
4.3 El urbanismo en el siglo XX

El último tercio del siglo XIX y los primeros años del siglo XX supusieron un período de gran fecundidad en lo que al urbanismo se refiere. Arquitectos y urbanistas lanzan una serie de propuestas que tratan de dar orden al caos que la revolución industrial había introducido en las ciudades del mundo occidental: de los proyectos de reforma interior a los ensanches pasando por propuestas higienistas y de urbanización verdaderamente ingeniosas. Proyectos como el ya mencionado de ciudad-jardín defendidos por E. Howard (1850/1928), los proyectos de reforma interior de las grandes ciudades europeas como París (Haussmann), Viena (Otto Wagner) o los planes de ensanche de las ciudades españolas como Barcelona (I. Cerdá) o el proyecto de ciudad lineal de Arturo Soria, del que vamos a tratar a continuación.
Arturo Soria y Mata fue un hombre polifacético (filósofo, geómetra, político, periodista, funcionario, inventor y empresario) que mostró una preocupación por la mejora de la habitabilidad urbana y por un retorno a la naturaleza. La peculiaridad de esta propuesta se plasma en la linealidad del plano que buscaba, especialmente, la eficiencia (en las infraestructuras de transporte y la organización territorial) como un punto fundamental de su propuesta pero no renunció a la relación entre el hombre y el medio natural. Soria presentó por primera vez su idea de Ciudad Lineal en 1882, en un artículo periodístico. Posteriormente fue elaborando esta idea y dándole difusión a través de artículos y conferencias, en las que presentaba las bondades de una ciudad basada en la linealidad de las vías de comunicación y en la edificación unifamiliar, siempre bajo los parámetros higienistas y una marcada racionalidad arquitectónica y de diseño urbanístico. Se preocupó por la acometida de aguas, la canalización y otros servicios públicos.
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Figura 59 a. Arturo Soria (1915) | Figura 59 b. Proyecto de ciudad lineal de Madrid. División en manzanas |
Además, la parcelación estaba destinada a favorecer la diversidad social, permitiendo diferentes tamaños de viviendas para acoger a todas las clases sociales. Planteaba unas bajas densidades, basando su modelo en la vivienda unifamiliar. Las manzanas estaban divididas en lotes cuyas dimensiones mínimas eran 400 metros cuadrados. La ocupación de la planta también era reducida, permitiendo introducir jardines y huertas y propugnando así un mayor contacto con la naturaleza. Su lema era una casa para cada familia y en cada casa una huerta y un jardín. En esta línea, abogaba por dar facilidades para la adquisición de vivienda a las familias con menos recursos. En gran medida, su propuesta coincide con las propuestas coetáneas de Ciudad jardín presentadas por E. Howard.
Planeaba la construcción de una ciudad de una longitud de 50 km, de la que, finalmente, sólo se llegaron a construir 5 Km. Los problemas financieros de la empresa promotora (Compañía Madrileña de Urbanización) hicieron fracasar el proyecto.
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Figura 59 c. Ciudad lineal. Sección de una calle | Figura 59 d. Acuarela de la ciudad lineal de Madrid |
A continuación incluimos un vídeo sobre Arturo Soria y su obra.
Otro de los urbanistas del período de transición entre el siglo XIX y el XX que queremos destacar es el francés Tony Garnier, quien ya en 1901 expuso el primer modelo de ciudad industrial de la centuria, experimentado de modo parcial en Lyon en la segunda y tercera década del siglo. En el siguiente vídeo podemos ver algunas de sus aportaciones:
La propuesta de Garnier, la "cité industrielle", consistía básicamente en una ciudad para 35.000 habitantes y en la que sus habitantes, la naturaleza y los objetos convivieran en completa armonía. Para ello desarrolla el concepto de Zonage, es decir, división del espacio urbano en zonas especificas) para cada función urbana: residencial, trabajo, ocio, estudio, transporte, etc., y utilizando materiales modernos (hormigón armado, metal, vidrio). Con esta idea rompía con el concepto tradicional de ciudad compacta. Su propuesta está muy cercana a las ideas utópicas plano no es tan abstracto sino de extremada concreción y realismo, sentando las bases del posterior urbanismo.
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Figura 60. Tony Garnier. Proyecto de cité industrielle. |
Las dos primeras décadas del siglo XX fueron para la arquitectura y el urbanismo una etapa de transición, en los que se fueron abandonando los planteamientos decimonónicos en aras de una mayor simplicidad formal y una mayor racionalidad constructiva. Es lo que se denominó Movimiento Moderno. Como urbanistas más significativos podemos mencionar al austríaco Otto Wagner y su proyecto de Grossstadt para Viena, esto es, la expansión de la ciudad basada en el concepto de zonificación y en la previsión de equipamientos y áreas libres. Pero no sólo se trataba de dotar de equipamientos a la capital imperial si no de dotarla de una personalidad propia que la hiciera imperecedera.
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Figura 61. Otto Wagner y su propuesta de Grossstadt para Viena |
Todavía dentro de los primeros veinte años del Novecientos hallamos otra aportación original al urbanismo, los diseños del italiano Antonio Sant’Elia (1888/1916) para su Ciudad nueva o futurista, una arquitectura en "movimiento", con calles a distintos niveles y cierto sentido anticipador.
En EEUU podemos señalar a uno de los arquitectos más significativos y de mayor influencia, Frank Lloyd Wright, famoso por sus originales edificaciones (Casa de la cascada, casa Taliesin, Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York, etc.) pero también por sus propuestas urbanista, de manera destacada la Broadacre City,
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Figura 62. Frank Lloyd Wright.Maqueta de su proyecto Broadacre. |
El modelo de ciudad que propone Wright parte de la crítica a la civilización industrial urbana, que negaba los valores humanos e individuales más auténticos, y se basa en la búsqueda de una calidad ambiental recuperando la idea del mito de la frontera (mito norteamericano sobre la disponibilidad de «tierra para todos» en el viejo oeste). De este modo, Broadacre City sería una ciudad con un bajísimo índice de densidad, extendida en todas las direcciones, y que se encontraría según Wright en todas partes y en ningún lugar.
Frente a los modos de vida usuales por entonces, en Broadacre, Wright proponía una especie de retroutopía de corte neotecnológico, inspirado por las imágenes espaciales generadas por los propagandistas de la popular ciencia ficción. Era un proyecto claramente en contraposición a lo urbano y que se inspiraría también en una vuelta a los usos agrarios de una Arcadia supuestamente feliz e idealizada. Wright imaginó la disolución de las ciudades en un territorio igualitario cruzado por inmensas vías sin intersecciones a nivel, por las que circularían numerosos vehículos a motor. Y donde además, habría “aerotores”, pequeñas naves individuales para el movimiento personal que surcarían los aires. En definitiva, el proyecto es la antítesis de las grandes ciudades de la época de Wright y la apoteosis de los barrios suburbiales. No era sólo un proyecto urbanístico, sino también socio-político.
UN breve vídeo sobre esta propuesta.
Después de la Primera Guerra Mundial, ante las necesidades de reconstruir una Europa ampliamente desolada, aparecen nuevas concepciones urbanísticas, entre las que sobresale la de la Escuela de la Bauhaus, fundada por el alemán Walter Groppius en 1919 . La Bauhaus aplica al urbanismo el funcionalismo arquitectónico, sobre todo en los nuevos barrios obreros de las más importantes ciudades germanas, constituidos por filas de bloques que repiten orientación y forma arquitectónica. Junto al propio Groppius cabe destacar dentro de la vertiente urbanística del movimiento al que fuera su director entre 1927 y 1930, Hans Meyer, autor comprometido que procura entroncar diseño y construcción con el mundo obrero, a través de formas puras que atiendan a las necesidades populares y respondan a los modos de vida de los ocupantes.
Las ideas de la Bauhaus fueron el origen de lo que se denominó el Movimiento Moderno que se desarrolló en Europa durante los años veinte y treinta. Este movimiento, también conocido como funcionalismo o racionalismo, pretendía la revitalización de la sociedad actuando sobre la arquitectura y el diseño de las ciudades. Sus propuestas fueron puestas en común en los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, que se celebraron por primera vez en La Sarraz (Suiza) en 1928.
Con frecuencia, este movimiento exhibió un compromiso social con el diseño de barrios de vivienda obrera en los que se cuidaban las condiciones higiénicas, la disposición de los edificios para disponer de amplios espacios libres y la composición formal basada en geometrías simples. Este movimiento se opuso fervientemente al historicismo y criticaba la ornamentación en la arquitectura.
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Figura 64 a. Funcionalismo en arquitectura. . Bellavista Klampenborg Denmark. Arne Jacobsen 1934 | Figura 64 b. Funcionalismo en arquitectura. Villa Tugendhat de Brno, República Checa (Ludwig Mies van der Rohe 1930) |
Las ideas de la Bauhauss y del Movimiento Moderno fueron incorporadas por el arquitecto y urbanista suizo Le Corbusier (Charles-Eduard Jeanneret-Gris, 1887/1965), reconocido como la gran figura del funcionalismo, quien les imprimió su sello peculiar y cuyas ideas fueron recogidas en la Carta de Atenas de 1943 en la que se apoya decididamente la planificación como instrumento necesario en el control y la ordenación del dinamismo de la ciudad. Frente a la mezcla de usos de la ciudad tradicional (con todos sus problemas de densificación e insalubridad provocados por la coexistencia de fábricas y viviendas), el urbanismo moderno de Le Corbusier plantea que hay que construir ciudades en que los diferentes usos, las diferentes funciones urbanas, estén separadas en espacios distintos. Surge así un modelo de ciudad basado en cuatro funciones básicas (trabajo, residencia, ocio y circulación) que segrega y especializa cada área urbana en una de esas funciones. Le Corbusier escribió dos importantes monografías: “Urbanismo”, (1924), previa a su diseño del “plan Obús”, destinado a la renovación de la ciudad de Argel, y “La ciudad resplandeciente” (1935), en la que retoma su idea de grandes ejes ortogonales con centros urbanos jerarquizados; estos planteamientos gozaron de gran difusión gracias a la celebración desde 1928 de los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna), de los que fue gran impulsor. Después ya de la IIGM, dio vida a nuevos proyectos urbanísticos y desarrolló la idea del bloque-ciudad, bajo la que la Unidad de Habitación (Marsella, 1947-52), un gran bloque rectangular sostenido por pilotes de hormigón que, además de alojamiento, proporciona servicios comunes, aprovechando al máximo la organización vertical.
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Figura 64. Le Corbusier (1964(). Ejemplo de su propuesta de Unité d'habitation (Marsella, 1952). |
A continuación incluimos dos vídeos en los que se sintetizan las principales aportaciones de Le Corbusier:Vídeos
Contemporánea al funcionalismo y Movimiento Moderno, tenemos que citar las aportaciones del denominado urbanismo socialista, se vincula, lógicamente, al triunfo de la revolución soviética en 1917. En general, el urbanismo socialista pretende la superación de la oposición campo-ciudad a través de la desurbanización y la diseminación industrial, y la construcción de viviendas a corto plazo para dar respuesta a las necesidades de los obreros. La materialización de la ciudad socialista es reflejo de concepciones funcionalistas y comunitaristas, sin diferir en exceso de la ciudad occidental en sus aspectos formales, aunque la no especulación del suelo, la escasez de vehículos privados y el predominio de los colectivos crean una urbe más igualitaria en su morfología, aunque la inmigración en sus grandes ciudades provocaría cierta escasez de viviendas, a pesar de lo reducido de los módulos de habitabilidad media, con valores entre 12 y 20 m2 por persona. entre los autores más significativos de la vanguardia soviética podemos nombrar a Moiséi Gínzburg, (Fundador de la Sociedad de Arquitectos Contemporáneos), los hermanos Leonid. Viktor y Alexandr Vesnín, Konstantín Mélnikov o Iliá Gólosov.
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Figura 65. Vanguardias soviéticas. a) Casa Mélnikov (1928). b) casa de viviendas del Narkomfín (M. Ginzburg, 1930). |
En el urbanismo inmediatamente anterior a la IIGM alcanzó gran influencia la idea de la comunidad como célula base de convivencia humana y marco para el desarrollo de las relaciones primarias entre los individuos, convirtiéndose en base de organización de la ciudad. El intento más sistemático se debió a Gastón Bardet, diseñador de una urbe concebida como conjunto de unidades vecinales agrupadas en barrios, que a su vez se unen para formar la ciudad. El concepto de unidad vecinal fue definido en los años 30 por el arquitecto norteamericano Clarence Perry. La unidad vecinal consiste en un tipo de planificación y diseño que aborda la configuración de los principales componentes físicos de una comunidad. Esto incluye la tierra, usos del suelo, sistemas de transporte, espacios públicos y zonas verdes, cada uno de los cuales tiene un lugar concreto en una jerarquía organizativa dentro de un área definida. Constituye, por tanto, una propuesta de planificación urbana en el que se tienen en consideración cuestiones como el tamaño de la zona residencial, que debe proporcionar viviendas a todos los habitantes de la población y dotarlos de una escuela primaria elemental.
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Figura 66. Concepto de unidad de vecindario de Perry. a) Esquema basico. b) Nuevo Pueblo de Caoyang en Shanghái. |
La devastación producida por la II Guerra Mundial exige un programa de reconstrucción urgente, sobre todo en Europa, que permite la expresión de los ideales urbanísticos. Así se diseñaron las New Towns en Reino Unido y Villes Nouvelles en Francia. Aunque el ejemplo más importante lo hallamos en Latinoamérica, con la erección de la ciudad de Brasilia, culminación de un proceso iniciado a finales de los años 20 con el inicio del quehacer artístico de quien sería futuro diseñador del plano de la nueva capital, Lucio Costa, muy influido desde mediados de la década siguiente por las ideas de Le Corbusier, tras la estancia de éste en tierras brasileñas. Tras la IIGM Brasil acrecentó su industrialización, comenzando un proceso de colonización interior del que nace la idea de trasladar la capitalidad a una ciudad interior de nueva planta, proyecto del que nacería en 1957 Brasilia, nombrada capital de la nación tres años después. Las ideas urbanísticas de Costa se confirman con las realizaciones del arquitecto Oscar Niemayer en una ciudad que tiene presente en todo momento el tráfico rodado y en la que todo responde a un planteamiento perfectamente pensado, con edificios tan significativos como la Catedral o el Congreso, que representan los ideales de pureza y claridad con los que se concibe la nueva población, pero, al mismo tiempo, demuestran la fría rigidez de estos espacios marcadamente "artificiales".
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Figura 67 a). O. Niemeyer. Museo Nacional, Complejo Cultural de la República | Figura 67 b. O. Niemeyer. Explanada de los ministerio. Brasilia. |
Un vídeo resumen sobre la obra de Niemeyer:
En las últimas décadas del siglo XX el urbanismo se ha adentrado por sendas casi futuristas. Así, la arquitectura libertaria, procedente de las publicaciones de Hundertwasser, defiende un urbanismo unitario, fruto del trabajo colectivo por lograr una sociedad libre, adoptado asimismo por el holandés Constant en sus propuestas sobre la "Nueva Babilonia". Katamolos, con su arquitectura móvil, propondrá un estereotipo urbano casi de ciencia ficción, similar al de la denominada arquitectura absoluta de Pichler o Hollein. Próximo a la utopía concreta, a la que es posible realizar, se halla el metabolismo japonés, con sus proyectos de unidades arquitectónicas prefabricadas en forma de racimo, edificios desmontables como los propuestos por Isozaki. Un grupo de arquitectos británicos agrupados en "Archigram" ideó en 1964 la "ciudad interconexa", la "Plug-in-city", tratando de atajar el problema del desgaste de las formas urbanas, aunque sus dibujos nos parezcan casi comics, como los de Peter Cook, diseñador de la ciudad ideal de "Arcadia", para la que proyecta en 1978 sus "Tricklin Towers". Pero, sin duda, de llegar a hacerse alguna vez realidad, estos prototipos pertenecerán ya a la ciudad postindustrial.
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Figura 68 a. Nakagin Capsule Tower, obra de Kishō Kurokawa | Figura 68 b. Torre Osozaki. Milán |
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Figura 68 c. Fig 68 c. Plug-In-City. Obra de Stephane Malka. Paris. | Figura 68 de. Peter Cook. Kunsthaus. Graz (Austria). |
Finalmente, haremos una breve mención al denominado New Urbanism. movimiento de diseño urbano que surge en los años 80 y que promueve la creación de hábitats ambientalmente amigables a través de la articulación de vecindarios en los que se favorezcan los recorridos peatonales y que contengan una amplia diversidad de actividades económicas y tipologías edificatorias. Sus promotores iniciales fueron Andrés Duany y Elizabeth Plater-Zyberk, que diseñaron la ciudad de Seaside (Florida), intentando plasmar los ideales de este nuevo enfoque de la planificación urbana.
Los principios del nuevo urbanismo pueden ser aplicados a distintas escalas, tanto a nivel de edificio como a nivel de una comunidad entera. Los rasgos fundamentales por los que apuesta son los siguientes:
- Peatonalización: la mayoría de los servicios deben estar localizados a una distancia máxima de diez minutos andando. Se deben diseñar las calles de forma amigable hacia el peatón (con edificios próximos a la calle, calles arboladas, aparcamientos en superficie, calles estrechas con calmado de tráfico). En algunos casos, calles exclusivamente peatonales, libres de coches.
- Conectividad: las calles se deben interconectar mediante una red de recorridos que favorezca el paseo. Se establecerá una jerarquía de vías: calles estrechas, bulevares, y avenidas. La red de espacios públicos y peatonales tienen que estar diseñadas para que pasear por ellas sea agradable.
- Mezcla de usos y diversidad: es importante la diversidad de usos, y ello se consigue mediante la mezcla de tiendas, oficinas, apartamentos y casas. Se deben promover no sólo diferentes usos dentro de los barrios, sino también dentro de los propios edificios.
- Mezcla de tipologías edificatorias: la variedad en la oferta de vivienda, con diversas tipologías, tamaños y precios, permite que la población sea heterogénea y no se produzcan segregación residencial.
- Arquitectura de calidad y diseño urbano: se hace especial hincapié en el cuidado de la estética, en el confort humano y en la creación de un sentido del lugar. Para la construcción de una identidad urbana y el fortalecimiento del sentido del lugar, será vital contemplar la adecuada ubicación de los usos colectivos dentro de la comunidad. La arquitectura tiene que estar pensada a escala humana y se ha de cuidar el paisaje.
- Recuperar la estructura vecinal tradicional: se debe realizar una diferenciación en las densidades de uso entre las diferentes áreas, reduciendo la densidad a medida que nos alejemos de los centros de las ciudades. Una herramienta que proponen para ello es el Transecto, que consiste en un sistema analítico que conceptualiza elementos urbanos que se apoyan mutuamente, creando una serie de hábitats diferenciados que van desde áreas naturales hasta asentamientos con estilo de vida urbano. Al jugar con las densidades, la frontera tradicionalmente establecida entre el ámbito natural y rural desaparece, permitiendo una introducción paulatina de la naturaleza en los hábitats humanos. Esta técnica establece una jerarquía de edificaciones y tipos de calles, apropiados según el tipo de área en que nos encontramos.
- Incrementar la densidad: gracias al incremento de las densidades, tanto de usos residenciales como de usos comerciales, se alcanza una mayor proximidad entre las viviendas y los comercios y servicios. Con ello, se favorece un uso más eficiente de los recursos y se crea un espacio público más vivido.
La ciudad de Seaside (Florida) se puede considerar como un experimento urbanístico donde se han implementado los principios del New Urbanism.
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Figura 68 a. New urbanism. Seaside Florida | Figura 69 b. New urbanism. Kentlands (Maryland, EEUU) |
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