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5. La actividad pesquera

5.1. Significado de la pesca en España

España, Península e islas, con sus más de 7.900 km de costas han estado volcadas históricamente hacia el mar. A ello ha de unirse una ictiofagia impuesta por una larga tradición religiosa: el precepto cristiano de la abstinencia de comer carne durante ciertos días o épocas y que hasta hace relativamente poco comprendía unos 150 días anuales. Es así uno de los grandes consumidores de pescado, en torno a los 24,83 kg en 2020 -había llegado cerca de los 40 kg (FAO, 1998)- por persona y año, frente a los 20 kg del Mundo. Ese alto consumo de pescado, que en España viene a estar próximo al 4 % del gasto total en bienes y servicios, ocasiona que la actividad pesquera en nuestro país sea muy importante aunque no tenga gran peso en el PIB -Si en 1990 la actividad o sector pesquero aportaba el 0,5% de la producción bruta nacional y concentraba el 0,7% de los empleos, en 2015 tales porcentajes habían descendido al 0,09% y 0,19% respectivamente (según la Encuesta Económica de Pesca Marítima), lo que evidencia una actividad donde la productividad es baja- pero si se tiene en cuenta que cada puesto de trabajo en el mar genera unos 6 en tierra, se explica la causa de que el sector pesquero en España represente cifras más altas que en la mayor parte de los países desarrollados.

La pesca española viene a ser un 2 % del total mundial, equivalente al 17° puesto, en cuanto a tonelaje. Ahora bien, como quiera que la pesca española se ha inclinado más hacia la calidad y precio (merluza, túnidos, moluscos) frente a los clupeidos (sardina, arenque) el valor de las capturas españolas ocupa un lugar más importante. Para el período 2007-2013 el Fondo Europeo de Pesca (FED) ha subvencionado a España con 1005,4 millones de euros (a precios de 2004) equivalentes al 26,8% del total de dicho fondo.

La pesca es una actividad muy determinada por factores humanos y físicos. En cuanto a los factores humanos destacan la población activa y la flota pesquera. En ambos casos se caracterizan por su reducción progresiva a partir de los años 1970 debido al establecimiento de las Zonas Económicas Exclusivas en 1974 y de la Política Pesquera Común en nuestro país a partir de 1986, ya que el primero de estos elementos limitó las zonas de captura posibles y el segundo supuso la reconversión de la flota, el establecimiento de cuotas y la incentivación de la reducción de capturas, entre otras cosas a través de la jubilación anticipada de pescadores. Por otra parte, en el caso de la flota destaca por número la de bajura, consistente en pequeños barcos que faenan cerca de la costa, aunque por volumen de capturas predomina la flota de altura, que faena en zonas alejadas de la costa a través de buques dotados de refrigeración y elementos de tratamiento y envase de las capturas.

En cuanto a los factores físicos, España presenta características físicas que favorecen y perjudican la actividad pesquera. En cuanto a las que benefician, la situación de España en una Península con un amplio trazado costero y en dos archipiélagos, Balear y Canario, ha hecho que sea tradicionalmente un país volcado al mar y a su explotación económica. Por otra parte, España se sitúa entre dos mares de características muy distintas (el Mediterráneo cerrado, de aguas tranquilas y cálidas, y el Océano Atlántico, abierto y de aguas agitadas y frías), lo que le ha permitido tener acceso a una gran variedad de especies y el empleo de variadas modalidades de pesca. En cuanto a los elementos negativos destaca la escasa extensión de la plataforma continental, donde se desarrolla principalmente la pesca de bajura, lo que ha provocado que los problemas de sobrepesca afecten mucho a nuestros caladeros y que tradicionalmente la flota española haya optado por actuar en caladeros internacionales.

5.2. Evolución histórica

5.2.1. Antecedentes

La pesca en nuestras aguas tiene sus antecedentes en época prehistórica, alcanzando una dimensión comercial en época antigua, cuando numerosas factorías preparaban conservas y salsas de pescado para su exportación a Romay y a otros lugares del imperio. En la Edad Media, la pesca continuó teniendo un marcado carácter de subsistencia; en el Cantábrico los vascos capturaban ballenas y desde el siglo XIII los barcos accedieron a Terranova, Islandia, Groenlandia, etc., descubriéndose poco después las posibilidades que ofrecía el bacalao para su consumo fresco o curado. Siguiendo la tradición, continuó practicándose durante siglos la pesca de atunes en almadraba, particularmente en la desembocadura del Guadalquivir y el Estrecho de Gibraltar. A partir del siglo XIX la pesca adquirió una dimensión nueva por efecto de la Revolución Industrial y de la aplicación del vapor a la navegación, lo cual favoreció el comercio y las industrias de transformación pesquera.

5.2.2. Siglo XX

En el siglo XX, los arrastreros impulsados por maquinaria a vapor se introdujeron en la flota española por Huelva y Cádiz, y se aplicaron desde 1904 a la pesca de bacalao y, unos años más tarde, de caballa. Su empleo incrementó notablemente las capturas en un momento en que el ferrocarril, ya completamente extendido por la geografía española, facilitaba el transporte del pescado y acercaba su consumo al interior. La industria textil y la metalúrgica fabricaron aparejos y artes de pesca a gran escala, permitiendo a los barcos el alejamiento de la costa y una pesca cada vez más eficaz.

Tras el paréntesis de la Primera Guerra Mundial, se emplearon en la pesca nuevos arrastreros que, importados de Gran Bretaña y Francia, se incorporaron a nuestra flota. Así, a partir de 1925, se inició la moderna pesca de bacalao en Terranova y, desde Asturias, en Gran Sol. En 1930 faenaban ya 40.000 barcos y las capturas rebasaban las 300.000 toneladas. La Guerra Civil paralizó la actividad pesquera en nuestro país y, tras ella, la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar ambas, la fauna piscícola había vuelta a incrementarse. Este hecho, unido a la gradual incorporación de los motores de combustible líquido, permitió el aumento de las capturas hasta niveles insospechados, que se mantuvieron durante las décadas siguientes, coincidiendo con el desarrollo de nuevas técnicas, que permitían la pesca de arrastre en fondos de hasta 6.000 metros de profundidad.

Con todo, las transformaciones más espectaculares en la pesca se produjeron, al igual que en la agricultura, en la década de 1960. En 1961, en el contexto del I Plan de Desarrollo Económico, se promulgó una ley que aspiraba a modernizar la flota pesquera y a reestructurar la actividad, que tenía un excesivo componente artesanal y se botaron los dos primeros buques congeladores de la flota española (Lemos y Andrade), que fueron a faenar a Sudamérica y a Sudáfrica, a más de 6.000 millas de sus puertos de origen. A partir de este momento, subsistió la pesca de bajura, pero el grueso de las capturas empezó a recaer en una moderna flota congeladora muy bien equipada para la pesca en las aguas del Sahara, Angola, Mozambique y Atlántico noroccidental. Así, en los años 1970, España alcanza su récord de capturas de pescado. Pronto comenzaron a plantearse los problemas de una flota sobredimensionada, de unos caladeros sobreexplotados y otros de difícil o imposible acceso por el nuevo Derecho del Mar que comenzaba a surgir. 

5.2.3. El nuevo Derecho del Mar y la Política Pesquera Común

Desde la Edad Moderna se aceptaba que las aguas adyacentes pertenecían a los Estados costeros, sin especificar hasta qué distancia. Tras la II Guerra Mundial, Estados Unidos da un paso importante en el surgimiento de un nuevo Derecho del Mar, que venía a suponer que el mar se valoraría no sólo en términos de espacio de pesca sino de explotación de recursos reales o potenciales. Una vez que Perú, Chile y Ecuador declaran en 1952 aguas jurisdiccionales las comprendidas entre la costa y las 200 millas, en 1976, Estados Unidos también lo hace, con la finalidad de liderar las negociaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar. Los estadounidenses consiguen que las aguas resultantes de la ampliación se consideren como Zonas Económicas Exclusivas (ZEE).

Las declaraciones de ampliación de dominio se generalizaron, lo que significó, que en adelante, el 90% de los recursos pesqueros mundiales quedaban comprendidos en los límites de las zonas privativas de aprovechamiento. Para España las consecuencias fueron inmediatas y muy perjudiciales, al quedar cortado el acceso a los caladeros tradicionales, situados en aguas que, hasta entonces, habían gozado de la condición de internacionales y de libre aprovechamiento pesquero.
 
5.2.4. España y la Política Pesquera Común

Con este contexto internacional, España ingresó en la Europa Comunitaria en un momento de enormes problemas. Su potencial pesquero y su acceso a pesquerías europeas se veían asimismo con recelo en el resto de Europa. Por esto, al firmar la adhesión se le exigen condiciones muy duras, como los diecisiete años para la plena incorporación, que sería en el año 2002. Igualmente, nuestra la incorporación, junto a la Portugal, provocaba que los países miembros buscaran con anterioridad una línea común de actuación que se concretaba, tres años antes de la misma, en los Reglamentos de la Europa Azul (1983).

Desde su ingreso, España participa de la primera Política Pesquera Común (PPC) que guardaba gran afinidad con la PAC y contenían cuatro puntos básicos:

1) La política de conservación de recursos: tiene la finalidad de establecer las Tarifas Anuales de Capturas, base para la asignación de cuotas a los países miembros.
2) La política estructural está orientada a la mejora de las estructuras pesqueras, de la industria transformadora y de los equipamientos portuarios, trata de ajustar la flota a las disponibilidades de pesca.
3) La Organización Común de Mercados (OCM) tiene una gran similitud con la agraria y está encaminada a establecer y garantizar rentas equitativas a los pescadores, y precios razonables a los consumidores.
4) La política de acceso a los caladeros exteriores se realiza mediante acuerdos de diversa naturaleza con terceros países para que los buques de los países comunitarios puedan pescar en sus respectivos caladeros. 

Los objetivos eran garantizar la seguridad del abastecimiento de pescado; conseguir precios asequibles para los consumidores; y un nivel de vida justo para los pescadores. Las medidas para alcanzarlos fueron la regulación del acceso a los caladeros europeos y la gestión de los tratados de pesca con otros países; la creación de un mercado común europeo, con OCM que regulan los precios de los productos; y la concesión de ayudas para la modernización de los buques. Desde su incorporación, España promovió numerosas iniciativas y alcanzó importantes logros, particularmente subvenciones que permitieron la construcción de un millar de buques nuevos y la reconversión de más de dos mil, con una inversión cercana a los 1200 millones de euros. Con todo, el logro más importante fue el acortamiento del período transitorio, que concluyó en el año 1996, lo cual facilitaba la plena integración en la Europa Azul, el acceso a caladeros europeos antes prohibidos y la negociación con otros países. Los resultados de esta política ocasionaron problemas que se manifestaron en la década de 1990: un incremento de la capacidad pesquera de la flota muy superior a los recursos existentes y problemas medioambientales relacionados con la sobre explotación de los recursos y la contaminación del medio marino. Para resolverlos, fue preciso reformas en la PPC.

En 2002 se efectuó una reforma de la PPC introduciendo nuevos planteamientos como lograr el desarrollo sostenible de la pesca en su dimensión económica, ecológica y social. Esto estaba relacionado con el nuevo modelo de gestionar la pesca considerando el mar como un ecosistema. Suponía pasar de entender el mar como fuente de recursos (el pescado) a hacerlo como medio generador de bienes (los peces) que tienen que ser aprovechados sin comprometer su existencia. También se adoptaron nuevas medidas comunitarias, como la elaboración de medidas plurianuales, creación de medidas de financiación, gestión de las flotas de pesca, las relaciones con países no comunitarios basadas en la asociación para el desarrollo de una pesca sostenible y responsable,…

Posteriormente, la reforma de la PPC de 2013 pretendía hacer frente a los retos pesqueros de los siguientes años. Sus objetivos eran: garantizar un abastecimiento de pescado seguro, variado y de calidad a largo plazo; conseguir una pesca sostenible y contribuir al desarrollo territorial de las regiones pesqueras, manteniendo a la población, creando empleo y diversificando la economía. Las medidas para alcanzar estos objetivos se financiaban mediante el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP); financiaba medidas de mercado, como la promoción o las compras y el almacenamiento de productos pesqueros cuando los precios bajan de cierto nivel; y, también otras medidas para mejorar la competitividad a través del desarrollo tecnológico, el conocimiento y la innovación; para el cuidado medioambiental; y para la mejora del nivel de vida y del empleo.

5.3. Estructura de la actividad pesquera

a) Población activa

La población española dedicada a la pesca marítima desciende de año en año debido a la reducción de la flota, a la modernización de las embarcaciones, sobre todo las de altura y gran altura que necesitan menos tripulantes, a la mecanización del trabajo propiamente pesquero y a que aumentan las tripulaciones mixtas (españoles y no españoles) en un mismo buque. Según datos oficiales de 2005 (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, MAPA) se estimaba en algo más de 38500 personas, a las que habían de sumarse las 6500 que se dedican a la acuicultura. También han de relacionarse con la actividad pesquera las personas relacionadas con su transformación (conserva, congelación, salazón, empaquetado, etc.) que incluso se extienden por regiones del interior, las que trabajan en las lonjas, los mercas y el transporte y el impreciso número de quienes se dedican al marisqueo legal o ilegal (en el año 2000 se estimaba en unas 30000 personas). Al margen de esa distribución por regiones se ha de hacer notar que los pescadores artesanos son el 37% del total nacional. En el Mediterráneo el 44%, lo que indica un menor grado de progreso. Otro aspecto también importante es la edad. Debido a la dureza de la profesión los pescadores tienen una vida activa relativamente breve. Por ello 2/3 de los trabajadores de este sector son menores de 45 años de edad.

c) La flota pesquera

Desde su entrada en la Unión Europea, España ha reducido su flota pesquera en el 50%, aunque la capacidad de capturas se ha reducido únicamente entre un 20 y un 25 % porque los nuevos barcos tienen mayor capacidad de captura. Pero así y toda nuestra flota sigue siendo la mayor de la Unión Europea (el 13 % del total) y su capacidad de capturas es ligeramente superior al 16%.

Ante el peligro del agotamiento de los caladeros la Unión Europea, a través del Fondo Europeo de Pesca (FEP) sigue propiciando la reducción del número de barcos y de su capacidad pesquera. Desde hace unos años la Unión Europea facilita la sustitución de las pequeñas y viejas embarcaciones por otras nuevas de más tonelaje, aunque por motivos sociales (varios barcos pequeños proporcionan más mano de obra que uno grande) se siguen dando ayudas para la construcción de barcos de menos de 400 toneladas de arqueo bruto o GT, que en España son el 90% de la flota, con tres condiciones: por cada barco nuevo menor de 100 toneladas ha de retirarse otro similar; en los barcos nuevos de entre 100 y 400 toneladas por cada tonelada construida han de retirarse 1,35 toneladas; la capacidad de captura no puede aumentarse. En resumen: que cada vez España tendrá menos barcos. En la actualidad el número de buques y las artes que emplean es el que figura en el cuadro adjunto.

El 80% de los barcos pesqueros españoles utilizan artes fijas (redes de enmalle y anzuelos), tienen menos de 12 metros de eslora y faenan cerca en aguas españolas. El resto son barcos de altura (arrastreros demersales, cerqueros, palangreros) y faenan en alta mar y en aguas de terceros países. Por regiones destacan Galicia (46% del total), Andalucía (15%), Cataluña (10%) y Canarias (9%). En las Baleares y Murcia la práctica totalidad de los barcos son de bajura mientras que en Ceuta y Melilla también la casi totalidad son de gran altura.

e) Rendimiento

El rendimiento de la producción pesquera puede medirse de dos formas: una, mediante la relación entre el peso de las capturas y la mano de obra utilizada; la otra, mediante la relación entre el valor de las capturas y el peso. De la suma de ambas derivan los ingresos percibidos por los pescadores: a mayor peso mayores ingresos; el pescador de crustáceos gana más que el de peces porque los crustáceos tienen mayor valor de mercado. En cualquier caso el salario del pescador es ampliamente superior al del agricultor.

5.4. Regiones pesqueras y principales caladeros

Los caladeros son las zonas donde se tienden las redes por la abundancia de pesca (bancos); se clasifican en caladeros nacionales y caladeros ajenos, estos últimos divididos en comunitarios e internacionales.

5.2.1. Caladeros nacionales

Los caladeros nacionales son aquellas aguas que discurren desde la costa hasta la línea exterior de 200 millas náuticas (una milla náutica equivale a 1.852 metros) que delimita la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de las aguas jurisdiccionales. Los caladeros españoles se organizan en distintas regiones marítimas. En España, las condiciones naturales y la evolución histórica permiten diferenciar dos grandes zonas: el Atlántico, con mareas, fuerte oleaje y una flota de barcos grandes y pesados, y el Mediterráneo, con poco oleaje, sin mareas y pequeños barcos de pesca. No obstante, el litoral español se divide en ocho regiones marítimas:

  • La región del noroeste abarca todas las costas gallegas. Es la región pesquera más importante, con un litoral muy recortado, las «rías», que, por sus condiciones ecológicas, posee un elevado potencial biológico marino. Es la región española más importante por tonelaje desembarcado, como por el valor económico del producto desembarcado. En esta zona del noroeste peninsular se mezclan especies piscícolas de origen africano (senegalés) con otras del norte del Atlántico, dando lugar a un área de gran riqueza pesquera. Las principales especies desembarcadas son merluza, sardina, bacalao, listado, calamar y atún. Tanto la cantidad como el valor económico de la pesca desembarcada —sobre todo, de altura y gran altura— que oscila entre el 40% y el 50% del total nacional, otorgan a esta región marítima la primera posición en Espña. En ella destacan los grandes puertos de Vigo y A Coruña, junto a Santa Eugenia de Ribeira (La Coruña), Marín (Pontevedra) y Villagarcía de Arousa (Pontevedra). Por otro lado, la acuicultura presenta enormes perspectivas de desarrollo, por lo que en esta región se concentra la mayoría de los parques y viveros, especializados en la producción de mejillón; se concentra en las Rías Bajas esencialmente (Cambados, Villagarcia, Grove, etc.).

  • La región cantábrica comprende las costas asturianas, cántabras y vascas, siendo la segunda región por tonelaje desembarcado y la tercera por valor económico. Tiene un litoral formado por una plataforma continental estrecha, excepto en el golfo de Vizcaya. Destacan los puertos de Pasajes (desembarco de bacalao), Ondárroa, Bermeo, San Sebastián, Santander, Avilés, Gijón y Santoña. Entre las capturas destacan los túnidos y la anchoa, junto a otras especies, como el jurel y la pescadilla-merluza.

  • La región suratlántica se extiende desde Ayamonte (Huelva) hasta la Línea de la Concepción (Cádiz). Es la tercera región pesquera española en importancia, y tercera en cuanto a tonelaje desembarcado, pero algunos años es la primera en cuanto al valor económico de las especies, como es el caso de los crustáceos de elevado precio (gamba, langostino, cigala), por lo que aporta casi el 15% del total español; también se pesca la pescadilla, la anchoa, el atún. La mayoría de la flota es de altura y faena principalmente en los bancos saharianos. Los puertos de Algeciras, Ayamonte, Huelva, Cádiz, Puerto de Santa María y Barbate son los más importantes.

  • La región canaria tiene una producción que se basa en la pesca de altura y gran altura.  Sigue muy de cerca a la región pesquera andaluza en cuanto a tonelaje desembarcado, aunque, a veces, la supera en importancia en lo referente al valor económico de las especies capturadas. Tradicionalmente ha faenado en el denominado «banco sahariano» y caladero africano meridional, aunque cada vez con mayores dificultades. En el puerto de Las Palmas se concentra la práctica totalidad de la actividad pesquera canaria, pero tienen también cierta relevancia los de Lanzarote o Fuerteventura. Además, es una base de avituallamiento y descarga para el conjunto de la flota de altura y gran altura de otros países. Destacan los desembarcos de sardina, perrocha y pulpo.

  • La región surmediterránea dispone de una plataforma continental muy estrecha y su relevancia en el conjunto español es reducida. Sus desembarcos consisten en especies de menor valor (anchoa, jurel, pulpo). El puerto pesquero más importante es el de Almería.

  • La región de Levante, en la que las especies desembarcadas son la bacaladilla, la sardina y la perrocha. Los puertos principales son los de Alicante, Cartagena, Santa Pola y Torrevieja.

  • La región de Tramontana es la zona mediterránea más importante por cantidad desembarcada (sardina y perrocha). Destacan Castellón, que concentra la mayor actividad, Tarragona, Barcelona y Valencia. 

  • La región balear dispone de una importante flota artesanal de tipo familiar compuesta por un número elevado de pequeñas embarcaciones. El puerto más importante es el de Palma de Mallorca y su aportación al total nacional es muy pequeña.

La potencia y calidad de los diversos caladeros dependen de un sinfín de condiciones del agua: el clima acuático, a mayor temperatura menos oxígeno, por lo tanto menos vida; la transparencia de las aguas, a mayor turbidez menos visión de los peces que son más fácilmente capturados; la salinidad, el exceso o defecto de sal dificulta la vida de los peces; las cadenas de nutrición (plancton); las condiciones del litoral y el relieve marino, en la plataforma continental, es decir en aguas no muy profundas se realizan la mayor parte de las capturas. Teniendo en cuenta esas condiciones puede afirmarse que las aguas atlánticas son más productivas que las mediterráneas. Por ejemplo, la productividad en las rías gallegas supera en 15 veces a la del litoral de Castellón, que es uno de los más ricos del Mediterráneo.

No obstante, presentan los siguientes problemas: la escasa extensión de la plataforma continental; los recursos hídricos en mal estado; recursos en fase de agotamiento por sobrepesca; y, excesivo equipo pesquero de la flota litoral. Para solucionarlo se han establecido normas que regulan las artes de pesca utilizadas, los tipos de redes, las tallas mínimas de las especies y las normas de repoblación de las mismas, con algunas especies determinadas; se ejerce también un control sobre el número de licencias, o los periodos de veda con las llamadas paradas biológicas, Los caladeros españoles tienen pocas posibilidades, es por esto que se hace necesario buscar otros. Así se consolida una gran flota de altura y gran altura cuyas operaciones se hacen en aguas libres, en los límites jurisdiccionales de los países ribereños.

5.2.2. Caladeros comunitarios e internacionales

La ampliación de las zonas exclusivas de cada país hasta las 200 millas, que se hizo efectiva en los países de la U.E. desde el 1 de enero de 1997, supuso la reducción de la actividad pesquera española en una serie de áreas en las que pescaba tradicionalmente, sobre todo en las costas del Sur y Oeste de Irlanda y en el golfo de Vizcaya, desapareciendo las ¾ partes de la flota de arrastre que faenaban allí, afectando especialmente a las flotas gallega y vasca.

El nuevo régimen jurídico de aguas jurisdiccionales se convirtió en definitivo con la aprobación en 1982 por Naciones Unidas del Derecho del Mar, lo que provocó el tener que negociar acuerdos y convenios con distintos países costeros para solucionar los problemas de la flota española. Se viene sugiriendo la utilización de la figura de la empresa pesquera conjunta, que permite la pesca en los países colaboradores y a España dar salida a una flota desmesurada en relación con los recursos propios.

Dadas las limitaciones del caladero nacional y la demanda de pescado del mercado español, desde hace muchos años la flota española de altura faena en caladeros ajenos, principalmente en la plataforma europea, la costa del Sahara, Marruecos, Mauritania y Senegal. Los recursos pesqueros en las aguas internacionales están controlados por las organizaciones regionales de pesca que se crean mediante acuerdos internacionales; su labor es esencial en la lucha contra la pesca ilegal y las prácticas pesqueras destructivas. 

Los caladeros del Atlántico noroeste forman parte de las aguas de la Unión Europea, con excepción de Noruega e Islandia. La integración española en la política de pesca común ha supuesto tanto el establecimiento de unas cuotas de producción como la reducción del número de barcos autorizados a faenar en aguas comunitarias como el caladero de Gran Sol. Este es un caladero muy productivo en el que pescan las flotas de arrastre gallega y vasca dedicadas al rape, jurel, anchoa, merluza y bacalao.

Para que los barcos de un país puedan faenar en la Zona Económica Exclusiva de otro país se firman acuerdos pesqueros entre los gobiernos. Como miembro de la Unión Europea, España no puede negociar bilateralmente con los países no comunitarios, sino que es la propia Unión Europea la que firma los acuerdos. Los derechos de pesca sobre otros países pueden tener varias modalidades: en unos casos se conceden a cambio de ayudas financieras o técnicas por parte de la UE, en otros es a cambio de concesiones comerciales o de trueque de mercancías. Cuando un país no necesita nada de lo anterior la situación resulta difícil. Es el caso de Canadá que no necesitaba firmar ningún acuerdo con la UE del tipo de los tres anteriormente citados; así, en febrero de 1995 pudo mantener una posición de fuerza e imponer una severa limitación de las capturas de fletán negro en sus aguas e incluso en las aguas internacionales adyacentes. Para España, Marruecos es el país que más problemas genera en este aspecto; en las últimas décadas, para facilitar los acuerdos, se ha recurrido a la creación de empresas mixtas, en las cuales el capital es español y la tripulación está formada por españoles y marroquíes.

La flota española pesca en las aguas internacionales de los siguientes caladeros:

Miguel Medicis S.A.
  • La plataforma continental atlántica norteafricana es una de las más productivas del mundo (sardina, merluza, cefalópodos y gambas), debido a la corriente fría de Canarias. En aguas de Marruecos, Mauritania y Senegal se pescan cefalópodos y merluza.

  • La flota española faena sobre todo en los caladeros del Atlántico noreste y noroeste, en aguas de Groenlandia, Terranova y Noruega (fletán, bacalao, pota y calamar) y en las controladas por las organizaciones NAFO Y NEAFC.

  • En los del Atlántico sur y de la Antártida, controlados por la CCAMLR, pescan los arrastreros congeladores y, mediante acuerdos de la UE con terceros países y en algunos casos con sociedades mixtas, en aguas jurisdiccionales de Argentina (merluza y calamar), Brasil, Chile  (pez espada), Angola y Namibia (jurel, sardina, marisco y merluza). 

  • Más recientemente, la actividad pesquera se ha extendido a los caladeros del océano índico occidental donde se pesca atún, merluza y marisco en las costas de Mozambique y Madagascar con barcos congeladores, y Seychelles (crustáceos, merluza, …).

  • En las aguas libres del Atlántico, aguas internacionales adyacentes a las costas de Portugal, Azores y España: bonito, pez espada, marrajo.

  • Mauritania y Senegal: merluza negra, atún…

  • Caladero argentino, Chile y Malvinas: merluza negra.

5.5. Importancia creciente de la acuicultura

5.3.1. Condicionantes de la nueva actividad

Como España es el segundo país del mundo, después de Japón, con mayor consumo de pescado, y vistos los problemas de sobrepesca de los caladeros nacionales y las dificultades de negociar acuerdos pesqueros en caladeros ajenos, la acuicultura aparece como una interesante alternativa. Esta actividad económica se define como el cultivo o cría de especies vegetales y animales acuáticos, marinos o de agua dulce. Comprende tres actividades principales: cría de peces marinos, cría de mariscos y cría de peces de agua dulce; de ahí que se desarrolle en los medios marino, litoral y continental. 

En Europa, la acuicultura, con solo el 3% de la producción mundial, es una fuente de pescado de calidad, con condiciones técnicas de producción muy avanzadas, que puede tener un papel muy relevante en la preservación del medio marítimo a la vez que en el desarrollo económico de regiones pesqueras. A su vez, España cuenta con unas condiciones favorables: costas largas y de características diferentes, que permiten diversas utilizaciones; clima apropiado; y posibilidad de explotar especies de calidad que garanticen alta rentabilidad. A pesar de ello, la acuicultura ha tardado en desarrollarse por los elevados costes de instalación, que desanimaron a la iniciativa privada; por la contaminación de las aguas; la irregularidad de los ríos españoles; la escasez de técnicos preparados; y la dependencia del exterior en el abastecimiento de huevos. Por ello, está siendo impulsada, tanto desde el interior del país (Ley de Aprovechamiento de Cultivos Marinos de 1984), que promueve la construcción de instalaciones conjuntas entre la administración central y las autonómicas, como desde de la Unión Europea, que aporta fondos para el cultivo de nuevas especies, la creación de infraestructuras, para promover la investigación de nuevas especies, garantizar la seguridad, la sanidad y el bienestar de los animales, evitar la contaminación, y la incorporación de trabajadores del sector pesquero tradicional.

5.3.2. Clasificación y caracteres

La acuicultura marina, diferente de la de agua dulce (piscifactorías de truchas, por ejemplo), puede ser extensiva e intensiva. En la forma intensiva, se controla el engorde de los peces en medios marinos artificiales. Entre estas formas destaca la instalación de «arrecifes» artificiales que sirven para el desarrollo de diversas especies. Entre las formas extensivas, basadas en las propias posibilidades del medio natural marino, destaca el cultivo del mejillón,  mediante bateas (balsas flotantes que se ordenan en polígonos en el mar) instaladas en aguas sin olas y ricas en materia orgánica. La producción obtenida mediante acuicultura en las rías gallegas supone la totalidad de la producción española de mejillón y la mitad del mundo. En cantidad menor, se cultivan ostras, en la costa catalana, y almejas; se está experimentando con el atún rojo, el lenguado y el pulpo. Entre los peces destacan la lubina, la dorada y el rodaballo. La acuicultura marina puede ser extensiva (solo interviene en algunas fases de la producción) o intensiva (interviene en todo el proceso vital de la especie). 

La acuicultura de agua dulce cuenta con más de 2000 piscifactorías. Sus actividades son diversas: cría de peces para consumo humano (trucha arco iris) en Galicia, Cataluña y ambas Castillas; astacicultura o cría de crustáceos (cangrejos rojos, camarones, carpas y esturiones) en las marismas del Guadalquivir y Doñana; y producción de huevos y de animales para la repoblación (alevines de salmón, carpa real, trucha común o cangrejos autóctonos). El problema principal es el continuo crecimiento de los costes de producción, que no puede solventarse con un incremento del precio del producto debido al exceso de oferta y a la competencia internacional.

En 2007, la acuicultura española produjo 284 992 t, con un valor de 496,5 millones de euros, representando entre el 30-40% de la producción y del valor de la pesca española, dando empleo a más de 25.000 personas. Por regiones, en la actualidad existe una cierta especialización, tal como hemos definido con anterioridad: Galicia está especializada en los moluscos, especialmente en el mejillón, en el que es líder europeo, ocupando el 67,2% de la población empleada en España; mientras que Andalucía y la costa mediterránea se han dedicado a la acuicultura de peces (dorada, lubina y rodaballo) adaptados a sus aguas. En el interior, las piscifactorías de trucha se distribuyen por todo el país. Nuestro país ocupa el decimoprimer lugar a escala mundial.

Es, en consecuencia, una actividad reciente que ha experimentado un crecimiento espectacular en las últimas décadas. Su interés radica en que es una fuente de producción pesquera para el consumo humano y en la contribución al sostenimiento económico y desarrollo de las poblaciones y regiones pesqueras. Este rápido crecimiento se debe a la necesidad de abastecer los mercados de productos más competitivos y a la concienciación global e instituciones de la necesidad de proteger los recursos marinos. 

No obstante, la producción acuícola padece algunos problemas, como los elevados costes de instalación y de producción, como ya indicamos, que reducen la competitividad, las enfermedades que afectan a los animales, que originan grandes fluctuaciones en la producción, y la contaminación de las aguas.

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