
4.1 La ciudad preindustrial

La ciudad preindustrial es el resultado de la evolución social, económica y cultural de la ciudad antes de la Revolución Industrial, esto es, antes del siglo XIX. A pesar de la existencia en muchos casos de restos de etapas anteriores (griegos, romanos, ...), es el periodo medieval el que ha dejado una mayor impronta en el plano actual de la ciudad, especialmente, de las ciudades europeas.
Desde la caída del Imperio romano (siglo V) hasta has el siglo XII, las ciudades sufren una fuerte regresión, algunas son abandonadas y otras pierden gran parte de su población. Sin apenas crecimiento, las pocas ciudades que sobreviven se desarrollan dentro de las murallas. Durante la Baja Edad Media, siglo XII-XV, las ciudades comienzan a despertar, vuelve la actividad comercial y aparece la ciudad burguesa, cada vez mas libre e independiente de los poderes feudales, basada en el comercio y la artesanía.
Durante el Renacimiento (siglo XIV-XVI) se van a recuperar algunas de las ideas urbanísticas que se desarrollaron durante la época clásica, como las derivadas de los textos de Vitruvio, pero sin apenas plasmación práctica de estas ideas y las pocas ocasiones en las que encontramos nuevas fundaciones de ciudades, solían responder principalmente a estrategias militares, como fueron los casos de Palma Nova o Neuf Brisach, que cumplían una función defensiva y militar, protegiendo las fronteras y en las que el plano sí responde a una estética renacentista.
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Figura 34 a. Plano de Palmonova, 1593 | Figura 34 b. Vista aérea de Palmanova. |
En esta etapa, aunque se produjo un incremento paulatino de la población, la mayor parte de las ciudades se encontraban constreñidas en su crecimiento por la existencia de murallas y no crecieron demasiado. Este incremento poblacional se tradujo en una colmatación de los espacios interiores incrementándose la densidad o, de forma menos habitual, la ampliación de la ciudad en nuevos barrios extramuros.
En la época renacentista cinco van a ser los ámbitos en los cuales el urbanismo va a realizar aportaciones:
- En el desarrollo de nuevos sistemas de fortificaciones influenciados por los avances en la ingeniería militar.
- En la aparición de nuevos espacios públicos.
- En la reestructuración de las ciudades ya existentes principalmente para realizar actuaciones de embellecimiento y ampliación de calles.
- En la ampliación de las ciudades con la creación de nuevos barrios en los que se introduce la línea recta.
- En el trazado de un número reducido de ciudades nuevas, algunas de las cuales se basan en el concepto de ciudad ideal.
A pesar de lo dicho, estas ideas racionalistas del Renacimiento influirían notablemente en el urbanismo de los nuevos territorios americanos. Así, la conquista de América, iniciada en el siglo XVI, permitió a los urbanistas llevar a la práctica en un territorio nuevo las ideas utópicas del modelo griego, construyendo ciudades conforme al planteamiento aristotélico. Conforme al modelo político de plaza mayor donde las cabeceras eran ocupadas por la iglesia y el Ayuntamiento o concejo y en los laterales las casas de las clases gobernantes.
El 3 de Julio de 1573, Felipe II promulgó una serie de ordenanzas sobre la creación de ciudades en sus tierras del Nuevo Mundo conocidas como las Leyes de lndias en las que se disponía, entre otras cosas, la formación simétrica de las ciudades a partir de su centro: "Se haga la planta del Lugar repartiéndola por sus plazas, calles y solares a cordel y regla, comenzando desde la plaza mayor, y desde allí sacando las calles a las puertas y caminos principales, y dejando suficiente espacio libre para que aun cuando crezca la ciudad pueda extenderse siempre en forma simétrica".
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Figura 35. Cuzco en una lámina de Civitates orbis terrarum (segunda mitad del siglo xvi) | Figura 36. Mapa de la ciudad colonial amurallada de Intramuros en Manila (Filipinas) con elementos de planificación colonial introducidos en las Leyes de Indias. |
Como curiosidad, podemos mencionar algunos otros postulados que establecían estas Leyes de Indias:
- En las ciudades portuarias, las plazas deberán ser inmediatas al puerto, con la finalidad de facilitar las operaciones militares y comerciales. La plaza será de proporciones rectangulares: 110 X 170 metros.
- Las calles partirán de los centros de las esquinas de las plazas, para facilitar el paso de la caballería. Las casas que tributen la fachada hacia la plaza, deberán tener portal, con la finalidad que los mismos sirvan de resguardo para las actividades comerciales.
- Las casas serán lisas, sin elementos salientes en sus fachadas y de un solo piso. Se construirán con brevedad y poco costo.
- El ancho de las calles sería grande en los climas fríos y estrechos en los climas cálidos, para favorecer en el caso último, el resguardo del sol.
- Las calles permitirán el paso de las tropas a caballo y carecerán de arbolado.
- En las ciudades alejadas de las costas, la iglesia se construirá distante de la plaza y sobre gradas, para darle realce, jerarquía y solemnidad.
Estas ordenanzas estuvieron tres siglos en vigor.
Durante el Barroco (siglo XVII-XVIII) el urbanismo tuvo una especial actividad. En numerosas ciudades, el derribo de las murallas medievales permitió incorporar terrenos a la ciudad lo que posibilitó construir nuevas vías interiores, paseos y espacios públicos. Se incorporan al diseño de la ciudad nuevos trazados en los que se refleja una preocupación por la simetría y la búsqueda de composiciones equilibradas. Con este objetivo, la utilización de las calles rectilíneas irrumpen con fuerza en el plano y sirven de instrumentos que marcan el crecimiento de las ciudades. Existe una preocupación por la introducción de la perspectiva en el tratamiento de los paisajes urbanos. Los edificios monumentales se emplazan en localizaciones accesibles que permiten lograr un tratamiento estilístico del espacio.
Tres van a ser los instrumentos urbanísticos que se utilizarán durante esta época:
- La calle rectilínea cuya función principal era la de facilitar la movilidad en el interior de la ciudad. En ocasiones, esta calle finalizaba en un elemento focal como podía ser una plaza, un edificio singular o incluso una estatua o monumento.
- El plano en damero que sirvió tanto para nuevos barrios residenciales contiguos a la ciudad como para el trazado de un reducido número de nuevas ciudades.
- Las plazas que podían tener distinta funcionalidad, bien como espacios destinados al tráfico, bien como espacios residenciales o bien espacios para las celebraciones públicas, como el caso de las plazas mayores en las ciudades españolas.
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Figura 37 Plaza de San Pedro del Vaticano. Autor: Bernini. fuente: Wikipedia | Figura 38. Plaza Mayor de Madrid. Modelo de Madrid de León Gil de Palacio (1828-1830), Museo de Historia de Madrid. |
El urbanismo durante el siglo XVIII se despliega simultáneamente en dos direcciones: mejora y embellecimiento de viejas ciudades, y creación de pequeños núcleos urbanos destinados a convertirse en ciudades cortesanas.
Así, por ejemplo, la transformación de Madrid durante el reinado de Carlos III se centró en las entradas a la ciudad. Se realizaron obras de mejora en los caminos que conducían a El Escorial, La Granja y Aranjuez y se construyeron entradas monumentales a la sede de la monarquía que le comunican con los Sitios Reales. Mientras tanto, en el entorno de Madrid y vinculado a las exigencias de la Corte se ejecutaron grandes intervenciones globales, monumentales, con introducción de diagonales y grandes perspectivas como una imitación de las grandes obras levantadas por los monarcas absolutistas franceses, sobre todo de Luis XIV. Se trata de pequeños burgos desorganizados, centralizados por grandes palacios y jardines barrocos y neoclásicos, que nacieron con el objetivo de dar alojamiento a los trabajadores que levantaron las instancias palaciegas, aunque posteriormente sirvieron de habitación de nobles y servidores. Son los casos de Aranjuez, La Granja de San Ildefonso y San Fernando de Henares.
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Figura 39. Palacio de Aranjuez. fotografía aérea | Figura 40. Fotografía de principios del siglo XIX del Paseo del Prado |
Este período lo cerramos con las propuestas del urbanismo de la Ilustración, ejemplificadas con las obras de colonización emprendidas por Carlos III en Andalucía. La labor de colonización territorial y repoblación activada por el monarca fue encargada a Pablo Olavide. Entre las colonias fundadas destacan las capitales de los dos departamentos del plan: La Carolina (Sierra Morena) y La Carlota (Córdoba-Écija). En general, todos los asentamientos se caracterizan por el empleo de plantas regulares y plazas hexagonales o poligonales de más lados que, en muchos caos, parecen circulares.
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Figura 41. Plano de La Carolina (Jaén) | Figura 42. Fotografía aérea de La Carlota (Córdoba) |
La traza de las ciudades y pueblos de las Nuevas Poblaciones tiene una marcada impronta colonial. A partir de los ejes camineros se organiza una trama reticular, aunque adaptada a diversas soluciones formales en cuanto a la disposición de las parcelas y la posición de las plazas como elementos centrales del espacio urbano. Una tipología de ciudad con antecedentes históricos en Andalucía y que sirvió de modelo en el urbanismo americano.
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