
4.4 Importancia económica de la actividad pesquera

La pesca y la acuicultura son fundamentales para la alimentación humana (aportan 15% de las proteínas consumidas), para el empleo, para el comercio mundial y su importancia en términos económicos no deja de crecer. La producción pesquera y acuícola mundial ascendió a 177,8 millones de toneladas de animales acuáticos en 2020, según el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) El estado mundial de la pesca y la acuicultura. Esta cifra supone un aumento de más del 80% respecto a los niveles de 1990, por lo que el pescado y otros alimentos acuáticos realizan una contribución cada vez más decisiva a la seguridad alimentaria y la nutrición a nivel mundial. Además, proporcionan un medio de vida a decenas de millones de hogares en todo el mundo. Se estima que, en 2018, 59,51 millones de personas trabajaban (ya sea a tiempo completo o parcial o en forma ocasional) en el sector primario de la pesca de captura (39,0 millones de personas) y la acuicultura (20,5 millones de personas), lo que supone un ligero aumento con respecto a 2016. Las mujeres representaban el 14% del total, con una participación del 19% en la acuicultura y del 12% en la pesca de captura. De todos aquellos que se dedican a la producción primaria, la mayoría se encuentra en los países en desarrollo, y la mayoría son pescadores artesanales en pequeña escala y trabajadores de la acuicultura. El mayor número de trabajadores se encuentra en Asia (85%), seguido de África (9%), las Américas (4%) y Europa y Oceanía (1% cada uno). Si se incluyen los datos de las operaciones postcaptura, se estima que uno de cada dos trabajadores del sector es una mujer.

Sin embargo, el aumento de la demanda mundial ha entrado en conflicto con los esfuerzos por evitar la sobrepesca y preservar la fauna marina, razón por la cual el papel de la acuicultura ha aumentado considerablemente en las últimas tres décadas, mientras que la pesca de captura se ha mantenido relativamente estable. En 2020, el 49% del suministro mundial de pescado y mariscos se cultivó en lugar de capturarse, frente al 13% de 1990 y el 26% de 2000. Mientras que la carpa, el salmón, las ostras y los camarones son algunas de las especies que se cultivan a menudo en la acuicultura, las anchoas, el abadejo, el atún, el arenque y el bacalao se siguen capturando mayoritariamente en la naturaleza.
Según la FAO, el 89% de la producción mundial de animales acuáticos se destinó al consumo humano directo, y el 11% restante se utilizó en gran medida para producir harina y aceite de pescado.

En 2020, China fue el mayor productor pesquero con diferencia. El país representaba el 15% de las capturas mundiales y el 57% de la producción acuícola, mientras que toda Asia (Japón, Indonesia, Vietnam o India, principalmente) representaba el 84% de los casi 60 millones de puestos de trabajo en la pesca y la acuicultura en todo el mundo. Le sigue América (Perú, Chile, EEUU) y Europa (Noruega, España, Francia).

Uno de los problemas más acuciantes a los que se enfrenta el sector pesquero es el estado de los recursos pesqueros marinos. Según datos de la FAO, la proporción de poblaciones de peces que se encuentran dentro de niveles biológicamente sostenibles disminuyó del 90% en 1974 al 65,8% en 2017 (una disminución del 1,1% desde 2015), con un 59,6% clasificado como poblaciones de peces explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo y un 6,2% como poblaciones subexplotadas. Las poblaciones de peces explotadas a un nivel de sostenibilidad máximo disminuyeron entre 1974 y 1989, y luego aumentaron al 59,6% en 2017, lo que refleja en parte una mejor aplicación de las medidas de ordenación. En contraste, el porcentaje de las poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles aumentó del 10% en 1974 al 34,2% en 2017. En cuanto a los desembarques, se estima que el 78,7% de los desembarques actuales de la pesca marina proviene de poblaciones biológicamente sostenibles.
Otro de los problemas que tiene que afrontar el sector es el de la oculta, es decir, no están declaradas, y se estima que se notifican cifras inferiores a las reales para un 70% de las capturas de la pesca continental. Especialmente crítico es en los países en desarrollado.
En el último informe sobre el la pesca que presentó la FAO en 2022, se daban algunas orientaciones para mejorar la sostenibilidad el sectorr. Entre ellas, podemos destacar:
- Promover la evaluación y el seguimiento de las distintas poblaciones de peces y mejorar la transparencia respecto de las poblaciones y de los países para comprender mejor el estado de la pesca en las escalas geográficas pertinentes.
- Apoyar el desarrollo de objetivos conjuntos de biodiversidad y seguridad alimentaria que reconozcan las compensaciones recíprocas y que sean pertinentes a nivel nacional y local.
- Velar por que los alimentos acuáticos lleguen a aquellos que más los necesitan, en diferentes comunidades de las regiones, y a personas con necesidades individuales diversas en los hogares, a fin de lograr que los niños, las mujeres y los hombres obtengan los micronutrientes, ácidos grasos y proteínas biodisponibles esenciales.
- Garantizar que los agentes de la cadena de valor, en particular las mujeres y los productores y elaboradores en pequeña escala, tengan capacidad para aprovechar oportunidades y obtener su proporción justa de beneficios y participar totalmente en sistemas alimentarios sostenibles y equitativos.
- Reducir el desperdicio y aumentar la utilización desarrollando nuevos productos y mercados.
- Responder al cambio climático mejorando la ordenación de la pesca por medio de la aplicación de enfoques intersectoriales, holísticos y precautorios que logren solidez ante la variabilidad, más que estabilidad.
Obra publicada con Licencia Creative Commons Reconocimiento Compartir igual 4.0