Cuanto más grande es una ciudad, más cantidad de funciones posee y mayor es su complejidad. A veces sucede que alguna función específica se halla en el origen fundacional de una ciudad (un puerto comercial, un lugar de peregrinación, etc.) o es base de su actual especialización económica y cultural.
— La función residencial
La función residencial conlleva necesariamente una serie de equipamientos e infraestructuras para asegurar el bienestar y el correcto funcionamiento. La función residencial se extiende por toda la ciudad pero puede ser escasa en el área más central y prácticamente nula en las zonas industriales.
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El casco antiguo, si no ha sido rehabilitado, acaba siendo un barrio residencial degradado, con pocas comodidades y servicios. Por eso lo habitan personas sin muchos recursos. Aprovechando que son barrios muy céntricos, a veces se inician procesos de gentrificación, se rehabilitan locales para comercios, restaurantes, etc. El turismo es un destacado agente gentrificador. Todo ello supone el conflicto con los antiguos residentes y su práctica expulsión, ya que los precios empiezan a subir y resulta prohibitivo residir allí.
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Algunos ensanches de los siglos XIX y XX siguen siendo áreas residenciales de prestigio. Pero las nuevas clases acomodadas prefieren habitar en barrios exclusivos, a menudo en la periferia, con buenas condiciones de servicios y equipamientos. Las antiguas viviendas del centro son ocupadas por oficinas o por personas con menor poder adquisitivo.
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En las zonas más periféricas acostumbran a localizarse barrios obreros, dado que los precios del suelo suelen ser más bajos. La red de transportes no siempre es buena, lo que dificulta la integración social y cultural con el resto de la ciudad.
— La función comercial
Los intercambios de productos y de servicios son propios de las ciudades tanto antiguas como contemporáneas. Así, la importancia de las ferias y de los mercados fue decisiva en muchas ciudades medievales. En la actualidad las actividades comerciales se han multiplicado enormemente y abarcan cada día más productos, aspectos, ámbitos y escalas. Hoy las ciudades contienen desde pequeñas tiendas especializadas hasta grandes centros comerciales, y se ofrecen desde alimentos de primera necesidad hasta objetos de diseño exclusivo.
El comercio y las relaciones a gran escala están íntimamente vinculados a las facilidades de transporte y de comunicación. Por esta razón, en las ciudades modernas tienen mucha importancia la existencia de aeropuertos que conecten con muchos otros aeropuertos, estaciones de ferrocarriles (especialmente los de alta velocidad), centros logísticos (o puntos de interconexión modal entre rutas terrestres, marítimas y aéreas), etc.
Las funciones comerciales crean, a su vez, muchas actividades derivadas (como las de almacenamiento y distribución), pero también otras relacionadas (como las compañías de seguros, bancos, gestores, publicidad, etc.).
- La función industrial
La industria ha tenido mucha importancia en el desarrollo y la morfología de la ciudad contemporánea. Todavía hoy es posible ver fábricas, talleres y almacenes mezclados con las viviendas en muchas partes de la ciudad: acostumbran a ser actividades limpias, que requieren poco espacio y energía, y que guardan una estrecha relación con otras actividades cercanas de las que son proveedores o clientes.
La función industrial tiende a producirse en las zonas urbanas, ya que atrae población y servicios, y afecta al paisaje urbano porque necesita grandes espacios y buenos accesos. Las industrias más tradicionales (sobre todo las que ocupan mucho espacio, contaminan, hacen ruido, etc.) se localizan en polígonos industriales, alejadas del centro de las ciudades y en lugares bien comunicados, donde el precio del suelo es más asequible. La distancia que separa estos polígonos en relación a las zonas residenciales obliga a los trabajadores a realizar movimientos pendulares, es decir, idas y venidas al trabajo en vehículos particulares
— La función política y la función administrativa
Los poderes políticos acostumbran a asignar las funciones políticas y administrativas a ciudades que, en general, tienen muchas funciones económicas, y están localizadas en nodos centrales bien comunicados o que, históricamente, han tenido un gran peso en la identidad de un territorio determinado. La capital (de un país, región, provincia, comarca o distrito) es la ciudad que aglutina estas funciones políticas y administrativas según cada nivel y jerarquía: Es por ello que las capitales suelen ser lugares donde abundan los funcionarios públicos, la burocracia y las empresas dedicadas al terciario superior.
La cercanía a los poderes políticos es un argumento utilizado habitualmente por muchas empresas privadas, instituciones públicas y organismos financieros o de gestión para establecerse también en la capital.
— La función cultural
Hay ciudades que poseen grandes museos y edificios monumentales o que se dedican a organizar conciertos, congresos, festivales y todo tipo de eventos artísticos. Tradicionalmente esto era una muestra de la riqueza y la creatividad local, pero cada vez más se están llevando a cabo como una fuente de atracción de turistas y visitantes.
Algunas ciudades tienen su origen en una función religiosa, al ser considerados santuarios o lugares sagrados. En los lugares donde fieles y peregrinos acuden masivamente para realizar sus prácticas de devoción se requiere la organización de transportes, alojamientos, restaurantes, venta de objetos, etc., lo que puede suponer una importante fuente de riqueza. Además, habitualmente, la religión tiene notables implicaciones arquitectónicas, dado que comporta la construcción de templos y otros edificios específicos cuya singularidad y excepcionalidad, además, suele convertirlos en hitos artísticos a lo largo de los tiempos.
Existen también ciudades que se especializan en educación e investigación, al integrar universidades e instituciones relacionadas. A veces las aulas, laboratorios y bibliotecas se concentran en áreas específicas (llamadas campus) y generan paralelamente la existencia de librerías, residencias para estudiantes, restauración, actividades culturales, etc.
— La función lúdica y turística
Determinadas ciudades tienen como función principal el turismo y el ocio, ya sea debido a los atractivos de su patrimonio cultural o histórico, como Granada o Tarragona, o por sus elementos naturales (playas, paisajes, etc.) como Santa Cruz de Tenerife o Donostia/San Sebastián. La actividad turística implica la existencia de un amplia oferta de servicios (hoteles, restaurantes, comercios). Los visitantes incrementan la población temporal de la ciudad y los problemas y necesidades (provisión de alimentos, de energía, de recogida de residuos, de transporte, etc.) pero también los beneficios económicos y la promoción de la ciudad.
Numerosas ciudades, ante el declive de la industria, apuestan por atraer turistas con campañas de marketing, que promocionan y publicitan los atractivos de cada ciudad. Además, se organizan eventos (exposiciones, ferias...) o se construyen edificios espectaculares (nuevos museos o estadios).
— La función militar
Antiguamente la función militar era el motivo fundacional para muchas ciudades ya que servían como refugio, fortaleza o base estratégica. Todavía hoy es posible apreciarlo en el plano de ciudades como Ceuta o Toledo. Actualmente algunas ciudades, por el hecho de estar situadas en lugares estratégicos, fronterizos o de paso, o porque son bases aéreas o navales (Ferrol o Rota), se han mantenido activas convirtiéndose en nudos de comunicaciones o centros de la industria bélica.