El transporte es una pieza clave en la economía de cualquier país. El funcionamiento del sistema económico requiere del desplazamiento eficiente de personas y mercancías. El resto de actividades económicas (agricultura, industria, etc.) necesitan del transporte de mercancías, ya que deben adquirir elementos de producción para llevar a cabo su actividad o situar sus productos finales en los mercados. La agricultura, por ejemplo, utiliza semillas, fertilizantes y combustibles, que son producidos en otros lugares su vez, vende su producción a empresas agroindustriales o al consumidor final en s mercados nacionales e internacionales. Además, para que la economía funcione de forma eficiente, también es necesario el transporte de viajeros. Los trabajadores realizan desplazamientos diariamente para acudir a su lugar de trabajo y los consumidores se desplazan para adquirir los productos finales en los comercios, o bien viajan por ocio.
Con la globalización, ha aumentado la importancia del transporte en la economía. El gran crecimiento que ha experimentado el comercio internacional en las últimas décadas ha supuesto un incremento del transporte a larga distancia. Además, las nuevas formas de producción suponen que los componentes de un producto se fabriquen en lugares muy diversos, allí donde es más rentable para las empresas. Después son transportados hasta una fábrica, donde son ensamblados y desde donde se distribuye el producto final a los mercados internacionales. Estas nuevas formas de producción globalizadas han provocado un desarrollo sin precedentes del sector de transporte. Otra de las razones por las que el transporte es una pieza clave en la economía, es la progresiva implantación de las prácticas just in time. Las empresas ya no almacenan grandes cantidades de los elementos de producción necesarios para su actividad, ya que ello les supone un elevado gasto por la necesidad de disponer de grandes espacios para ese fin, y exigen que estos les sean suministrados a medida que los van necesitando.
La producción se hace así cada vez más dependiente del transporte: la ruptura de la cadena de suministro (por ejemplo, por una huelga de los transportistas de la carretera) supone que en un breve período de tiempo se interrumpa la producción en las fábricas por falta de suministros (por ejemplo, en la industria del automóvil). Es la circunstancia que en estos momentos ha dificultado el funcionamiento de la globalización; la pandemia COVID-19 ha cerrado muchos centros de producción, creando así problemas de desabastecimiento y, cuando se ha superado este hecho, ha colapsado la producción de otros sectores económicos dependientes de los suministros provenientes de países asiáticos, por ejemplo; lo mismo ha ocurrido con el transporte por barco de mercancías que ha encarecido mucho su utilización.