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3.2. Oferta turística y tipos de turismo

3.2.1. Rasgos definitorios del modelo turístico español

El modelo turístico que se ha consolidado en España tiene como principales caracteres la procedencia internacional de los visitantes, su condición de turismo de masas y el concretar sus demandas en el disfrute del sol y la playa. 

La demanda turística es el colectivo que solicita los servicios turísticos. Inicialmente, estuvo dominada por el turismo extranjero o receptor. Sin embargo, en la actualidad, la demanda interna desempeña un destacado papel.

  • a) La demanda extranjera procede en su mayoría de Europa occidental y del norte y está integrada, sobre todo, por británicos, alemanes, franceses, italianos, nórdicos, holandeses, belgas y portugueses. También es importante la corriente turística procedente de Estados Unidos y de Japón, y comienzan a emerger algunos países del Este (Rusia, Polonia, República Checa). El turismo extranjero es predominantemente estival y se concentra en las zonas de sol y de playa de Cataluña, Baleares y Canarias, seguidas de Andalucía y de la Comunidad Valenciana. Recurre con más frecuencia a la reserva de servicios, al paquete turístico y al alojamiento hotelero. No obstante, en los últimos años aumenta la contratación directa de servicios, debido al uso de internet y a la aparición de numerosas compañías aéreas de bajo costo, y crece el alojamiento no hotelero.

  • b) La demanda nacional procede en su mayoría de Madrid, Cataluña, Andalucía y la Comunidad Valenciana. El turismo nacional se reparte mejor a lo largo del año, dado que también se desplaza en Semana Santa, los fines de semana y puentes. También presenta menor concentración espacial en verano, pues, aunque prefiere las playas del litoral mediterráneo, elige más las de Andalucía, Cataluña y la Comunidad Valenciana, y acude también a las costas del norte peninsular, a los pueblos del interior y a las zonas de montaña. En general, viaja sin reserva o contrata directamente los servicios turísticos, y se aloja más en establecimientos extrahoteleros, como viviendas de familiares y amigos, segundas residencias o apartamentos.

En general, el turismo predominante responde al modelo de sol y playa, es decir, es un turismo que busca evasión, ocio y descanso. Su calendario de vacaciones está condicionado por la temporada de baños y las fechas de las vacaciones laborales y escolares, que coinciden con el verano; estas circunstancias son responsables de la acusadísima estacionalidad del turismo, que se manifiesta en la saturación de los sectores de transporte y hostelería en los meses de julio y agosto. Progresivamente se ha incorporado a este modelo el turismo nacional, de manera que muchas playas registran una concurrencia equilibrada entre extranjeros y españoles.
 
Asimismo, va aumentando el turismo de jubilados, nacionales y extranjeros, que alternan su estancia en la costa con su residencia habitual. Aprovechan su disponibilidad de tiempo para adaptarse a las mejores ofertas y contribuyen a la ocupación hotelera en temporada baja, tan beneficiosa para la actividad del sector y para la estabilidad del empleo.

Estas circunstancias, unidas a la tendencia cada vez más manifiesta de repartir el tiempo de vacaciones en distintos períodos (primavera, verano, Navidad) y elegir diferentes modalidades de turismo, ha contribuido a fijar nuevos destinos turísticos y atenuar la estacionalidad de la demanda, que, sin embargo, todavía sigue siendo muy acusada.

De acuerdo con los caracteres de esta demanda, España dispone de una extraordinaria infraestructura turística, que es su principal apuesta frente a posibles competidores. Ésta se materializa en la existencia de más de 10.000 hoteles y hostales, plazas de camping, apartamentos y otros establecimientos, que ofrecen más de 1.100.00 plazas. Su distribución geográfica es desigual por comunidades autónomas y, dentro de éstas, por comarcas; se da una especial concentración en los espacios insulares y litorales los más demandados por el modelo turístico.

3.2.2. Clasificación de las zonas turísticas

La Administración española distingue entre zonas turísticas y puntos turísticos, diferenciados entre sí en función de la amplitud del espacio geográfico que ocupan:

  • Las zonas turísticas presentan una densidad turística más o menos homogénea. En ellos, la concentración de la oferta turística es tan amplia que sobrepasa los límites de un núcleo de población o de un término municipal, caso de la costa de Alicante, la Costa Brava, la Costa Cálida, la Costa del Sol, la Costa Valenciana, Palma-Calvià, y el sur de las islas de Gran Canaria y de Tenerife.

  • Los puntos turísticos son focos aislados, y están ligados a atractivos turísticos concretos. Unos se sitúan en la costa, como Barcelona, Puerto de la Cruz, Santander, Lloret de Mar o Marbella; y otros se localizan en el interior peninsular o insular y suelen corresponderse con ciudades históricas (Madrid, Sevilla, Zaragoza, ciudades del Camino de Santiago), estaciones invernales (Sierra Nevada, Jaca, etc.) o áreas de montaña ligadas al turismo verde (Potes, en los Picos de Europa).

En función al modelo turístico predominante, podemos definir:

  • a) En relación a las áreas turísticas de sol y playa, destacan las Islas Canarias y Baleares y la costa mediterránea. Su característica común es que se basa en el atractivo de sol y playa, se trata de un turismo estacional (salvo Canarias, Baleares, Málaga...). El papel de las Comunidades del área mediterránea en la oferta turística es evidente, ya que Baleares, Cataluña, Valencia y Andalucía suman el 67,4% del total de las plazas hoteleras de España.
  • b) En cuanto al turismo rural, la distribución espacial de los diversos tipos de alojamientos rurales muestra como principal característica su dispersión por el territorio, aunque puede destacarse su mayor número en tres tipos de áreas principalmente.

    • En primer lugar, las áreas de montaña, con paisajes naturales y culturales especialmente valorados, como ocurre en el Pirineo, la Cordillera Cantábrica, el Sistema Central…

    • En segundo lugar, las áreas rurales próximas a las grandes aglomeraciones urbanas, de donde proceden la mayoría de sus clientes, sobre todo en fines de semana, puentes y periodos breves de vacaciones. Esta situación resulta visible en las provincias que rodean a ciudades como Barcelona, Madrid, Bilbao o Sevilla.

    • En tercer lugar, también son bastante numerosos los alojamientos rurales en algunas provincias con abundante turismo de playa, donde éstos se sitúan en el interior y son una alternativa a la masificación de la costa, tal como ocurre en provincias como Málaga y Girona, o en islas como La Palma o Tenerife.

3.2.3. Factores de la distribución espacial

La distribución espacial del turismo se explica, en consecuencia, por factores económicos y territoriales. Entre ellos, destacan los siguientes: 

  • La accesibilidad y las vías de comunicación. El factor favorece el desarrollo de unas zonas, como Cataluña, mientras otras que están mal comunicadas (Cabo Gata-Níjar) pueden presentar un escaso crecimiento.

  • La cercanía a una gran ciudad. Es el caso de Barcelona, Alicante o Málaga, que han actuado en sus respectivas áreas como motor para la multiplicación de las segundas residencias o han impulsado el crecimiento de núcleos cercanos, como Lloret de Mar, Benidorm, Torremolinos o Benalmádena. 

  • La acción de los promotores inmobiliarios. Explica el crecimiento de núcleos turísticos concretos, generalmente de la costa mediterránea, como Benidorm, Salou o Torremolinos.

  • La imagen social de las ciudades. Muchas ciudades de rica tradición histórica o patrimonio cultural o natural se convierten en paso obligado de cualquier programa turístico. Es el caso de Granada, Córdoba y Sevilla, en Andalucía; Santiago de Compostela, en Galicia; Toledo, en Castilla-La Mancha, y Cáceres, Mérida y Trujillo, en Extremadura.

  • Otros factores: influencia de las grandes agencias de viajes o touroperadores, que han promocionado determinadas zonas (Ibiza, Islas Baleares, Canarias) en detrimento de otras; el cambio de mentalidad respecto a la naturaleza, que ha provocado el nacimiento de nuevas formas de turismo (rural, ecológico, de aventura, enológico), el modelo de asentamiento humano, que contrapone los alojamientos integrados en grandes núcleos de población (Torremolinos, El Arenal de Palma, Salou) a las pequeñas urbanizaciones distribuidas en el espacio (calas gerundenses, mallorquinas y menorquinas).

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