las áreas periurbanas de las grandes metrópolis, superponiéndose a las migraciones campo-ciudad las que se daban en el seno de las áreas metropolitanas como consecuencia de la industrialización y de la introducción del modo de vida metropolitano, caracterizado por la movilidad de empleo y de residencia. Cabe añadir que las fuentes de información para la emigración interior se multiplican a partir de 1960. Así, los datos del censo de 1970 nos inducen a pensar que 4.250.000 personas mayores de 10 años cambiaron de municipio entre 1960 y 1970, lo que da un promedio anual superior a 425 000 emigrantes.

La crisis económica de 1973, y sus consecuencias posteriores, supusieron el fin de las migraciones interiores tradicionales y el inicio de un nuevo tipo de movimientos migratorios internos en España.

5.1.3. Consecuencias de las migraciones interiores tradicionales

Migraciones interiores en España en los años 60

La geografía humana de la España actual difícilmente se entendería sin tener en cuenta los masivos trasvases espaciales de población.  El modelo de industrialización concentrada en pocos puntos, acompañada de un proceso de urbanización muy rápido, provocó un éxodo rural muy intenso en un periodo breve de tiempo.

Las consecuencias fueron:

  • En el plano demográfico, las migraciones explican los desequilibrios en la distribución de la población: vaciamiento del interior y potenciación (centrifugación) de las altas densidades en la periferia, con excepción de algunos oasis poblacionales: Madrid, Zaragoza, Valladolid... Han influido en la estructura por sexo al elevar el índice de masculinidad de algunas áreas emigratorias especialmente las montañosas, dificultando la formación de nuevas familias. Y han repercutido en la estructura por edad, causando el envejecimiento de la población que quedó en el campo y el rejuvenecimiento de la población urbana, dado que los emigrantes suelen ser jóvenes..

  • EscadaRural. Granadilla, Cáceres. Fue expropiado en 1955 para la construcción de un embalse

    En el plano económico, en las áreas rurales, en un primer momento, las migraciones aumentaron los recursos de la población; pero con el tiempo generaron deseconomías de subpoblación, pues al marchar la gente más joven y capacitada, descendieron la productividad y el rendimiento. En las ciudades, la inmigración masiva provocó deseconomías de congestión: problemas de suelo, vivienda, circulación, contaminación, equipamientos y servicios.

  • En el plano social se produjeron problemas de asimilación, al pasar los emigrantes de una comunidad rural de valores tradicionales, a una sociedad urbana y competitiva.

  • Efectos de carácter ecológico: se crean desiertos demográficos que dejan abandonados ecosistemas antrópicos milenarios en los que la conservación del medio natural exige como primera medida la repoblación humana (montañas). Por el contrario, en las grandes metrópolis aparecen problemas medioambientales como la contaminación atmosférica, el ruido, etc. También surgen algunos problemas sociológicos: comunidades rurales desarticuladas, pro lemas de asimilación en los lugares de llegada, desarraigo, etcétera.

5.2. Migraciones interiores actuales

Anaya, 2016


Se desarrollan desde la crisis de 1975 hasta la actualidad. 
El volumen de la migración decreció entre 1975 y 1985 por la decadencia del éxodo rural, pero desde entonces se recupera hasta alcanzar cifras muy elevadas, que responden a un nuevo modelo migratorio. Las motivaciones de la migración son más variadas: laborales, residenciales, retorno al lugar de procedencia, estudio, ocio. Los protagonistas de la emigración son también más diversos: en edad (adultos-jóvenes, jóvenes y mayores); en nivel de formación (cualificados, y no cualificados); y en origen, pues aumentan los extranjeros, más dispuestos a desplazarse por sus menores ataduras familiares. Además, las corrientes migratorias son pluridireccionales, con mayor diversidad de orígenes (campo y ciudades) y de destinos (municipios urbanos grandes, medianos, pequeños, e incluso municipios rurales) localizados dentro o fuera de la propia provincia o comunidad autónoma.

5.2.1. Tipos de corrientes migratorias

En la actualidad existen diferentes corrientes migratorias:

  • Las migraciones laborales responden a motivaciones de trabajo y están protagonizadas por adultos jóvenes. Proceden de zonas rurales atrasadas, ciudades industrializadas en declive, y núcleos urbanos. Y se dirigen menos que antes a los centros dinámicos situados en grandes municipios urbanos de otras regiones y provincias; y más a municipios urbanos medianos o pequeños e incluso rurales, de su región o provincia.

  • Las migraciones residenciales están protagonizadas por jóvenes que buscan viviendas baratas y por adultos jóvenes de clase media o acomodada que desean residir en áreas con calidad medioambiental. Por eso son en su mayoría migraciones intraurbanas, entre la ciudad central y sus coronas periféricas; aunque en el caso de grandes ciudades pueden extenderse a provincias vecinas más baratas.

Anaya, 2016. Mapas de las migraciones interregionales e interprovinciales
  • Las migraciones de retorno suponen el regreso de población a las áreas emigratorias de procedencia. Entre 1975 y 1985 afectaron sobre todo a personas mayores de 55 años, jubiladas o prejubiladas a raíz de la crisis económica y la reconversión industrial. Desde entonces, afectan más a emigrantes plurianuales que en las épocas expansivas se trasladan a los centros más dinámicos y regresan en épocas de crisis (migraciones «tipo golondrina»). Además existe una corriente neorrural minoritaria, integrada por jóvenes que abandonan la ciudad y se trasladan a zonas rurales.

  • Los movimientos habituales o pendulares son desplazamientos periódicos por motivos de trabajo o estudio y de ocio. El trabajo y el estudio ocasionan movimientos entre el lugar de residencia y el centro de trabajo o educativo. El más frecuente se da entre la periferia y el centro de las ciudades como resultado del traslado de la residencia a las afueras de la ciudad o a espacios rurales próximos. El ocio ocasiona movimientos de fin de semana y turismo relacionados con la mejora del nivel de vida.

5.2.2. Nuevos flujos de las corrientes migratorias

Los nuevos tipos de corrientes migratorias han ido acompañados de cambios en los flujos migratorios:

Las migraciones hacia las provincias de otras regiones pierden peso y originan diferentes saldos migratorios.

  • Tienen saldos positivos las provincias más dinámicas por su diversidad económica o por sus actividades terciarias avanzadas; y antiguas provincias emigratorias que lo han invertido, al recibir actividades económicas y población desde grandes ciudades de provincias próximas (Toledo y Guadalajara desde Madrid, Cantabria desde Bizkaia).

  • Tienen saldos negativos algunas provincias tradicionalmente emigratorias por su reducida población, predominio de actividades tradicionales, situación periférica y problemas de accesibilidad (Zamora, Soria) y algunas provincias tradicionalmente inmigratorias que lo han advertido al trasladar actividades económicas y población hacia provincias limítrofes (Barcelona).

  • Fernández Cordón, J.A.-INE (Anaya, 2016). El aumento de las migraciones dentro de la propia provincia ha hecho decrecer el porcentaje de residentes que no ha nacido en ella

    Tienen saldos alternativamente positivos y negativos las provincias más afectadas por los cambios de coyuntura económica. Así, en épocas de crisis, pueden adoptar saldos positivos algunas provincias emigratorias por el retorno de emigrantes; y saldos negativos algunas provincias inmigratorias muy afectadas por la crisis que los pierden (caso de las provincias de la cornisa cantábrica en el periodo 1975-1985; y de las del litoral mediterránea a raíz de la crisis de 2008).

Las migraciones entre las provincias de la propia región o entre municipios de la propia provincia han crecido. Las razones son la creación de centros de actividad regionales y provinciales favorecidos por el desarrollo de las competencias autonómicas y por las políticas de desarrollo regional y rural. Y también la existencia de desigualdades económicas intraprovinciales; por ejemplo, entre el litoral y el interior.

Anaya, 2016. Los municipios urbanos pequeños y medianos, e incluso los municipios rurales de menos de 10000 hab., presentan saldos migratorios internos positivos; mientras que los grandes municipios urbanos y las capitales provinciales reducen su saldo positivo o adoptan saldo negativo. El motivo es la difusión de parte de sus actividades económicas y de su población hacia los municipios más baratos de su entorno.

Las migraciones entre municipios han cambiado. Los municipios urbanos pequeños y medianos (10.000-100.000 habitantes), e incluso los municipios rurales (menos de 10.000), presentan saldos internos positivos, mientras que los grandes municipios urbanos y las capitales provinciales reducen su saldo positivo o adoptan saldo negativo. El motivo es la difusión de parte de sus actividades económicas y de su población hacia los municipios más baratos de su entorno; y las políticas de desarrollo rural. En cambio, los pequeños municipios rurales de las áreas más aisladas y deprimidas continúan perdiendo población.

5.2.3. Consecuencias 

Las migraciones laborales acrecientan los desequilibrios demográficos y los económicos entre las regiones y en el interior de las comunidades autónomas y provincias.

Las migraciones residenciales intraurbanas causan el sobreenvejecimiento de las áreas urbanas centrales emisoras; e incrementan la población de las periferias receptoras, que exigen dotaciones de equipamientos y servicios. Por su parte, las migraciones residenciales hacia los municipios pequeños o rurales originan cambios en la composición social y modos de vida autóctonos

Las migraciones de retorno de emigrantes provocan el sobreenvejecimiento en las zonas receptoras de jubilados y la creación de negocios o de actividades nuevas por los más jóvenes, que pueden retener a parte de los emigrantes potenciales.

Por otra parte, la instalación de población joven neorrural con hijos en pueblos casi deshabitados puede incidir positivamente en el mantenimiento de escuelas y de actividades tradicionales.

Los movimientos pendulares relacionados con el trabajo y el estudio ocasionan problemas de circulación en los accesos a las grandes ciudades en las horas punta; y los relacionados con el ocio, un incremento de los ingresos en las zonas receptoras.

5.3. Migraciones exteriores

5.3.1. Las migraciones exteriores tradicionales

Desde mediados del siglo xx hasta nuestros días, España ha sido un país de emigración por diversas razones, entre las que se encuentra, la presión demográfica en algunas zonas, que desequilibraba la relación población-recursos. o la atracción ejercida por los países en crecimiento.  Por otro lado, se puede observar el paso de una actitud estatal de repobla ción interior, a finales del siglo XVIII, a otra muy distinta a lo largo del siglo XIX, durante el cual una postura liberal dio paso a otra de carácter tutelar sobre la emigración. Esto derivó en la promulgación de sucesivas leyes que suponían la eliminación de trabas y un apoyo al emigrante. Durante el siglo XX, los españoles emigraron, en la primera mitad, a Iberoamérica, y en la segunda, atraídos por los salarios más altos y la diferencia mone taria sobre la peseta, a los países de Europa occidental para trabajar en la industria, la construcción o como temporeros agrícolas.

Pascual Rosser. Dibujo del periódico La Ilustración: desembarco en Alicante de trabajadores españoles repatriados por los vapores Besós y Correo de Cartagena (1881)

1) Emigración al norte de África. Argelia

Comenzó hacia 1830 y se mantuvo hasta finales del siglo XIX. Los emigrantes a Argelia procedían de forma exclusiva del Mediterráneo, especialmente Alicante, Murcia y Almería. Eran agricultores, varones empujados más por la escasez y aleatoriedad de las cosechas que por la atracción del lugar de destino. Esta emigración en algunos casos era temporal, pero en otros, el varón, cuando la comunidad laboral se aseguraba, llamaba a la familia y prolongaba su estancia, que, en ocasiones, llega a convertirse en definitiva. La ocupación de estos emigrantes en su destino era, sobre todo, en la agricultura, en trabajos de peones o en explotaciones de aparcería; muy pocos, fueron propietarios de la tierra.

2) La emigración transoceánica tradicional

La emigración transoceánica o a ultramar se dirigió principalmente a América Latina y secundariamente a Estados Unidos, Canadá y Australia. En muchos casos fue una emigración permanente y asistida. Pero también hubo salidas temporales para trabajar en la construcción de grandes infraestructuras; y salidas estacionales para realizar tareas agrarias, en fechas complementarias con las de España.

En la emigración transoceánica se distinguen dos etapas de auge y dos de crisis.

  • GeoPerspectivas

    a) La primera etapa de auge comprende desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial (1914). Al principio de este período, la emigración hacia América, iniciada en el siglo XVI con la conquista, se había reducido bastante, debido a la política populacionista de los Borbones en el siglo XVIII, que puso trabas a la emigración; y a la independencia de las antiguas colonias a principios del siglo XIX. Pero desde 1853, la situación cambió debido a las siguientes circunstancias. España se incorporó así con cierto retraso a la corriente migratoria de europeos hacia América, en parte por la lentitud de su evolución demográfica. Ahora, los países latinoamericanos necesitaban inmigrantes para poblarse, explotar sus recursos económicos, y construir grandes infraestructuras -Canal de Panamá, ferrocarriles y puertos-. Por ello, facilitaban la inmigración y llegaron a instalar en España a agentes reclutadores de emigrantes. España limitó los obstáculos a la emigración, que se convirtió en una salida para el atraso agrario y el desempleo de las zonas minifundistas y latifundistas, que no podía ser absorbido por una industria muy escasa y localizada. También incluyeron el deseo de los jóvenes de evitar un servicio militar de tres años; y el efecto llamada de familiares y retornados sobre las oportunidades en ultramar. Esta corriente migratoria estuvo formada principalmente por gallegos, canarios, vascos, asturianos y cántabros. Su destino principal se encontraba en las actividades agrarias de la Pampa de Argentina; y en las plantaciones de azúcar de Cuba y de café de Brasil, donde se necesitaba mano de obra tras la abolición de la esclavitud. El perfil característico del emigrante era varón, joven, soltero, de bajo nivel de cualificación, dedicado a la agricultura.

  • wikipedia

    b) La emigración transoceánica decayó entre las dos guerras mundiales (1914-1945) a causa de circunstancias desfavorables. Una de la circunstancias fue la inseguridad creada por la Primera Guerra Mundial. Tras ella la emigración se reanudó durante la década de 1920 aunque sin recuperar el nivel anterior. La crisis económica de 1929 elevó el paro en los países latinoamericanos, llevándolos a establecer cuotas o cupos anuales para la entrada de inmigrantes. La Guerra Civil española y la posguerra (1936-1949) dificultaron las salidas al exterior por la escasez de transporte; el bloqueo internacional a España; y la política populacionista fomentada por el franquismo como base para la reconstrucción nacional.

  • GeoPerspectivas

    c) Entre 1945-1960, la migración transoceánica se recuperó (segunda etapa de auge), aunque sin llegar a alcanzar las elevadas cifras de principios de siglo. Las causas que lo permitieron fueron la autorización para salir libremente de España (1946); el levantamiento del aislamiento internacional por parte de la ONU (1950); y el cambio de actitud de Estados Unidos respecto al régimen de Franco (1951). La procedencia de los emigrantes continuó siendo principalmente gallega y canaria; en cambio, la emigración asturiana decayó porque la nueva siderurgia ofrecía puestos de trabajo en la región. Los destinos prioritarios se encontraban en la explotación de petróleo de Venezuela; en Argentina, donde influía el llamamiento familiar; y en la industria de Brasil. El perfil del emigrante cambió. La emigración familiar adquirió más peso y los emigrantes tuvieron un mayor nivel de cualificación, predominando los obreros y técnicos industriales y los agricultores preparados. El motivo fue la exigencia de los países receptores que, una vez superada la crisis de los años treinta, necesitaban inmigrantes no tanto para poblarse como para desarrollar su economía y su industria. En un primer momento, España había aportado una inmigración forzada de cuadros de alta cualificación a causa del exilio tras la guerra civil, pero no estaba en condiciones de suministrar grandes contingentes de población. Fue a partir de 1946 cuando se liberó la salida de España; y, fue desde 1949, con el bloqueo internacional a la España franquista, cuando estuvo legalizada la emigración ultramarina definitivamente. El periodo de mayor contingente de emigrantes fue el comprendido entre 1951 y 1955.

  • d) Desde 1960, la emigración transoceánica descendió, al iniciarse el declive de la economía latinoamericana y entrar en competencia con la emigración a Europa (segunda etapa de crisis).

3) La emigración tradicional a Europa

Las migraciones entre España y Europa son más antiguas que las destinadas a América. Desde finales del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX, la corriente migratoria se impulso por un crecimiento demográfico en España que no tuvo en paralelo un desarrollo suficiente para atender el crecimiento de la mano de obra. Este factor impulsó una corriente de trabajadores hacia los centros industriales y agrícolas europeos. Hasta mediados del siglo XX fue una migración escasa y estacional, procedente sobre todo del campo levantino, que se dirigió a Francia. Estaba integrada por agricultores, obreros de la construcción y muchachas de servicio doméstico; y más tarde, por refugiados políticos de la Guerra Civil. La Segunda Guerra Mundial puso fin a esta etapa.

Evolución de las migraciones europeos entre los años 60 y 70 del siglo XX a Europa

La corriente migratoria adquirió su mayor importancia numérica y económica en la segunda mitad del siglo XX, cuando desde España y oros países mediterráneos, los obreros y campesinos partieron hacia los países de la Europa Occidental, en busca de unos empleos con una mayor remuneración sensiblemente más elevada que en España, debido al valor de la peseta frente a las monedas europeas. 

La atracción inmigratoria de Europa occidental se produjo a partir de las primeras décadas del siglo XX. Por otra parte, el Tratado de Roma de 1957 facilitaba el reclutamiento de mano de obra mediterránea. España, en los años cincuenta y sesenta, sufría un gran éxodo rural y todavía presentaba una industrialización interior insuficiente para absorber su alto crecimiento vegetativo, al mismo tiempo que disminuía la emigración ultramarina. Estas circunstancias condicionaron que el flujo de emigrantes españoles se dirigiese hacia Europa. Entre 1962 y 1976, el Instituto Nacional de Emigración registró como emigración permanente o semipermanente a más de un millón de personas. Habría que añadir otro millón de emigración no controlada. El ritmo se intensificó desde 1956, y se llegaron a alcanzar máximos anuales por encima de los 100 000 emigrantes en 1964, 1969, 1971 y 1972. 

Emigrantes españoles

La emigración se dirigió a Francia, Alemania y Suiza, y la emigración temporera de peones agrícolas, a Francia. Las regiones rurales (Andalucía, Galicia, y Castilla), fueron las más afectadas por esta corriente migratoria. Gallegos y castellanos iban a Suiza y Alemania, y andaluces, valencianos y murcianos lo hacían preferentemente a Francia.

Esta emigración tuvo características similares a la ultramarina de la primera época: predominio de adultos varones, poco cualificados profesionalmente y reducido carácter familiar. Pero al tratarse de una emigración más próxima, no fue un movimiento para toda la vida. Estas remesas de emigrantes a países europeos, junto con el turismo, contribuyeron a equilibrar la balanza de pagos de España entre 1959 y 1973, de manera que facilitaron la industrialización y el desarrollo económico español, a la vez que condicionaron el descenso del paro en España durante esos años.

Las consecuencias de las migraciones exteriores tradicionales son:

  • a) Las consecuencias demográficas de las migraciones se manifestaron en la disminución de la población española. Y también en su distribución, en pues es la distinta participación de las regiones en las corrientes migratorias contribuido a los desequilibrios actuales en el reparto espacial de la población.

  • b) Las consecuencias económicas de la emigración fueron por una parte positivas, pues aliviaron el fuerte crecimiento natural y el paro. Además, las divisas enviadas por los emigrantes contribuyeron a financiar el desarrollo económico español y a reducir el déficit comercial. Pero también hubo consecuencias negativas, porque muchos ahorros no favorecieron a las áreas de partida, ya que los bancos los invirtieron en las zonas más dinámicas; y muchos de los que regresaron se instalaron en otras zonas para encontrar trabajo más fácilmente o invertir en un pequeño negocio.

  • INE. Elaboración propia

    c) Las consecuencias sociales en los países de destino fueron el desarraigo, al incorporarse a sociedades cuya lengua y costumbres desconocían; y las penosas condiciones de vida, alejados de la familia, en viviendas de poca calidad, y con salarios frecuentemente más bajos que los de los trabajadores autóctonos. Tras la crisis de 1975, los emigrantes fueron los primeros afectados por los despidos y, en general, regresaron sin haber mejorado su cualificación profesional o sin un título que la acreditase: y tuvieron que enfrentarse a problemas, como encontrar trabajo, conseguir vivienda, y readaptarse a las condiciones de vida del país.

5.3.2. Las migraciones exteriores actuales y sus consecuencias

INE. Elaboración propia

Desde 1975, la emigración exterior tiene un volumen reducido. Sus motivaciones son laborales (búsqueda de trabajo o traslado por la internacionalización de empresas); la realización de estudios y la mejora de la formación. No obstante, la emigración se intensifica en épocas de crisis.

Entre 1975 y 2008, las salidas fueron escasas. Primero, por la repercusión internacional de la crisis del petróleo; y, después, por la mejora del nivel de vida en España. Solo a principios de la década de 1980 repuntaron las salidas a Europa, ante la dureza de la reconversión industrial en España; y desde 2004 se inició un aumento continuado, en pleno boom económico, relacionado con el deseo de encontrar trabajos mejor remunerados, formación, o experiencias laborales más interesantes.

Desde 2008, la crisis económica ha incrementado la emigración exterior, motivada ahora sobre todo por el desempleo en España. Los emigrantes proceden mayoritariamente de núcleos urbanos y se dirigen a países europeos como Reino Unido, Alemania y Francia. Su perfil es el de jóvenes con buen nivel de cualificación en profesiones con demanda externa -sanidad e ingeniería-; muy afectadas por la crisis -arquitectura-; o por los recortes presupuestarios -científicos e investigadores-; aunque al avanzar la crisis, aumentan los trabajadores de más de 45 años en paro prolongado con sus familias. La emigración a América Latina ha crecido menos y se trata en la mayoría de los casos de antiguos inmigrantes nacionalizados que regresan.

Las consecuencias de esta emigración son la reducción de la demanda de trabajo y del pago de prestaciones por desempleo; pero resultan por la pérdida de población joven, emprendedora y con buena formación.

5.4. Inmigración exterior

España ha pasado de ser un país de emigrantes a un lugar de destino para muchos inmigrantes procedentes de países en desarrollo. Se tienen datos de la inmigración de carácter legal, pero se desconoce la inmigración irregular o ilegal en su auténtica dimensión.

5.4.1. Evolución reciente

INE. Elaboración propia

Tras la entrada de España en la Unión Europea y la superación de la crisis económica de la primera mitad de los años ochenta del siglo XX, el país comenzó a convertirse en un país de los flujos migratorios internacionales. En 1985, España contaba con unos 241.971 residentes extranjeros, lo que suponía un 0,5% de la población total; en 2011 se contabilizaron 5.751.487 extranjeros, siendo el año de mayor presencia y representando un 12'20% de la población. La conjunción de un descenso de la emigración y aumento sin precedentes de la inmigración exterior ha propiciado que el saldo migratorio en España fuera claramente positivo desde entonces. Así, se explica así que ocho de cada diez nuevos habitantes censados en España hayan nacido fuera del país en esta etapa.

Las causas han sido numerosas. Por parte española influyó la necesidad de mano de obra, propiciada por la prosperidad económica, sobre todo en empleos de baja cualificación insuficientemente cubiertos por la población española. Y también la adopción de ciertas medidas que atrajeron nuevos inmigrantes, como las regularizaciones de personas sin permiso de residencia (2002 y 2005); y el reagrupamiento familiar (2001). Además, la proximidad de España a África la convierte en la puerta de entrada de inmigrantes africanos a Europa; los lazos histórico-culturales con América Latina atraen a personas de esta procedencia; y la bondad del clima mediterráneo atrae a personas del centro y el norte de Europa. Por parte de los inmigrantes extranjeros influyeron motivos económicos (posibilidades de trabajo, de negocio, o de ocio) y motivos políticos (persecuciones, falta de derechos).

Posteriormente, se ha observado un fuerte decrecimiento de la población inmigrante, circunstancia forzada por la fuerte incidencia de la crisis financiera y económica de 2008-2012, -con el punto de inflexión en 2017, con 4.572.807, lo que suponía el 9'80 de la población española-. Desde 2008, la crisis económica ha provocado la disminución de las entradas de extranjeros y ha ocasionado retornos de inmigrantes a sus países de origen o emigración a otros destinos. La causa principal ha sido el desempleo, que ha incidido más duramente en este colectivo, que además en muchos casos no ha cotizado el tiempo suficiente para tener derecho al subsidio de desempleo y carece en España de una red familiar con ingresos suficientes para prestarles apoyo. Este problema ha afectado más a los más jóvenes, dando lugar a un aumento de las personas inmigrantes de más de 35 años. las razones de este decrecimiento se debe, en gran parte, a que muchos inmigrantes han regresado a sus países de origen, mientras que unos pocos han adquirido la nacionalidad española.

20minutos.

Una vez superada esta fase depresiva, la corriente de inmigración ha vuelto a ser positiva en los últimos años, aunque no ha recuperado el nivel anterior todavía; en 2022, ascendía a 5.442.932 millones de población extranjera censada (11'5% del total), se da la circunstancia que esto ha ocurrido a pesar de la fuerte incidencia en las corrientes migratorias de la pandemia COVID-19, que, sí, ha ocasionado un frenazo de la renovada tendencia alcista.

5.4.2. Diversidad en las situación social del inmigrante

Ciertamente, la variedad de situaciones sociales y de corrientes inmigratorias incluidas en las cifras de inmigrantes extranjeros son muy diversas:

  • Personas jubiladas procedentes de Europa Central y del Norte. Son personas que se asientan definitivamente en España, sobre todo en la costa mediterránea, atraídas por su clima suave uyu un entorno agradable rodeado de buenos servicios. Este colectivo de población, que aumentó de forma notable a principios del siglo XXI, no encuentra dificultad ninguna para su instalación en nuestro país.

  • Directivos de empresas multinacionales, trabajadores de alto nivel profesional, gentes del mundo deportivo, artístico y de la cultura. Este grupo de población está formado por personas que proceden en su mayoría de la Unión Europea; vienen a España por cuestiones laborales o porque encuentran aquí mejor calidad de vida; este colectivo se incluyen altos cargos directivos, técnicos, deportistas, estudiantes, etc.

  • Refugiados políticos. Son personas que por motivos políticos han tenido que huir de su país. También se incluye en este grupo a quienes han abandonado su lugar de origen por conflictos armados, violencia generalizada o por razones de seguridad personal. En este sentido, advertimos la presencia de población siria, libia, ucraniana, etc.

  • Emigrantes procedentes de países pobres. Este es el grupo más numeroso de la inmigración que llega a España en la actualidad. Lo conforman hombres, mujeres y niños procedentes de diversos países de África, América Latina, Este de Europa y Asia (China, Filipinas, etc.), que vienen en busca de trabajo y de unas condiciones de vida más dignas.

5.4.3. Perfil sociológico del inmigrante

Actividad de los trabajadores inmigrantes con autorización de trabajo. 2014

El perfil de los inmigrantes es variado, pudiendo destacarse las sigui características:

  • Por sexo, la población extranjera que reside en España, en su comparación con la española, tiene un comportamiento prácticamente equilibrado. Predominan levemente los varones, aunque las mujeres superan el 45% del total. Además de un importante incremento demográfico, la inmigración exterior ha provocado un cierto rejuvenecimiento de la población y un repunte de natalidad. Las corrientes de cada país presentan rasgos propios, por lo que su incidencia en la estructura demográfica es diferente: entre los marroquíes sólo el 35% son mujeres, dado que se trata de una emigración masculina, comportamiento similar a la población portuguesas; entre ecuatorianos, colombianos y bolivianos predominan las mujeres, con destino a empleos en el trabajo doméstico esencialmente. 

  • Por edad: dado que la mayoría de los inmigrantes vienen buscando trabajo, la mayoría están en edad de trabajar y se sitúan entre los 16 y 44 años, lo que ocasiona un mayor contraste con la población española; la población inmigrada en esa franja de edad representa un 66% y la población de mayores de 65 años apenas representan un 5%; en el caso de la población española, la que tiene entre 16 y 44 años supone aproximadamente un 45% y los mayores un 18'4%. No obstante, abundan los jubilados de países desarrollados europeos (países nórdicos, británicos, etc.) que residen en la costa mediterránea atraídos por su buen clima y los precios bajos.

  • Distribución de la contratación de extranjeros por grupos ocupacionales. 2022
    INE

    Por ocupación, predomina el sector servicios (empleados de hogar, hostelería), seguido de la construcción y, ya a más distancia, la industria y la agricultura. No obstante, según la procedencia, la actividad laboral difiere entre los ciudadanos de la UE predominan las ocupaciones en el sector financiero, comercial o las profesiones liberales; en los procedentes de Latinoamérica predomina el servicio doméstico y la hostelería; entre los magrebíes abunda el sector primario; y entre los procedentes de la Europa del Este abunda el sector de la construcción. Por último, podemos también mencionar a los estudiantes universitarios, aunque con residencia meramente temporal.

  • datosmarco.com. Elaboración propia

    Por su situación jurídica, los inmigrantes pueden ser clasificados en tres grupos: los inmigrantes nacionalizados tras varios años de permanencia en el país; los inmigrantes legales, que obtienen permiso de residencia y mantienen su nacionalidad de origen; y los inmigrantes ilegales, que no tienen este permiso y por tanto son difíciles de cuantificar. El perfil de estos últimos suele responder a motivos económicos (alto crecimiento de la población y carencia de recursos en los países de origen) o políticos (persecuciones, falta de derechos civiles, etc.). Así mismo, debemos mencionar a los refugiados por guerras o persecuciones, la mayoría de ellos procedentes de países de Oriente Próximo, como Siria o Irak.

  • INE. Residentes extranjeros censados en España. 2022

    Por su lugar de procedencia, la mayor parte proceden de Latinoamérica, ya que cuentan con la ventaja del idioma y la cultura; seguidos de la Unión Europea, la mayoría jubilados: y del norte de África, colectivos estos que suman algo más del 80% de la inmigración. En mucho menor número se encuentran los procedentes de la Europa no comunitaria del África subsahariana, de Extremo Oriente y, aun en menor medida, del subcontinente indio, Norteamérica y Filipinas. Por nacionalidades, estas corrientes de inmigración proceden de un número relativamente limitado de países, si bien predominan los de Iberoamérica, del norte de África y de Europa. Por países destacan Rumanía (868.635), Marruecos (787.013), Ecuador (262.223) y Colombia (221.361) en 2012. Otros países de la UE, como el Reino Unido (383.093), Italia (192.147), Alemania (181.320), Portugal (128.795) y Francia (117.497), también aportan un colectivo muy numeroso formado por activos y población jubilada.

  • INI. Distribución de la población extranjera por Comunidades Autónomas

    Por el lugar de asentamiento, la mayoría se ha afincado en las zonas más pobladas y desarrolladas de nuestro país -como Madrid y Cataluña, que suman más del 40% del total-; en grandes ciudades y en las zonas turísticas o de agricultura intensiva, necesitadas de mano de obra de la costa mediterránea, como Almería y Levante, así como Baleares y Canarias. mo consecuencia el establecimiento de colectivos que atraen a sus compatriotas, se empiezan a detectar algunas preferencias de las comunidades de emigrantes a la hora de elegir destino, lo que provoca una cierta especialización provincial (denominado "efecto llamada"). Por ello, en ciertos lugares abundan determinadas nacionalidades, como por ejemplo los rumanos en el interior, los marroquíes en las costas catalana y andaluza, los ecuatorianos en Madrid, Segovia y Navarra, los portugueses  en Galicia y el oeste de Castilla y León, los alemanes en Baleares o los ingleses en la Costa del Sol o Alicante.

Parte de la población inmigrante ha llegado a España al margen de las vías legales -los llamados "sin papeles-, y se encuentra bajo la amenaza de ser expulsada y viviendo en la marginalidad. La Ley de Extranjería" del año 2000, desarrollada por diversas normas posteriores, es la que regula todos los aspectos de la inmigración en nuestro país: modalidad de presencia, derechos y libertades, condiciones de trabajo, etc.

5.4.4. Consecuencias de la inmigración

Wikipedia. Países de origen de la población inmigrante en España.

En cuanto a las consecuencias demográficas, la inmigración ha influido decisivamente en el crecimiento demográfico de España. Durante el periodo de auge 1995-2007, impulsó el crecimiento, tanto de forma directa como por el incremento de la natalidad, evitando el decrecimiento demográfico en las comunidades con crecimiento natural negativo. Desde 2008, la salida de inmigrantes ha reducido el volumen de la población española y la tasa de natalidad, de forma que algunas comunidades han perdido población, circunstancia aliviada de alguna manera en la segunda mitad de los años 2010, con el nuevo incremento de los flujos inmigratorios

En relación a las consecuencias económicas, la inmigración aporta población activa, que desempeña las tareas más duras y peor remuneradas; contribuye al crecimiento del PIB, aporta más dinero a las arcas públicas del que consume en educación y sanidad, y alivia la carga del elevado gasto en pensiones. Además, los inmigrantes prestan servicios domésticos que permiten incrementar la tasa de actividad de las familias españolas, especialmente de las mujeres. En un primer momento, la población activa inmigrante era mayoritariamente adulta-joven, entre 16 y 35 años. En la actualidad predominan los adultos-maduros entre 35 y 64 años, debido al envejecimiento de los ya instalados y a la emigración de los más jóvenes a raíz de la crisis económica.

La inmigración se relaciona con algunos problemas, como la pérdida de competitividad, dado que la disponibilidad de mano de obra retrasa la modernización de ciertos sectores; la presión a la baja sobre los salarios; la acentuación de la escasa movilidad geográfica de los trabajadores das por los inmigrantes a sus países de origen y al consumo de bienes importados, como el automóvil.

Wikipedia. Celebración a la Virgen de Urkupiña de la comunidad boliviana en Madrid.

Además, dentro de las consecuencias sociales, han surgido actitudes xenófobas o racistas entre algunos sectores que consideran la inmigración como una «invasión» que compite por el empleo, consume recursos sociales en perjuicio del bienestar de la población española, y amenaza la identidad nacional. Estas ideas alientan la devolución de los inmigrantes a sus países de origen o la restricción de sus derechos, para evitar un «efecto llamada» que acentúe la inmigración.

Muchos inmigrantes sufren duras condiciones laborales -bajos salarios, largas jornadas, ausencia de seguros- y malas condiciones de vida en barrios marginales y viviendas de escasa calidad. En parte por ello se los responsabiliza de manera injusta y abusiva de diversos delitos y de formas de vida poco edificantes-prostitución, mendicidad-

Las dificultades de integración, por las diferencias culturales, lingüísticas y religiosas, pueden suscitar tensiones con la población autóctona.

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