
5.3 Modelos de estructura urbana

La existencia de unos elementos básicos, organizadores de la estructura urbana y de unos factores explicativos de la localización de los principales usos del suelo urbano respecto a ellos han posibilitado la formulación de diferentes teorías que tratan de explicar las regularidades geométricas existentes en el interior de la ciudad, buscando patrones comunes que facilitaran el estudio de la estructura interna de la ciudad. A continuación citaremos, brevemente, algunos de los principales modelos propuestos.
1. Los modelos ecológicos de la Escuela de Chicago:
Chicago era a comienzo del siglo XX una ciudad en pleno crecimiento y una amalgama de nacionalidades, etnias, estilos vida, creencias, etc, un verdadero laboratorio para la Escuela de Ecología Urbana, formada por sociólogos que pretendían construir modelos explicativos de la estructura urbana de la ciudad con bases biológicas.
La Ecología Urbana es una rama de la Sociología que estudia la relación existente entre la comunidad humana y el medio urbano. Los ecólogos de la Escuela de Chicago se centraron en el análisis del componente biológico del comportamiento humano, adaptando el estudio de los procesos naturales (competencia, dominación, sucesión-invasión) al medio urbano.
a) El primer modelo que se planteó fue el que propuso en 1925 E.W. Burgess o Modelo de las zonas concéntricas. Según este modelo las diferentes áreas de la ciudad se dispondrían en círculos concéntricos siguiendo el siguiente esquema:
- Zona I: coincidiría con el CBD. Sería la zona de precio del suelo más elevado y con uso más intensivo. Rodeando a este núcleo central se localizaría un área de venta al por mayor, industria ligera y a veces un mercado. La función residencial sería mínima.
- Zona II: es una zona de transición, que rodearía a la anterior. En un primer momento sería una franja suburbana, lugar de residencia de comerciantes y otros ciudadanos. Con el crecimiento de la ciudad, el área entraría en fase de deterioro, convirtiéndose en una zona de vivienda de baja calidad, ocupada por sectores demográficos de bajo poder adquisitivo.
- Zona III: sería el área de residencia de los trabajadores independientes, de fábricas y tiendas, con un nivel superior al anterior.
- Zona IV: sería el área de las mejores residencias, zona de viviendas dirigidas a las clases media y alta, de calidad elevada.
- Zona V: es el área de viviendas unifamiliares suburbanas, la clásica ciudad-dormitorio, a una distancia entre 30 y 60 minutos del centro.
- Zona VI: de carácter fundamentalmente agrícola.
- Zona VII: hinterland de la metrópoli.

El modelo asume que las zonas residenciales a medida que nos alejamos de la zona de transición son más acomodadas.
El modelo de Burgess tiene sus limitaciones. Su estudio se basó casi únicamente en la ciudad de Chicago y estaba restringido a un periodo de tiempo, finales del siglo XlX y principios del XX. cuando el comercio, la industria y la administración estaban localizados en un espacio restringido, ya no es posible mantenerla.
A este modelo le sucedió en 1939 el propuesto por el economista Homer Hoyt, aplicable a la ciudad de Calgary (Alberta, Canadá). Similar al anterior, pero con algunas diferencias destacables, esencialmente, que Hoyt reconocía la existencia de zonas de naturaleza sectorial y no circular, resultado del comportamiento residencial de las clases de alto nivel social. Según este autor, el área de alto nivel social se situaría en la proximidad de la zona de comercio y oficinas del CBD, alejado de la industria, situada en posición opuesta. Cuando la ciudad crece, el sector residencial de renta elevada se expande hacia el exterior, axialmente, según las líneas de transporte que facilitan la comunicación con el centro. Igualmente, los otros sectores se expande también hacia afuera, con lo que se origina una segregación sectorial.
Ambos modelos fueron criticados por su excesiva simpleza geométrica y por su limitada aplicabilidad fuera del contexto geográfico de las ciudades norteamericanas.
En 1945, los geógrafos Harris y Ulman propusieron el modelo de múltiples núcleos, según la cual la ciudad tiene una estructura policéntrica en la que cada uno de esos centros atrae a usos del suelo distintos. Según estos autores, la estructura de la ciudad se articula en base a los siguientes principios:
- El CBD no es el único elemento organizador de la estructura de la ciudad.
- Actividades similares buscan la proximidad de sus usos del suelo respectivos.
- Determinadas actividades son antagónicas (usos del suelo industrial y residencial de clases elevadas).
2. El enfoque de los valores sociales.
Los modelos planteados por la ecología urbana fueron pronto contestados por su concepción determinista y limitadora de la realidad, al asimilar el comportamiento humano al mundo natural.
En esta línea cabe señalar la aportación de W. Firey basada en la introducción de factores de tipo cultural. El sistema de valores o creencias no puede ser comprendido de forma semejante en todos los lugares, sino que varía según cada país, grupo social e incluso cada persona.
Firey realizó un estudio en Boston en áreas de alto estatus social. Según la teoría ecológica clásica, debían haber sufrido la invasión y posterior declive (invasión-sucesión), pero la extraordinaria fuerza de las tradiciones sociales y culturales determinó la resistencia de sus habitantes al cambio a otro sector de la ciudad. Las conclusiones del trabajo de Firey señalan el papel desempeñado por los valores culturales e ideológicos frente al énfasis atribuido por los ecologistas a los valores del suelo como mecanismo determinante de la diferenciación de la ciudad.
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3. El enfoque economicista
La mayor parte de los modelos economicistas se apoyan en los mismos planteamientos del modelo de localización de la actividad agraria de Von Thünen, aunque aplicados al espacio urbano. De manera resumida, las personas y las diversas actividades económicas compiten por el espacio buscando la máxima rentabilidad económica. El lugar de mayor accesibilidad y por tanto de mayor rentabilidad y disputa es el centro urbano.
Existen diversos modelos de este tipo que, resumidamente, establecen una serie de supuestos simplificadores de la realidad, como son:
- Los agentes sociales que intervienen en la toma de decisiones y que afectan a la localización de los usos del suelo urbano, siguen un comportamiento semejante al del homo economicus, esto es, buscan maximizar beneficios.
- La ciudad que plantean como modelo se encontraría situada en una llanura isotrópica, es decir, en un espacio uniforme desde el punto de vista topográfico.
- El CBD sería el lugar de máxima accesibilidad, por lo tanto, objeto de la máxima competitividad.
- Los costos de transporte serían los únicos gastos adicionales a considerar.
- El sistema de transporte estaría distribuido uniformemente por toda la ciudad, y el costo de transporte sería directamente proporcional a la distancia.
- El resto de los servicios, bienes y factores productivos se hallarían repartidos de forma homogénea.
Con estos presupuestos, la distribución de los usos del suelo urbano sería una serie de corona concéntricas donde las actividades económicas más rentables ocuparían una posición más próxima al centro de la ciudad. La competencia por el espacio central se manifiesta de forma distinta según la función urbana considerada.

Cada actividad económica será capaz de pagar un precio o renta por su instalación en la ciudad. Este precio iría disminuyendo conforme nos alejáramos a la periferia. Obtendríamos unas curvas de renta que reflejan los precios de oferta por su localización a diferente distancia del centro. Las actividades más competitivas (como la comercial) obtendrían una rentabilidad económica elevada en la posición central y, en consecuencia, pagarían un precio más alto. El resto de las actividades poseen curvas de renta igualmente descendentes con la distancia, aunque no serían idénticas, ni la capacidad de renta en el centro, ni la variación de la pendiente a medida que nos alejamos del centro de la ciudad.
Superponiendo las diferentes curvas de renta obtendríamos una serie de puntos de intersección, que indicarían los límites donde termina la ocupación del espacio por un uso del suelo y comienza la del siguiente.
Este modelo ha sufrido duras críticas, derivadas de la excesiva simplificación de la realidad y el olvido de factores importantes que determinan la estructura de los usos del suelo de la ciudad. La anisotropía del espacio y la falta de distribución uniforme de bienes y servicios aún podrían ser considerados como factores a introducir en una segunda fase en el modelo.
Más difíciles de mantener son los presupuestos de comportamiento racional subyacentes al concepto de homo economicus, es decir, los hmbres y mujeres no siempre se comportan con racionalidad económica. Además, el coste del transporte, factor fundamental y único a considerar en la variación de la renta económica con la distancia, no es sino uno más de los factores a considerar y no el más importante.
Este tipo de modelos estáticos reflejan una situación de equilibrio como definitiva y no poseen elementos dinámicos que prevean una evolución y cambio a lo largo del tiempo.
4. Percepción y comportamiento en el espacio urbano

A pesar de la racionalidad que deriva de la figura del homo economicus, no siempre el ser humano real actúa con esa racionalidad que se le presume, todo lo contrario. El comportamiento del urbanita deriva de una serie de imágenes que se va creando en función de múltiples factores. Esto es lo que pone en evidencia la llamada Geografía de la Percepción y del comportamiento, enfoque geográfico que deriva de la aplicación de la algunos principios de la Psicología del comportamiento al territorio. La principal aportación de esta corriente es que, según ella, los seres humanos no tienen una percepción abstracta de la realidad, de la ciudad, si no que tiene una serie de imágenes subjetivas que determinarán su posterior comportamiento. Estas imágenes actuarían como sesgos o filtros que limitan su percepción de la realidad que quedaría plasmada en un mapa mental de la ciudad, esto es, su visión de la ciudad y lo que determina sus decisiones. Uno de los autores más destacados de este enfoque es Kevin Linch, autor del libro "La imagen de la ciudad " (1960). Según el autor, existe una marcada relación entre la imagen (mapa mental) que cada individuo tiene de la ciudad y su identificación con ella. Esa imagen dependerá de las vivencias que cada cual tenga con ese entorno urbano, sus recuerdos, los acontecimientos que se hayan producido en él y de los que tenga memoria, los elementos que importan en su vida, como su casa, su barrio, su espacio vivencial, en definitiva. En función de esa percepción, tomamos nuestras decisiones espaciales. Otros geógrafos destacados en este campo son Yi Fu Tuan o Anne Buttimer. Esta perspectiva se ha ido enriqueciendo con otros aportes derivados de las neurociencias.
5. Planteamiento urbano desde la Geografía radical
Los planteamientos de la Geografía radical de finales de los sesenta y principios de los 70, con autores como David Harvey o Henri Lefebvre, sirvieron para romper con los principios de la economía neoclásica sobre la existencia de un mercado coordinador de las libres decisiones de sus miembros. Se imponía una nueva visión científica, que concedía mayor peso a los grupos de presión, por encima de la capacidad de decisión de las unidades familiares.
Además de la postura marxista, más globalizadora en sus planteamientos, las nuevas orientaciones admiten la existencia de conflictos sociales entre los diversos grupos que integran la sociedad, propios de un sistema económico (el capitalista) que tiende a la explotación. Estos conflictos son la especulación del suelo, la segregación socio espacial, la congestión del centro de las ciudades, el aislamiento de ciertos barrios periféricos, la insalubridad y el sub equipamiento de las áreas sociales de nivel más bajo.
El espacio es concebido más como un producto social, fruto del conflicto de intereses que enfrenta a los grupos sociales, que como un espacio neutro donde la racionalidad económica impone un orden determinado. Se pone gran énfasis en el análisis de los procesos sociales subyacentes que en las estructuras espaciales, resultado de los mismos. Una buena parte de estos trabajos ponen de manifiesto el papel desempeñado por los principales actores sociales que intervienen en la construcción de la ciudad y en la estructura urbana resultante, así como en los conflictos urbanos generados, como un reflejo de las contradicciones inherentes a la sociedad capitalista.

El estudio de las características espaciales de la estructura urbana, fundamentalmente del trazado vial (trazado urbano), lo abierto o cerrado de su trama urbana y la forma de su plano urbano se conoce con el nombre de morfología urbana, concepto íntimamente relacionado con la estructura urbana (puesto que son la forma y la función de la ciudad), de modo que es habitual hablar conjuntamente de estructura y morfología urbana.
La relación existente hacia el exterior, es decir, entre una ciudad y su área de influencia o entre varias ciudades, tanto si son lejanas como si forman parte de un aglomerado urbano constituye otro concepto: la jerarquía urbana, estudiado a partir de modelos como la teoría de los lugares centrales. También podría denominarse como el sistema de ciudades (sistema urbano hace referencia a otro concepto).
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