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3. Grandes unidades del relieve

3.1. La Meseta y sus unidades interiores

La Meseta es una unidad morfoestructural de elevada altitud media que articula las restantes unidades del relieve peninsular. En ella alternan extensas llanuras con zonas montañosas. La orogenia alpina provocó la inclinación de la Meseta hacia el océano Atlántico, y por esta razón su altitud disminuye de este a oeste. Los límites de la Meseta, salvo al oeste, están definidos por rebordes montañosos, que actúan a modo de barreras o murallas. El Sistema Central divide la Meseta en dos: la Submeseta Norte y la Submeseta Sur. Ambas son extensas superficies tabulares situadas a una elevada altitud media, y son conocidas también como altiplanicies. Estas subunidades se formaron durante el movimiento alpino, cuando el levantamiento del Sistema Central dividió la Meseta en dos mitades. Desde el punto de vista geológico, en las submesetas diferenciamos dos unidades: las cuencas sedimentarias castellanas y las penillanuras occidentales, donde aflora el zócalo en superficie.


a) La Submeseta Norte 

Se sitúa en el interior de la mitad norte peninsular. Limita al noroeste con el Macizo Galaico-Leonés, al norte con la Cordillera Cantábrica, al este con el Sistema Ibérico, y al oeste las gargantas del Duero y sus afluentes terminan de cerrarla. En consecuencia, estos bordes actúan de muralla que cierran y aíslan la Submeseta Norte. Su altitud media es de 750 m. y está recorrida por una única red fluvial, la del Duero, por lo que es más uniforme que la Submeseta Sur.

La cuenca sedimentaria del Duero es un sector del zócalo paleozoico que, como resultado de la orogenia alpina, se hundió a gran profundidad. La cubeta, sin salida al mar, se convirtió en un lago interior y fue rellenándose de materiales procedentes de los relieves circundantes durante el Terciario y el Cuaternario. En este último período, debido a la alternancia climática de fases glaciares e interglaciares, los ríos de las cuencas sedimentarias labraron terrazas fluviales. Como resultado de este proceso, son superficies planas en forma de «bancos», antiguos lechos de inundación puestos en resalte por el encajamiento del río. En el valle del Duero se puede apreciar, pues, un predominio de las litologías arcillosas. Las formas del relieve son simples llanuras de una horizontalidad más o menos perfecta con dos niveles, los páramos y las campiñas, de perfiles suavemente ondulados. La diferente resistencia a la erosión explica la formación de estos niveles. A partir del nivel de páramos, la red fluvial se ha ido encajando, labrando las margas y arcillas y ampliando poco a poco su valle. En ocasiones, en las campiñas aparecen cerros testigos u oteros. Los páramos calizos se distinguen en la mitad oriental de la cuenca (Páramos de Peñaranda). Las campiñas se localizan al norte del Duero, en la Tierra de Campos, y al sur, en la Tierra de Pinares. 

En relación con las penillanuras occidentales, una penillanura es una llanura suavemente ondulada y de escasos desniveles, resultado del arrasamiento de un antiguo relieve montañoso. Es, pues, una superficie de erosión, que suele corresponder con aquellos sectores en los que el zócalo herciniano, sin deformar, aflora en superficie. Pertenecen al dominio litológico silíceo de granitos y pizarras. Estas superficies de erosión presentan algunos relieves residuales próximos a las montañas: los montes isla formados por rocas resistentes. Se localizan en el sector occidental de la Submeseta Norte, en Salamanca y Zamora: por ello se habla de las penillanuras zamorano-salmantinas. En el límite con Portugal, en los Arribes del Duero, el río se encaja creando un gran tajo en el que se salva un desnivel de 300 metros.


b) La Submeseta Sur 

Se localiza en la mitad meridional del interior peninsular. Limita al norte con el Sistema Central, al este con el Sistema Ibérico, al sur con Sierra Morena, y al oeste con la penillanura extremeña, que enlaza con la depresión terciaria del Sado-Tajo en torno a Lisboa. Tiene una altitud media inferior a la Submeseta Norte, en torno a 650 m, y es menos uniforme. Pero, a pesar de todo, predominan las llanuras.

La cuenca sedimentaria de la Submeseta Sur presenta muchos aspectos en común con la cuenca del Duero: tienen el mismo origen geológico, en ambas dominan las litologías arcillosas y predominan los relieves horizontales, las extensas llanuras. Pero también tiene rasgos exclusivos que la individualizan y la convierten en una cuenca sedimentaria más compleja, menos «simétrica» y más accidentada. Los Montes de Toledo rompen esta unidad fragmentándola en dos cuencas hidrográficas: la del Tajo al norte y la del Guadiana al sur.

  • En la cuenca del Tajo, de este a oeste, encontramos los páramos de La Alcarria y la Mesa de Ocaña, y extensas campiñas, como las de La Sagra. Hacia el oeste el río Tajo se encaja hasta alcanzar los 200 m en la frontera con Portugal.
  • La llanura de La Mancha ocupa buena parte de la cuenca del Guadiana: tiene zonas endorreicas (de circulación subterránea), humedales y lagunas, como las Tablas de Daimiel y las Lagunas de Ruidera.

Las penillanuras se extienden al oeste de Ciudad Real y en el sur y oeste de Extremadura. También son superficies de erosión labradas sobre el zócalo primario, en las que sobresalen crestones de cuarcitas (modelados por la erosión diferencial) y aislados montes isla sobre extensas llanuras onduladas. En el Campo de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real, está presente el vulcanismo, con cerca de 200 antiguos centros de emisión, que apenas destacan en la penillanura.
 
c) Sistemas montañosos interiores

El interior de la Meseta está surcado por dos sistemas montañosos: el Sistema Central y los Montes de Toledo.

El Sistema Central divide la Meseta en dos mitades, las Submesetas. Tiene una disposición SO-NE (suroeste-noreste), desde la Sierra de la Estrella, en Portugal, hasta enlazar, al este, con el Sistema Ibérico. Se configura como un macizo antiguo, de estilo germánico. Los horst o bloques levantados forman las sierras y los graben o corredores tectónicos están aprovechados por los ríos, que discurren en sentido N-S. Estos corredores permiten la comunicación entre ambas submesetas. 

El Sistema Central se estructura en varios conjuntos. La Sierra de Gata y la Peña de Francia forman el conjunto más occidental y no superan los 1.800 m de altitud. La Sierra de Credos y la de Guadarrama se sitúan en el centro y sus cimas más altas superan los 2.400 metros. En el extremo oriental se disponen las sierras de Somosierra, Ayllón y la Pela. Es una unidad larga (700 km) y muy estrecha. Presenta una cierta simetría de este a oeste, dado que se va elevando desde los extremos hacia el centro, donde alcanza su máxima altitud: el pico Plaza del Moro Almanzor (2.591 m), en la Sierra de Gredos. La vertiente norte, del Duero, es más suave, y la vertiente sur, la del Tajo, es más abrupta.

La litología es silícea. En las sierras periféricas (Gata y Peña de Francia al oeste, Somosierra, Ayllón y la Pela al este) predominan los materiales metamórficos (pizarras, gneis y cuarcitas), mientras en las sierras centrales dominan los granitos, en los que la erosión ha modelado domos, tores y berrocales, como el de la Pedriza de Manzanares.

Las cimas de las sierras son suaves y aplanadas, resultado de la antigua penillanura fracturada y levantada con la orogenia alpina. En ocasiones aparecen formas más abruptas y escarpadas, como las crestas o galayos, labrados sobre el granito en la Sierra de Gredos. En las zonas más elevadas de Gredos y Guadarrama quedan huellas del glaciarismo cuaternario, glaciares de circo convertidos en lagunas.

Los Montes de Toledo están situados en el centro de la Submeseta Sur, separando las cuencas del Tajo, al norte, y la del Guadiana, al sur. Sus cumbres tienen menor entidad que el sistema montañoso anterior. Su génesis es común a la del Sistema Central: un bloque del zócalo arrasado y posteriormente fracturado en un complejo sistema de horst y graben tras la orogenia alpina. Está modelado sobre materiales paleozoicos, cuarcitas y pizarras, que ofrecen un típico relieve apalachense. Se prolonga, hacia el oeste, en las sierras cacereñas, donde alcanza la máxima altitud (Villuercas, 1.601 m).

3.2. Rebordes montañosos de la Meseta

La Meseta está rodeada por relieves montañosos que se disponen como una muralla aislando el interior. Todas las unidades se formaron en el Terciario, al fracturarse el zócalo herciniano y elevarse estos bloques.


a) El borde noroeste: el Macizo Galaico-Leonés

Ocupa el ángulo noroccidental de la Meseta. Tiene su origen en el Paleozoico, como parte del macizo Hespérico. En el Terciario, la orogenia alpina fracturó este borde del zócalo, formando un gran abombamiento, recorrido por un sistema de fallas de disposición N-S. Desde el punto de vista morfoestructural es un macizo antiguo compuesto de bloques individualizados por fallas. El relieve se escalona desde el oeste, a nivel del mar, hacia el este, y llega a superar los 2.000 m en los Montes de León. Su estructura litológica es silícea, fundamentalmente granito, que hacia el este da paso a pizarras y cuarcitas. El modelado de las cumbres es suave y de formas redondeadas. Durante el Cuaternario, el glaciarismo afectó a las sierras más elevadas. En la Sierra de Segundera se encuentra el lago glaciar de Sanabria. El Macizo Galaico-Leonés se compone de tres unidades.

  • Los Montes de León es la unidad más oriental, donde encontramos las máximas altitudes en la Sierra de Segundera y en el pico del Teleno (2.188 m). Su parte gallega es abrupta y la leonesa es más suave. En esta zona, el zócalo paleozoico se hunde bajo los depósitos terciarios que anuncian la transición hacia la cuenca castellana.
  • Las montañas y cuencas medias se alternan fosas tectónicas, como las de Lugo y el Bierzo (que cuenta con recursos mineros del Carbonífero), con bloques elevados o sierras, como los Aneares, al este, o el conjunto de la dorsal gallega que da paso, hacia el oeste, al escalón de Santiago.
  • El litoral gallego es muy recortado. La costa gallega es una costa sumergida, por lo que los antiguos valles fluviales han sido ocupados por el mar, formando las rías, que recortan tanto la costa cantábrica como la atlántica.
     

b) El borde norte: la Cordillera Cantábrica

https://info.igme.es/ielig/documentacion/ca/ca106/documentos/d-ca106-02.pdf


Esta cordillera aísla las tierras castellanas de la influencia marina del mar Cantábrico. Presenta una disposición longitudinal O-E, desde el Macizo Galaico al oeste hasta enlazar, al este, con los Montes Vascos, a lo largo de unos 450 km. Desde el punto de vista de su estructura geológica, es una parte del zócalo herciniano que fue totalmente arrasado y basculado hacia el este al finalizar el Paleozoico. Esta inclinación explica que durante el Mesozoico, su mitad oriental, cubierta por los mares en las fases de transgresión marina, fuera cubriéndose de sedimentos marinos, formando una cobertera sedimentaria sobre el zócalo primario. Al producirse la orogenia alpina todo el conjunto se deformó, pero las diferentes litologías, con un nivel de dureza-plasticidad muy distinto, dieron lugar a unidades muy diferenciadas.

  • El Macizo Asturiano es la unidad más occidental. Presenta un relieve fracturado de bloques desnivelados. Las litologías son paleozoicas (cuarcitas, pizarras, areniscas, calizas y conglomerados carboníferos). Es en la cuenca asturiana donde se acumularon los más importantes yacimientos de carbón del país. El modelado glaciar es apreciable. En el sector noroccidental del Macizo Asturiano aparece un típico relieve apalachense, mientras en el borde oriental, los Picos de Europa presentan un intenso modelado cárstico sobre las calizas paleozoicas que forman este bloque central. Es aquí donde se alzan las máximas altitudes: Torre Cerredo (2.648 m) y Naranjo de Bulnes (2.519 m).
  • La montaña santanderina está labrada sobre los sedimentos mesozoicos depositados sobre el zócalo. Tras la orogenia alpina estos materiales, muy plásticos, adoptaron estructuras plegadas, de relieves más suaves y menores altitudes que las del sector asturiano.
  • Los Montes Vascos son la unidad de transición entre la montaña de Santander al oeste y los Pirineos al este. Los materiales secundarios presentan estructuras plegadas, más apretadas en el extremo oriental, donde afloran pizarras paleozoicas que conectan esta unidad con el Pirineo Occidental. La erosión ha actuado intensamente en esta región. Las máximas altitudes se alcanzan en Peña Gorbea (1.482 m) y Aitzkorri (1.544 m).

Un rasgo común a toda la Cordillera Cantábrica es la disposición de sus alineaciones montañosas, profundamente recortadas por los ríos cantábricos, que se encajan formando estrechos valles, incluso hoces o desfiladeros, como el desfiladero de La Hermida o la garganta del Cares. Otra característica común es la gran disimetría entre la vertiente cantábrica y la interior, hacia la Meseta, mucho más suave.


c) El borde oriental: el Sistema Ibérico

El Sistema Ibérico se prolonga desde la Sierra de la Demanda hasta el litoral mediterráneo y tiene dirección NO-SE. Tiene gran longitud (unos 460 km) y anchura. Siguiendo el sentido de las agujas del reloj, limita al norte con la depresión del Ebro, hacia el este con el litoral levantino, al sur con la llanura de La Mancha, que da paso, hacia el noroeste, a la cuenca del Tajo, el extremo oriental del Sistema Central y, por último, a la cuenca del Duero. La cobertera sedimentaria mesozoica se adapta a las deformaciones del zócalo, combinando las estructuras plegadas y falladas. La cobertera superpuesta se plegó, amoldándose al zócalo fracturado en bloques. Dominan las litologías calizas, aunque en algunas sierras afloran materiales paleozoicos del zócalo (areniscas, cuarcitas y pizarras).

Podemos diferenciar dos sectores dentro del Sistema Ibérico:

  • La mitad septentrional está formada por un conjunto de sierras plegadas y falladas, de dirección NO-SE, que superan los 2.000 m, como la Sierra de la Demanda (paleozoico), los Picos de Urbión, Sierra Cebollera y Moncayo (con la cumbre más alta: 2.313 m). El glaciarismo modeló algunos circos y valles de escaso desarrollo.
  • La mitad meridional se desarrolla a partir de la cuenca del Jalón y presenta una estructura dividida en dos ramales separados por una depresión central: la depresión Calatayud-Teruel, recorrida por el río Jiloca, es una fosa tectónica rellenada de materiales terciarios con un modelado tabular. En el ramal castellano o interior se encuentran las Parameras de Molina, la Sierra de Albarracín y la Serranía de Cuenca, en la que encontramos formas cársticas en la Ciudad Encantada. En el ramal aragonés están las sierras de Gúdar, Javalambre y Maestrazgo, labradas en materiales secundarios.


d) El borde meridional: Sierra Morena

Este borde de la Meseta no puede definirse como una cordillera. Aquí el zócalo herciniano se flexiona, en una dirección noreste-suroeste, desapareciendo bajo la depresión Bética. Podemos calificarla como un escalón tectónico que aísla la Meseta de la depresión del Guadalquivir. Por eso, desde el lado andaluz ofrece el aspecto de una auténtica cordillera, mientras que desde La Mancha apenas si se aprecia como sierra. Todo el conjunto es de roquedo paleozoico, cuarcitas, pizarras y granitos, de tonalidades muy oscuras, que dan nombre a la unidad. Las mayores cumbres se alzan en las sierras centrales, donde apenas superan los 1.300 m (Sierra Madrona/Bañuela 1.323 m). El paso de Despeñaperros ha sido la vía de comunicación tradicional hacia el interior peninsular.

3.3. Unidades y sistemas exteriores

Calificamos a estas unidades de relieve como «exteriores a la Meseta» porque no forman parte de ella. Corresponden a aquellos relieves situados en el ángulo noreste y en el sur peninsular. Las unidades exteriores se originaron en el Terciario, cuando se produjo la orogenia alpina. Son unidades, por lo tanto, relativamente jóvenes. Vamos a organizar su estudio en dos conjuntos, atendiendo a un criterio morfoestructural: primero estudiaremos las depresiones o cuencas prealpinas, y después, las cordilleras alpinas.


a) Las depresiones exteriores

Son dos, la depresión Bética (o del Guadalquivir) y la depresión del Ebro, y muestran muchas similitudes.

  • Tienen un origen similar: son cuencas o prefosas alpinas formadas entre las nuevas cordilleras que se levantan (Béticas y Pirineos) y uno de los bordes montañosos de la Meseta.
  • Presentan forma triangular.
  • Sobre su litología arcillosa, terciaria y cuaternaria, se modelan extensas llanuras, de escasa altitud.
  • Se definen como grandes cuencas fluviales.

La Depresión del Ebro se localiza en el cuadrante nororiental peninsular y está encerrada por cadenas montañosas: al norte, los Pirineos; al sur, el Sistema Ibérico; y, al este, el Sistema Costero-Catalán, que la aísla de la influencia marina del Mediterráneo. Está recorrida por el río Ebro, si bien en el sector más oriental encontramos las cuencas de los ríos Llobregat y Ter. Es una cuenca que fue hundiéndose a medida que se elevaban los Pirineos. Primero, fue un brazo de mar, entre el borde de la Meseta y los incipientes Pirineos; más tarde, al formarse el Sistema Costero-Catalán, se convirtió en un gran lago cerrado que, a finales del Terciario, dejó de estar aislado y fue cuando el rio Ebro se abrió paso hacia el Mediterráneo. La cuenca fue colmatándose, primero con sedimentos marinos y después con sedimentos continentales. En los bordes de la cuenca los materiales son gruesos y de origen continental; hacia el centro se hallan más finos y de origen lacustre. 

Los somontanos o piedemontes son zonas levemente inclinadas, que se sitúan entre las montañas exteriores y el centro de la depresión. En el Somontano pirenaico las arenas y conglomerados, de origen continental, forman los «mallos», monolitos de aspecto de torre, junto a hoyas o depresiones erosivas en los materiales más blandos, como las hoyas de Huesca y de Barbastro. El Somontano ibérico ocupa una extensión mucho menor y presenta depresiones erosivas. Muchas son zonas endorreicas de poca profundidad que han dado lugar a lagunas temporales de elevada salinidad. Hacia el centro de la depresión los sedimentos de arcillas, yesos y margas, junto a estratos de calizas duras, dan lugar a relieves tabulares o plataformas calizas, llamadas muelas o planas), y a paisajes de badlands en las zonas más blandas, como Los Monegros.

La Depresión del Guadalquivir o Bética se localiza en el sur peninsular, entre Sierra Morena y los Sistemas Béticos. Esta depresión, abierta al Atlántico, se desarrolla desde las campiñas de Jaén hasta el golfo de Cádiz, y continúa bajo el nivel del mar. La depresión Bética presenta una altitud media inferior a la del Ebro, unos 150 m de altitud, y por ella discurre el Guadalquivir, cuya cuenca no es simétrica, ya que el río se sitúa más próximo a Sierra Morena.

Desde el punto de vista geológico su origen está unido al de los Sistemas Béticos a lo largo del Terciario. Durante un primer momento fue un brazo de mar que unía el Mediterráneo con el Atlántico. Posteriormente, con el levantamiento de las Béticas, quedó convertida en una especie de golfo abierto hacia el suroeste, que fue colmatándose con sedimentos marinos del Terciario y, en su parte baja, del Cuaternario. Como dominan las rocas de origen marino (margas, arenas, calizas y arcillas), finas y blandas, la erosión protagonizada por el río Guadalquivir y sus afluentes ha resultado fácil, y ha creado distintos niveles de terrazas. 

El paisaje es llano y con escasos desniveles. Se modela una extensa campiña suavemente alomada, más accidentada en el interior, en Jaén, más perfecta en Córdoba y Sevilla. A medida que nos acercamos al Atlántico, la campiña va dando paso a un paisaje de marismas, tierras bajas inundadas parcialmente por las aguas del mar. Las marismas del Guadalquivir son un sector del estuario que en época romana era aún una laguna y que hoy está en pleno retroceso.


b) Las cordilleras alpinas

Son los Pirineos, los Sistemas Béticos y el Sistema Costero-Catalán. Son las unidades que alcanzan una mayor altitud en el relieve peninsular, llegando a superar los 3.000 m en numerosas cumbres. Son montañas jóvenes, de relieves vigorosos, formadas durante el Terciario, fundamentalmente cuando hace unos 40 millones de años se produjo la colisión de las placas Africana y Euroasiática y la microplaca Ibérica. Durante el Mesozoico y parte del Cenozoico eran grandes fosas marinas bajo el mar de Tethis y en ellas se fueron acumulando gran cantidad de sedimentos. Por todo esto, las cordilleras alpinas tienen una gran complejidad litológica, ya que combinan una espesa cobertera sedimentaria caliza con afloramientos de fragmentos de viejos zócalos. Durante el Cuaternario, debido a su elevada altitud, los procesos glaciares han modelado sus cumbres y vertientes, particularmente en los Pirineos.

Los Pirineos es una de las grandes cordilleras alpinas del sur de Europa. Se dispone a lo largo de unos 440 km, entre el golfo de Vizcaya al oeste y el cabo de Creus al este. Se considera el istmo que une la península Ibérica al continente. Las máximas altitudes marcan la línea de frontera entre Francia y España, en el tramo central del eje pirenaico o Pirineo axial. Desde allí las altitudes van descendiendo hacia las sierras exteriores, que enlazan con la depresión de Aquitania, en el lado francés, y la depresión del Ebro, en el lado español. La vertiente española es más ancha que la francesa, llegando a alcanzar los 100 km en el sector central. Los Pirineos nacieron como consecuencia del movimiento de colisión de la microplaca Ibérica con la placa Euroasiática. Es una cordillera de gran complejidad, tanto geológica como morfoestructural, lo que obliga a distinguir varias unidades:

  • El Pirineo axial es el eje central de la cordillera. En él afloran los restos de un antiguo macizo paleozoico rejuvenecido por el movimiento alpino. Está formado por materiales metamórficos y cristalinos muy antiguos, precámbricos y paleozoicos. En este sector se localizan las máximas altitudes, que superan los 3.000 m en el macizo central de la Maladeta, entre las que despunta el pico Aneto (3.404 m). Desde este macizo, la altitud va descendiendo tanto hacia el este como hacia el oeste.
    • El Prepirineo está formado por los materiales mesozoicos y de comienzos del Terciario que fueron acumulándose en la fosa marina de los Pirineos y que se elevaron y plegaron al ser afectados por el movimiento alpino. Se organiza en dos alineaciones montañosas separadas por la depresión intrapirenaica.
    • Las Sierras Interiores (Cadí, Cotiella) son un conjunto de macizos calizos paralelos al Pirineo axial. Los ríos cortan el relieve formando angostos valles transversales, de dirección N-S, sobre roquedo calizo.
    • La Depresión Media, entre ambas sierras, está formada por un conjunto de pequeñas depresiones discontinuas. De oeste a este, se disponen la cuenca de Pamplona, la Canal de Berdún y la cuenca de Tremp.
       Las Sierras Exteriores (Guara, Montsec) se extienden desde Navarra hasta el río Segre, en el sector leridano. Sus altitudes son mucho más modestas (máxima en Guara, 2.077 m) y hacia el sur dan paso a la depresión del Ebro.

El modelado glaciar ha tenido una gran importancia. Los Pirineos son el conjunto montañoso español en el que las huellas glaciares son más intensas (lo que está justificado tanto por su situación latitudinal como por sus elevadas altitudes). El nivel de nieves perpetuas se situaba por encima de los 2.000 m, afectando al Pirineo axial y a las Sierras Interiores. Se conformaron glaciares de valle y glaciares de circo, hoy ocupados por lagunas o ibones. Actualmente perviven pequeños glaciares y neveros por encima de los 3.000 metros.

El Sistema Costero-Catalán es una unidad montañosa muy fragmentada, dispuesta en sentido NE-SO y paralela a la costa catalana. Aísla a la cuenca del Ebro de la influencia marina del Mediterráneo y enlaza al norte con los Pirineos y al sur con el Sistema Ibérico. En ella se diferencian claramente dos sectores:

  • El sector septentrional está formado por los restos de un antiguo macizo paleozoico deformado y fracturado por la orogenia alpina (lo que permitiría calificar a este sector de «macizo antiguo»).
  • El sector meridional está compuesto por sedimentos calizos mesozoicos plegados en la orogenia terciaria, cuyo aspecto es mucho más abrupto, propio de una cordillera alpina.

En este sistema se distinguen tres unidades del relieve:

  • La Cordillera Litoral próxima a la costa, se extiende desde Girona (el Ampurdá) hasta el norte de Tarragona. Presenta altitudes moderadas, de 500 a 700 m (Montnegre, Tibidabo y Garraf).
  • La Depresión Intermedia o Prelitoral es una gran fosa tectónica, colmatada con materiales cenozoicos terciarios que dan lugar a un paisaje de colinas, con cimas de 150-200 m (la depresión de la Selva, del Vallés y del Penedés).
  • La Cordillera Prelitoral es la alineación interior, la más extensa, desde Girona hasta el delta del Ebro, y la que alcanza mayores altitudes (Montseny, 1.712 m; Montserrat, 1.236 m).

Todo el conjunto está recorrido por fallas transversales (de dirección NO-SE) por las que discurren los ríos pirenaicos y que facilitan las comunicaciones entre el interior y la costa.

Los Sistemas Béticos se extienden desde el golfo de Cádiz hasta el cabo de la Nao, en dirección SO-NE, a lo largo de más de 600 km, prolongándose bajo el Mediterráneo hasta el archipiélago balear. Limitan al norte con la depresión del Guadalquivir, parte de La Mancha y las sierras más meridionales del Sistema Ibérico. El movimiento de las placas Africana e Ibérica durante el Terciario provocó su levantamiento. Los sedimentos de calizas y margas, acumulados durante la era Mesozoica y primera mitad del Terciario en el fondo del mar de Tethis, fueron plegados y desplazados de sur a norte, originando las Béticas. En el último período del Terciario, a partir de una antigüedad de 12 millones de años, se produjo la apertura del estrecho de Gibraltar. Pueden diferenciarse tres unidades de relieve:

  • La Cordillera Penibética es la más meridional y se desarrolla muy próxima a la costa, desde la serranía de Ronda al oeste hasta la sierra de los Filabres y las Estancias al este (Campo de Tabernas). En Sierra Nevada añoran los restos de un antiguo zócalo paleozoico. En el resto de las sierras predominan las calizas mesozoicas plegadas. El glaciarismo es muy reducido; solo se desarrolla en Sierra Nevada. En esta sierra se alcanza también la cota máxima: el pico Mulhacén (3.479 m).
  • La Cordillera Subbética se sitúa al norte de la Penibética. Se desarrolla desde Ronda, la Sierra de Grazalema y Ubrique, en Cádiz, hasta las sierras de Cazorla, Segura y Aitana al este; después se sumerge y reaparece en las islas Baleares. Tiene menor altitud, y su litología, mesozoica, alterna calizas y margas, modelando paisajes cársticos allí donde dominan las calizas (Torcal de Antequera).
  • La Depresión Intrabética es la zona intermedia entre la Penibética y la Subbética. Está formada por un conjunto de depresiones (desde las hoyas de Ronda y Antequera hasta las hoyas de Guadix-Baza) que fueron rellenadas, tras la orogenia alpina, por materiales arcillosos blandos que han dado lugar a un paisaje de cárcavas y badlands.

El relieve bético no es tan enérgico como el de los Pirineos, sino mucho más suave, menos abrupto y anguloso. En gran parte se debe a la escasa acción glaciar. Solo en las zonas costeras o en los grandes desniveles entre las cumbres y las depresiones se han labrado profundos cañones al encajarse los ríos en las calizas para salvar esos grandes declives del terreno.

3.4. Los relieves insulares

Los archipiélagos ofrecen dos tipos de relieve claramente diferenciados entre sí. Las islas Baleares guardan una estrecha relación con el relieve peninsular, mientras que las Canarias son completamente independientes, tanto por su situación geográfica como por su carácter volcánico. Los volcanes constituyen el principal elemento del relieve canario.


a) Las islas Baleares

Son la prolongación geográfica de la Península en el mar Mediterráneo a través del cabo de La Nao ya que, excepto en la isla de Menorca, el archipiélago representa la continuidad de las cordilleras béticas; así lo acredita su estructura geológica, la naturaleza de sus materiales y la edad de formación.

Es en Mallorca, en razón de su tamaño, donde mejor se hallan mejor representados los caracteres originales del relieve. Estos se sintetizan en la existencia de dos cadenas montañosas y una depresión interior: al noroeste se sitúa la Sierra de Tramuntana, que contiene la mayor elevación del archipiélago (Puig Major, 1 445 m); al sureste se extiende la denominada Sierra de Levante; y, entre ambas, la llanura central, una depresión extendida entre las bahías de Alcudia y Palma, el principal espacio agrícola de la isla.

La isla de Menorca se diferencia del resto del archipiélago por su vinculación con las cordilleras Costero-Catalanas, hecho perceptible en la naturaleza del roquedo e, incluso, en su particular forma y orientación.


b) Las Islas Canarias

Situadas en el océano Atlántico, tienen un carácter volcánico compartido con otras islas del mismo océano, caso de Islandia o de las Azores. Su origen hay que relacionarlo con las emisiones volcánicas que tuvieron lugar desde el Mioceno, a mediados de la Era Terciaria, a través de las fracturas existentes en la zona de fricción entre la placa africana y la corteza oceánica, y que han continuado hasta una época relativamente reciente (siglo XVIII). Las islas se alinean conforme a dos rumbos dominantes, noreste-suroeste y suroeste-noreste, y ofrecen como rasgo común su carácter montañoso. Se elevan desde las profundidades marinas hasta una altura considerable, lo que, unido a su limpia atmósfera, ha sido aprovechado para la instalación de grandes observatorios astronómicos. Su punto culminante es el Teide, que con 3 710 metros es la montaña más alta de España. La naturaleza volcánica del roquedo, la abundancia de basalto y los grandes desniveles que entraña la montaña han originado formas de relieve espectaculares. Entre éstas destacan las calderas y los cráteres volcánicos, los pitones de lava que la erosión ha puesto al descubierto -y que reciben la denominación de roques-, o los malpaíses, resultantes de la solidificación de las lavas.