
8. La ciudad como ecosistema

La ciudad puede estudiarse como un ejemplo claro de ecosistema. Un ecosistema es un sistema formado por los organismos vivos o biocenosis, el medio físico donde viven o biotopo, y las relaciones que establecen entre sí. en el caso de las ciudades, su biocenosis sería la población urbana que habita en edificios urbanos y desempeñan determinadas funciones, y su biotopo está constituido por la topografía del lugar y por un microclima* caracterizado por temperaturas más elevadas que las del entorno. Entre la población y su entorno se establecen relaciones, en este caso de dominio. Por otro lado, como todo ecosistema, la ciudad requiere del aporte de materias y energía que no puede producir por si misma, y produce una serie de productos, que sirven para abastecer a su población pero que también puede intercambiar con otros ecosistemas urbanos y, también, crea desechos que tiene que expulsar fuera. Cada vez son mayores las necesidades de agua, energía, suelo urbanizable y materias para abastecer a la ciudad y mayores, igualmente, los desechos que produce. Todo ello supone una explotación de los recursos del entorno y unos impactos que afectan tanto a la calidad de los ciudadanos como de dicho entorno.
Aspectos como la modificación del ciclo hidrológico, la contaminación atmosférica, la contaminación del agua y el aire, exceso de ruido, etc., son algunos de los efectos perniciosos de las grandes aglomeraciones humanas en las ciudades que contrarrestan los positivos que podemos obtener de la vida urbana. De ahí que se hable de la ciudad como un ecosistema insostenible.
La idea de analizar la ciudad como un ecosistema no tiene solo interés cultural o científico. Es útil también para aportar soluciones propias del funcionamiento interno de la ciudad, por ejemplo, para establecer qué limitaciones se pondrán al tráfico y al estacionamiento de los vehículos, dónde se situará la actividad productiva, qué combustible se pueden usar para las calefacciones, qué servicios colectivos van a potenciarse, qué tasas deben pagar los usuarios, cómo disminuir los costes de mantenimiento, etc. Cualquier
decisión parcial, tiene unas repercusiones directas e indirectas sobre otros sistemas urbanos, por tanto es la solución ecosistémica la única solución válida ante problemas actuales. Es por tanto en las soluciones al problema de la insostenibilidad urbana, donde
verdaderamente es oportuno plantear enfoques ecosistémicos.
Desde esta perspectiva ambiental, se introduce el concepto de metabolismo urbano, que hace referencia al funcionamiento ambiental de las ciudades y contempla innumerables flujos de entrada y salida con, principalmente, tres entradas o inputs (agua, alimentos-materiales y combustibles-energía) y tres salidas o outputs (aguas residuales, residuos y contaminantes atmosféricos). El grado de eficiencia de estos flujos va a caracterizar la presión sobre otros ecosistemas. El balance de esos flujos es totalmente abierto e inestable: priman los factores productivos y acumulativos frente a los equilibradores, por lo que los sistemas urbanos escapan del control natural: la presión sobre el territorio de los usos y actividades urbanas supera en muchas ocasiones la capacidad que los sistemas naturales tienen de proporcionar servicios, y la de asimilar los residuos de dichas actividades. De aquí se deriva la insostenibilidad del sistema.

Así pues el gran desafío que tienen los ecosistemas urbanos es garantizar la calidad de vida de las especies que lo habitan y disminuir la presión que ejercen sobre otros ecosistemas, principalmente reduciendo la demanda de los servicios de abastecimiento y regulación que proporcionan. Las propias condiciones de habitabilidad en los ecosistemas urbanos van a depender de cómo se gestionen esos flujos de servicios de los que se nutren. Para ello es necesario que sus ciclos sean más autónomos y menos dependientes de otros ecosistemas. Es necesario disminuir la demanda de agua, energía y materiales potenciando el reciclaje, la reutilización, la rehabilitación, la producción y eficiencia energética, etc. Es imprescindible generar mayores espacios públicos en los que se eliminen los impactos negativos sobre la calidad de vida de los individuos (contaminantes, barreras para la accesibilidad) y se permita la penetración de los ecosistemas cercanos a través por ejemplo de corredores verdes o de la conservación de parte de los ecosistemas originales en los que se asientan.
En definitiva, es preciso garantizar la sostenibilidad del sistema urbano.
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