Se puede entender como la organización de elementos espaciales y nodales que se entrelazan entre sí y que en su conjunto intersticial, vacío o construido, conforman la estructura de la ciudad. Forma de ordenarse en el interior de la ciudad sus espacios públicos (calles, plazas), sus manzanas, parcelas y edificios, así como los grandes espacios abiertos que forman parte de ella (parques, playas, riberas de ríos, etc.). Puede hablarse de entramado de manzanas cerradas (o entramado cerrado) cuando los edificios se disponen de forma continua, sin dejar espacios vacíos en sus parcelas; o de entramado de manzanas abiertas (o entramado abierto), cuando los edificios aparecen aislados o adosados, pero dejando espacios libres entre sí (como las viviendas unifamiliares de las ciudades jardín, las urbanizaciones de chalés adosados o las de bloques rodeados de zonas verdes y aparcamientos propios). Este concepto se aproxima, por tanto, a los de planta urbana o plano urbano, pero posee matices propios porque incluye un sentido expreso de textura o conjunto de estas, que en ocasiones refleja trazados procedentes y que lo asocian, prácticamente como sinónimo, a tejido urbano, que hace referencia a la disposición de formas diversas en las partes de un cuerpo, entrecuruzándose, agrupándose o dispersándose.