
4.4 El urbanismo en el siglo XXI. Hacia la ciudad sostenible

La ciudad actual es un resultado del sistema productivo que surge de la segunda revolución industrial del siglo XX. Este nuevo sistema productivo tiene su pleno desarrollo durante la segunda mitad del siglo, y en España, sobre todo, a partir de los años sesenta. Se trata de una economía basada en la fábrica y en las tecnologías del proceso industrial, con un modelo de movilidad centrado en el vehículo automóvil y el motor de combustión interna; un sistema energético basado en la electricidad y en los derivados del petróleo, junto con otros factores, determinan un urbanismo que lleva a la ciudad dispersa en el territorio, a la especialización de usos urbanísticos, con áreas de oficinas en el centro, centros comerciales y de ocio en las afueras y barrios residenciales conectados por autopistas y a la creación de nuevos espacios de actividad económica que se desarrollan en los polígonos industriales situados fuera de las ciudades. En este tipo de ciudad la mayor parte de los componentes de la vida (trabajo, vivienda, ocio ... ) están separados. Junto a estos hechos, las ciudades actuales presentan una serie de retos de dífícil solución como son:
- Infravivienda y urbanización Informal
- Ausencia generalizada de Vivienda Asequible
- Incremento del Área Urbanizada y Disminución de la Densidad Urbana
- Incremento del coste per cápita de los Servicios Urbanos
- Colapso de los Modelos Financieros Locales
- Escepticismo y/o desconfianza en los modelos actuales de gestión urbana
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Figura 71. Modelos de desarrollo urbano. Fuente: Geografía física y humana (Antonio Fernández Fernández |
Figura 72. La ciudad dispersa. Polígono industrial en Manzanares (Ciudad Real) |
Sin embargo, y a pesar de ello, actualmente, en los países desarrollados, se asiste a un proceso de cambio en el sistema productivo, hacia un nuevo modelo en el que la fábrica industrial tradicional se transforma en una cadena de valor global, en el que cada elemento se relaciona con otros muchos, y todo el conjunto suele estar coordinado por uno o varios agentes que dominan dicha cadena. En este sistema, la innovación, el conocimiento y la creatividad tiene un valor capital. Estas personas desean vivir en una ciudad distinta, en un nuevo modelo de ciudad diferente a la que existe, la ciudad del siglo XXI.
Nos encontramos, pues, en un momento de transición en el que se está conformando el llamado “nuevo modelo productivo”, formado por actividades relacionadas con la producción avanzada (advance manufacturing), la robótica, las tecnologías de la información, las ciencias de la vida, las tecnologías médicas, los nuevos materiales, la nanotecnología, la fotónica, las energías limpias, etc., esto es, las tecnologías que a escala europea se han venido a denominar las KET o Key Enabling Technologies. Son las tecnologías que forman parte del nuevo núcleo tecnológico que determina las nuevas actividades económicas. Este nuevo núcleo tecnológico requiere, para su pleno desarrollo, de un nuevo modelo de ciudad, un nuevo modelo de urbanismo que debe ser resultado de la integración de disciplinas como la innovación, la tecnología, el nuevo modelo energético, las políticas educativas y sociales y, por supuesto, las políticas económicas e industriales, todo ello con una visión global, integral del fenómeno urbano.
Este nuevo modelo de urbanismo se basa en tres ejes: la sostenibilidad medioambiental o, lo que es lo mismo, un diseño urbano capaz de reducir su huella en el ecosistema en el que se encaja; la sostenibilidad económica, que es la viabilidad económica de los proyectos de este nuevo urbanismo; y la sostenibilidad social, es decir, que los nuevos proyectos respondan a demandas sociales y a una mejora de la calidad de vida de la población. Los preceptos de esta ciudad sostenible serían:
- Ser capaz de controlar el crecimiento urbano en función de criterios tanto medioambientales como de calidad de vida de los ciudadanos.
- Apostar por el diseño de ‘la ciudad de los 15 minutos’; es decir, que deje atrás la sectorización por áreas (el barrio comercial, el barrio donde de los colegios, el barrio de ocio, etc.) de forma que los ciudadanos tuvieran acceso a la mayoría de sus necesidades esenciales en su entorno más cercano, a menos de 15 minutos a pie o en bicicleta, reduciéndose así los desplazamientos en coche.
- Seguir un desarrollo orientado al tránsito (DOT). Se trata de urbanizar tomando como columna vertebral el sistema público de transporte y no al revés, enfocándose siempre a la promoción del tráfico no motorizado y la reducción del uso de los automóviles.
- Destinar un porcentaje entre el 30 y el 40% a espacios verdes.
- Construir edificios de poco tamaño y que incluyeran sistemas energéticos ecoeficientes y jardines verticales, además de contar con generadores de energía renovable tanto en construcciones residenciales como comerciales.
- Impulsar una gestión de recursos (agua, electricidad, gas, etc.) centrada en la eficiencia y la reutilización. Por ejemplo, con la separación de aguas fecales y la procedente de la lluvia, que necesita menos tratamientos de depuración para usarla para el riego de zonas verdes.
- Promover una gestión de residuos diferenciada y bajo la premisa del concepto ‘de la cuna a la cuna’; es decir, no solo centrarse en la filosofía de las tres R (reducir, reciclar, reutilizar), sino utilizar directamente materiales y bienes no contaminantes.
- Destinar zonas de la ciudad a infraestructuras generadoras de energías limpias y plantas de reciclaje.
Bajo estos preceptos, se han ido proponiendo proyectos urbanísticos, algunos con un claro carácter futurista, aún por materializarse, pero otros si se han llevado a cabo. Estos nuevo proyecto acogerán a miles de ciudadanos en edificios de madera o de materiales biológicos y crearán vecindarios menos contaminantes que puedan generar su propia energía y sean autosuficientes. Están rodeados de zonas verdes, tienen huertos urbanos para autoabastecerse y en los peatones y las bicicletas son los que mandan y el resto de vehículos son autónomos o eléctricos. Algunos de estos nuevos incluso están pensados con criterios para hacer frente a las pandemias y situaciones de confinamiento. Algunos de estos proyectos se aprobaron hace más de 20 años, pero la crisis económica de la década anterior los paralizó en parte, si bien algunos se han ido completando y podemos examinarlos con una cierta perspectiva. Entre estos proyectos podemos señalar:
1. Copenhague, modelo de urbanismo sostenible
Copenhague, capital de Dinamarca, con casi 800.000 habitantes en su área urbana y 1,3 millones de ciudadanos en la zona metropolitana, se ha marcado como objetivo la neutralidad climática en 2025. En caso de lograrlo, se convertiría en la primera capital del mundo con cero emisiones frente a ciudades como Washington, que apunta al año 2050. Esto ha supuesto una profunda transformación de la ciudad hacia un futuro cercano sostenible. Partía de unos niveles muy degradados. Como explicó el experto danés en urbanismo Jakob Norman-Hansen, en los años 80 la ciudad de Copenhague “estaba prácticamente en quiebra, era una ciudad muy sucia y un lugar muy industrializado, con un agua muy contaminada”. Durante los 90, Dinamarca emprendió algunas acciones decididas a revertir la situación en todo el país y, concretamente, en su capital. Los pasos que se dieron fueron muy claros y contundentes.
Por una parte, la movilidad verde: la mayoría de ciudadanos no tiene ni utiliza coche. Al contrario, circulan por la capital unas 675.000 bicicletas por 120.000 coches, y ello se debe al gran despliegue y financiación público-privada de la infraestructura ciclista. Esto ha dado lugar a que seis de cada diez habitantes de Copenhague utilizan la bici para ir al trabajo.
En segundo lugar, está la apuesta por energías renovables. Copenhague cuenta con una planta de generación de energía eléctrica a partir de residuos, dando un impulso único a la biomasa.
En tercer lugar, la ciudad utiliza las nuevas tecnologías como la monitorización y el big data para racionalizar el uso del transporte y de la energía. Desde 2016, han conseguido de esta forma reducir drásticamente las emisiones contaminantes de los sistemas de calefacción.
Por último, el replanteamiento de los espacios públicos y un urbanismo inteligente. Desde 2010, es obligatorio que todos los edificios de nueva construcción incluyan azoteas verdes, capaces de absorber partículas contaminantes y aprovechan hasta un 80% de las abundantes precipitaciones en la ciudad.
Además, un cuarto del área urbana de la ciudad consiste en espacios verdes (parques, lagos, costa o áreas naturales). Y algunos de ellos, como recordó Norman-Hansen, sirven para combatir los efectos del cambio climático y “mantener el agua a raya”. Infraestructuras sencillas y disfrutables por los ciudadanos que, además, son “un 50% más baratas que hacer tuberías y agujeros”.
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Figura 73 a. Copenhague. Viviendas Mountain | Figura 73 b. Copenhague. Cobe, ciudad de los niños. |
2. Friburgo
Desde que se tomara la decisión de desviar el tráfico de automóviles del centro de la urbe y reforzar la oferta de transporte público, sus datos no han hecho más que mejorar: ha reducido en un 20% sus emisiones desde los años 90 y aspira a reducirlas otro 50% en 2030. Los ciudadanos incluso disponen de su propio medidor de CO2.
Asimismo, la ciudad alemana alberga un emblema de la construcción sostenible: el rascacielos Bugginger Strasse 50, considerado el primer edificio pasivo de gran altura energéticamente eficiente del mundo. Sin olvidar que edificios públicos, viviendas, negocios, industrias, instalaciones académicas y hasta el estadio de fútbol local están cubiertos por paneles solares.
La participación ciudadana en este proceso ha sido decisiva en Friburgo. Así, en un referéndum organizado en 2019 los vecinos decidieron que en el barrio de Dietenbach se construyan 6.500 viviendas asequibles con equipamientos y espacios comerciales y de servicios siguiendo criterios ecológicos. Se trata de 60 hectáreas que pasarán a formar parte de un barrio climáticamente neutro, un proyecto que está asociado con el C-Track 50, organismo financiado con fondos europeos que planifica junto a los municipios la manera de que estos sean menos contaminantes. En esta zona de Friburgo se espera fomentar la movilidad activa y las opciones de coche compartido. Los edificios se abastecerán de energía solar y fuentes de calor alternativas procedentes del aprovechamiento de los residuos, se fomentarán las fachadas verdes y se aprovecharán los espacios abiertos y naturales del entorno. En otros barrios de la ciudad alemana se han ido haciendo importantes intervenciones tendentes a reducir la presencia del coche, facilitar el transporte sostenible y la eficacia energética.

3. Otrtas iniciativashacia la sostenibilidad urbana
San Francisco, en Estados Unidos, se ha convertido en un ejemplo en el tratamiento de desperdicios de los vertederos. El 80% de sus residuos se reducen, reutilizan, reciclan o compostan con el objetivo de lograr la tasa cero de deshechos.
Con 52 metros cuadrados de espacio verde por habitante, la ciudad brasileña de Curitiba es la más verde del mundo. Parques que también cumplen una función ecológica en la gestión de las aguas pluviales. Asimismo, los gobernantes impulsan el mantener limpia la ciudad a través de programas que canjean basura y materiales reciclables por tickets de autobús, comida o dinero en efectivo.
Para hacer frente a su enorme problema de tráfico desordenado, Dar es-Salaam, en Tanzania, puso en marcha en 2016 el sistema Dar Rapid Transport Project (DART), un proyecto de movilidad que ha cambiado buena parte de los buses de la ciudad para sustituirlos por otros más eficientes, renovando además las infraestructuras y trayectos. La iniciativa ha sido un éxito, y hoy día más de 200.000 personas utilizan cada día esa forma de transporte.
Por último, Auckland, en Nueva Zelanda, impulsó en 2014 el Plan de Gestión y Minimización de Residuos para solucionar un grave problema: más de un 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero procedían de residuos, principalmente por el metano que se produce al descomponerlos en los vertederos, veinte veces más potente que el CO2. En los últimos años, estos residuos se procesan en una instalación de compostaje, reduciendo las emisiones y convirtiendo los deshechos en un recurso para la agricultura.
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Figura 75. Dar Es Salaam (Tanzania) | Figura 76. Auckland. Mount-Eden |
En España también se han dado algunos pasos hacia un urbanismo sostenible. Barcelona anunció en 2016 las llamadas superislas o supermanzanas, agrupaciones de nueve manzanas en los que el tráfico queda restringido a las calles circundantes, de modo que muchas otras vías quedan libres para la circulación de peatones y ciclistas. De esta forma, permiten una reducción de la contaminación y ofrece más espacios al aire libre a los ciudadanos. Pese al recelo inicial, la mayor parte de los residentes de estas zonas han dado la bienvenida al proyecto.
Y es que según el estudio Changing the urban design of cities for health: The superblock model, si se creasen las 500 supermanzanas que se han planteado en la ciudad condal, se reducirían 230.000 viajes de vehículos a la semana.
Al proyecto de superilles de Barcelona se suman los llamados ecobarrios o barrios sostenibles puestos en marcha en España. Su objetivo: lograr la eficiencia energética total y tratar de ser autosuficientes. El distrito de Sarriguren, pedanía a cinco kilómetros de Pamplona, fue el primer ecobarrio de nuestro país, y logró en 2008 el Premio Europeo de Urbanismo por sus criterios arquitectónicos sostenibles y ecológicos. Las viviendas tienen un consumo energético un 60% inferior a las convencionales y están rodeadas de 600.000 metros de áreas verdes.
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Figura 77. Propuesta de supermanzana en Barcelona |
Un ejemplo paradigmático de ciudad sostenible se está desarrollando en Vitoria. Veamos un vídeo sobre este ciudad
A manera de resumen final, podemos señalar que las ciudades del siglo XXI pretende caminar hacia la sostenibilidad de su esencia urbana, lo que significa avanzar en los siguientes aspecto:
1. Transporte público, asequible, eficaz, que reduzca el uso del automóvil y con ello las emisiones contaminantes.
2. Barrios en los que se puede caminar y andar en bicicleta (15 minutos)
3. Propiciar el uso de energías limpias (solar principalmente).
4. Edificios ecológicos que utilicen sistemas inteligentes de calefacción y refrigeración, materiales de construcción naturales, ailamientos,. techos verdes y uso de paneles solares.
5. Producción de alimentos, mediante huertos urbanos.
6. Recursos públicos accesibles
7. Uso eficiente del agua
8. Espacios verdes públicos
9. Gestión eficiente de los desechos
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