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3. Dominios climáticos

La influencia de los factores climáticos sobre los elementos del clima en el territorio español se manifiesta en la presencia de diferentes dominios climáticos. Son tipos de climas caracterizados por unos rasgos exclusivos de temperatura y precipitaciones, y unas situaciones atmosféricas que tienden a repetirse año a año. En España podemos destacar cuatro de estos dominios.

3.1. Dominio oceánico o atlántico

El clima oceánico es el más expresivo de las latitudes medias, el clima «templado» por excelencia, y afecta a las fachadas occidentales de los continentes entre los 40° y 50°, incluso hasta los 60° de latitud. Incluye, por tanto, las tierras más septentrionales de la península Ibérica: una franja continua desde Galicia hasta Navarra, que se prolonga por el Prepirineo aragonés.

Está caracterizado por unas temperaturas moderadas, con una amplitud térmica reducida, y unas precipitaciones abundantes y repartidas regularmente a lo largo del año (con mínimos en verano). Este presenta una elevada nubosidad, una baja insolación a lo largo del año y un elevado grado de humedad relativa y ambiental, consecuencia directa del paso de las borrascas atlánticas asociadas al frente polar y la proximidad a la masa marina del Atlántico (que da nombre al dominio). La acción termorreguladora del mar justifica la templanza climática y es clave a la hora de entender las diferencias regionales en este clima.

En este dominio vamos a diferenciar dos subtipos o variedades: el clima oceánico puro y el oceánico de transición.

a) Clima oceánico puro o marítimo

Corresponde a las áreas más próximas al litoral. Incluye tanto el sector atlántico gallego (provincias de Pontevedra y A Coruña), como toda la vertiente septentrional de la Cordillera Cantábrica (desde Lugo hasta el oeste de Navarra). 

Las temperaturas son suaves a lo largo de todo el año con una temperatura media anual de 11 °C a 15 °C. Los veranos suelen ser frescos y cortos, con medias mensuales de 18 °C a 20 °C, o 22 °C como máximo. Los inviernos son relativamente suaves y templados, con medias mensuales de 6 °C a 10 °C, siendo infrecuentes las temperaturas bajo cero. En consecuencia, la amplitud térmica es reducida, generalmente entre 10 °C y 12 °C. Junto a la influencia del mar, que modera las temperaturas, el régimen térmico está condicionado por la llegada de masas de aire de procedencia oeste y noroeste y por la abundante nubosidad y el elevado contenido en vapor de agua, que mitiga los cambios térmicos. 

Las precipitaciones son abundantes y regulares, normalmente superiores a los 1.000 mm anuales, repartidas en más de 150 días al año. Suele darse un mínimo pluviométrico en verano y un máximo invernal. Las precipitaciones van incrementándose desde Galicia al País Vasco, tendencia que se acompaña de una mayor regularidad en su distribución. Estos rasgos pluviométricos son consecuencia directa de la dinámica atmosférica característica de esta región (influencia de las perturbaciones asociadas al paso del frente polar) y de la disposición del relieve de la Cordillera Cantábrica, que favorece lluvias orográficas. De hecho, en verano las precipitaciones se reducen, alternando la influencia del frente polar (que tiende a localizarse a una latitud más elevada) con un tipo de tiempo anticiclónico (causado por el anticiclón de las Azores) que provoca estabilidad atmosférica y un aumento de las temperaturas.

b) Clima oceánico de transición o de interior

Es característico de las regiones septentrionales relativamente alejadas del litoral, desde Ourense y el interior de Lugo, pasando por la vertiente meridional de la Cordillera Cantábrica (afectando a las tierras más septentrionales castellanoleonesas) hasta el interior del País Vasco, Navarra y Prepirineo aragonés y catalán.

Los contrastes térmicos, consecuencia directa de la tendencia a la continentalidad, son mayores. La amplitud térmica llega a valores de 12 °C a 15 °C; presenta unos inviernos más fríos, alrededor de 2 °C menos que en la costa, y unas máximas veraniegas más elevadas. Aquí ya no van a ser infrecuentes las heladas invernales, en particular en las tierras altas del interior. Las precipitaciones son menos abundantes que en el litoral, pues son zonas resguardadas por la pantalla orográfica cantábrica; descienden por debajo de los 1.000 mm anuales, con valores incluso próximos a los 700 mm, y el mínimo veraniego puede acentuarse y presentar uno o dos meses secos.

3.2. El dominio mediterráneo

El mediterráneo es un clima templado que se localiza, a escala mundial, en las fachadas occidentales de los continentes, entre los 30° y 40° de latitud. En España ocupa una gran extensión: comprende todas las tierras peninsulares (salvo las zonas de montaña) que se localizan al sur del área atlántica, además de Baleares, Ceuta y Melilla.

Las precipitaciones se definen por su escasez e irregularidad, con un total pluviométrico anual que varía desde 750 mm a valores inferiores a los 300 mm. Su característica esencial es la aridez estival (insuficiencia de precipitaciones durante el verano), consecuencia directa de la estabilidad generada por el anticiclón de las Azores, que afecta casi de forma continua a esta región durante el verano. En las estaciones equinocciales y el invierno, la situación anticiclónica alterna con las bajas presiones propias de las latitudes templadas, dando paso a las precipitaciones.

Las temperaturas presentan caracteres muy variados entre las zonas  más próximas al litoral, de temperaturas suaves y una amplitud térmica de 12 °C a 15 °C, y las zonas del interior, alejadas de la costa y aisladas por las murallas montañosas, donde los contrastes térmicos invierno-verano pueden llegar a ser muy acusados y la amplitud supera, en ocasiones, los 20 °C.

Las acusadas diferencias entre unas y otras regiones dentro de esta extensa zona mediterránea nos obliga a diferenciar tres variedades o subtipos: mediterráneo marítimo, mediterráneo de interior y mediterráneo árido.

a) Mediterráneo marítimo

Se localiza a lo largo de las costas orientales y meridionales de la Península, desde el norte catalán hasta la frontera con Portugal, y el archipiélago balear. Queda fuera de esta variedad la región del sureste, donde la acusada aridez obliga a diferenciar la variedad más seca de este clima.

Un rasgo general de toda la zona es la suavidad de las temperaturas invernales y los veranos calurosos y largos. Las temperaturas medias anuales no suelen descender por debajo de los 15 °C, y la amplitud térmica varía desde mínimos de 12 °C a valores de 15 °C, incluso más (próximos a los 16 °C) en las zonas más alejadas de la costa. Las temperaturas medias van aumentando de norte a sur (factor latitud), alcanzando las máximas en la costa mediterránea andaluza.

Las precipitaciones son muy irregulares. Van descendiendo en su cuantía anual y va aumentando la aridez estival en una tendencia norte-sur a lo largo del litoral mediterráneo, desde Girona al sur de Alicante; también lo hacen de oeste a este en el sur peninsular, desde Huelva a Almería. En la costa mediterránea suelen producirse a comienzos del otoño, tras un caluroso verano, un tipo de precipitaciones no frontales, de carácter tormentoso y torrencial, que pueden provocar riadas e inundaciones.


La distinta influencia de los factores geográficos y dinámicos a lo largo de esta extensa franja litoral justifica la necesidad de llevar a cabo un estudio regional más detallado en el espacio.

  • El mediterráneo catalán se extiende desde Girona al norte de Tarragona, en un área próxima a la costa, ya que la presencia de la Cordillera Costero-Catalana introduce rápidamente unos rasgos continentalizadores. Sus temperaturas, debido a su posición latitudinal, son las más bajas del litoral mediterráneo, con medias anuales en Girona de 14,3 °C, medias invernales de 7 °C (aquí no son desconocidas las heladas) y veranos menos calurosos y más cortos. Las precipitaciones anuales, de 750 mm a 600 mm, son propias de un régimen pluviométrico más húmedo, en el que la aridez estival se atenúa, reduciéndose a uno o dos meses al norte de Barcelona. En esta zona, a los rasgos propios de un clima mediterráneo se unen las influencias atlánticas, que llegan desde la cornisa cantábrica atravesando los poco más de 400 km que separan una costa de otra.
  • El mediterráneo puro se localiza en las costas levantinas y Baleares. Comprende el área litoral desde Tarragona hasta el centro de la provincia de Alicante y se extiende al archipiélago balear. Es una zona más cálida que la catalana. Los inviernos son muy templados y cortos, ya que ningún mes baja de los 10 °C de media. Los veranos son calurosos, con medias que superan los 24°, incluso los 25 °C. La cuantía anual de precipitaciones varía de norte a sur, desde los 500 mm a casi los 300 mm en la provincia de Alicante. Se distribuyen de forma irregular, con máximos equinocciales, sobre todo en época otoñal. A la influencia de las borrascas atlánticas, que llegan muy debilitadas tras haber atravesado la Península, se suman las precipitaciones convectivas y las originadas por la gota fría, característica de comienzos del otoño. La isla de Menorca tiene unas características pluviométricas exclusivas, ya que es una isla más húmeda, con precipitaciones de 600 mm.
  • El mediterráneo andaluz, con una posición tan meridional en la Península, presenta las temperaturas más elevadas de todo el litoral, con medias anuales próximas o superiores a los 18 °C, unos veranos largos y calurosos y unos inviernos muy templados (promedios superiores a 10° C). Parte del litoral mediterráneo andaluz, al que llega a calificarse de subtropical, está resguardado de las masas de aire frío por la Cordillera Penibética y se caracteriza por tener los inviernos más templados de toda la Península, lo que permite el desarrollo de cultivos tropicales que no son posibles en ninguna otra región peninsular. El golfo de Cádiz, abierto a las influencias atlánticas, destaca por sus máximos pluviométricos durante el invierno, época en que está bajo la acción de las borrascas asociadas al frente polar, pero las precipitaciones van descendiendo de oeste a este, hasta enlazar con la variedad más seca del clima mediterráneo.
  • Ceuta y Melilla presentan también un clima mediterráneo marítimo, con rasgos comunes al subtipo andaluz. Ceuta, localizada en el lado africano del estrecho de Gibraltar, más abierto a las influencias atlánticas, presenta unas precipitaciones anuales en torno a los 500 mm, que se acompañan con una acentuada sequía estival. Las temperaturas, por su posición tan meridional, son elevadas, con medias anuales de 17 °C. 

La posición más oriental de Melilla da lugar a una variedad mediterránea más seca y de carácter estepario, con precipitaciones escasas, que no suelen rebasar los 400 mm al año, y unas temperaturas algo más elevadas que en Ceuta, con medias anuales de casi 19 °C.

b) Mediterráneo continentalizado o de interior

El carácter macizo de la Península, con sus más de 1.000 km desde la costa atlántica a la costa mediterránea, impide que la influencia marina alcance el interior peninsular. Además, el interior está encerrado por una potente barrera montañosa, lo que provoca un mayor aislamiento de estas tierras.

El clima mediterráneo adquiere aquí un matiz continentalizado. Alejado de la influencia termorreguladora del mar, los contrastes térmicos son muy acusados y la amplitud rebasa los 16 °C, incluso los 20 °C. El régimen térmico es la nota más definitoria de esta variedad interior, con una elevada amplitud térmica anual, que resulta de unos inviernos más fríos y unos veranos más calurosos que en la costa. En el interior son frecuentes las heladas, y las nieblas son especialmente intensas en los valles del Duero y del Ebro durante el invierno. El régimen de precipitaciones es similar al mediterráneo marítimo, con una clara aridez estival y unas precipitaciones insuficientes, que solo aumentan en los bordes montañosos. Los máximos pluviométricos se registran en las estaciones equinocciales (entre 65 y 100 días), momento en el que las borrascas de procedencia atlántica atraviesan el interior peninsular.

Comprende prácticamente todo el interior peninsular (salvo las áreas de montaña): ambas submesetas, la depresión del Ebro y el interior de la depresión del Guadalquivir. Cada región presenta, en función de factores como el relieve, la altitud, la latitud, la proximidad al litoral..., unos caracteres propios.

  • La Submeseta Norte, en la mitad septentrional peninsular, se sitúa a una elevada altitud media y está encerrada entre relieves montañosos. Por ello, es la región con inviernos más rigurosos, fríos y largos, con frecuentes heladas desde finales de octubre a comienzos de mayo. Durante cinco o seis meses las temperaturas medias mensuales son inferiores a los 10 °C, y en diciembre y enero llegan a estar por debajo de 5 °C . El invierno es especialmente frío en las tierras más altas, donde han llegado a alcanzarse mínimas absolutas de -20 °C. Burgos, Soria y Ávila son las capitales más frías de España. Los veranos son cortos y relativamente calurosos, pues raramente se rebasan los 22 °C de media mensual, y en las zonas más al norte, como Burgos o León, no alcanzan los 20 °C.  Las precipitaciones son escasas: en muchas provincias no se superan los 450 mm; solo en zonas del norte, como León y Burgos, o Soria (a más de 1.000 m de altitud), las precipitaciones superan los 500 mm y la aridez estival se atenúa.
  • La Submeseta Sur, con un aislamiento menos acusado, una latitud más meridional y menor altitud media, se caracteriza por una mayor variedad de condiciones climáticas. El aspecto más llamativo es su verano, largo y caluroso, con medias mensuales que pueden rebasar los 25 °C. Los inviernos son menos fríos y más cortos que en la otra submeseta; no obstante, es en esta región donde se han registrado las mínimas absolutas más bajas, en Albacete y en las tierras altas de Guadalajara, donde el aire frío procedente del noreste penetra fácilmente a través del «portillo de Albacete». El factor altitudinal hace que las tierras altas de Cuenca y Guadalajara presenten unas características climáticas comunes a la submeseta septentrional.  Las precipitaciones son más modestas que en la Sub-meseta Norte y es más pronunciada la aridez estival. En la parte más occidental, en Extremadura, más abierta a las influencias atlánticas, el total pluviométrico asciende, y es el otoño y el comienzo del invierno la estación más lluviosa.
  • El interior de la depresión del Guadalquivir se caracteriza por unos veranos extremadamente calurosos y largos, con medias mensuales que llegan a superar los 26 °C y unas máximas absolutas históricas de 50 °C, contrastando con unos inviernos suaves, pero más fríos que en la costa, con medias de 8 °C a 10 °C. Las precipitaciones, similares a las extremeñas, superan los 500 mm anuales, gracias a la llegada de las perturbaciones atlánticas, que penetran fácilmente hacia el interior desde el golfo de Cádiz.
  • La depresión del Ebro, totalmente aislada por los relieves montañosos que la circundan, tiene una aridez muy acentuada. Las precipitaciones totales se reducen en algunos puntos de la cuenca, como Los Monegros, a valores inferiores a los 300 mm. El régimen térmico es similar al castellano, con una elevada amplitud en torno a los 18 °C, unos veranos cálidos con medias de 23° o 24 °C y unos inviernos fríos y soleados, similares a los manchegos; si bien en las tierras altas, como las de Teruel, los inviernos son más rigurosos.

c) Mediterráneo árido

Se localiza en la región del sureste peninsular, desde el sur de Alicante hasta Almería. Dada su posición a sotavento de las masas de aire atlánticas, acusa un elevado grado de aridez. Es la región más seca de la Península, con el total pluviométrico más bajo, inferior a los 300 mm anuales. Las precipitaciones disminuyen de norte a sur, y alcanzan los mínimos en el cabo de Gata: media anual de 120 mm. La aridez se prolonga durante nueve o más meses, y las precipitaciones, siempre irregulares, son de carácter torrencial, generalmente debidas a situaciones de gota fría. El régimen térmico manifiesta la transición entre el Levante y el litoral mediterráneo andaluz, con inviernos muy templados (ningún mes por debajo de 10 °C) y unos veranos largos y calurosos (26 °C en agosto). Esta variedad árida del clima mediterráneo también caracteriza a algunas zonas del interior: el área central del valle del Ebro, la zona oriental de Zamora y algunos enclaves de La Mancha. Las precipitaciones anuales varían de los 230 mm a algo más de 300 mm.

3.3. Dominio canario

La influencia de factores climáticos como la posición de las islas en una latitud subtropical, próximas al continente africano, junto a la especial configuración de su relieve, determinan que el clima canario sea diferente al resto de los climas de España.

  • La posición subtropical del archipiélago (latitud 28° N) explica la interacción de la dinámica atmosférica tanto tropical como de latitudes templadas. Así, durante gran parte del año el archipiélago canario se encuentra bajo la influencia del anticiclón de las Azores, los vientos alisios de componente noreste y la corriente fría de Canarias, que generan una situación de gran estabilidad atmosférica con escasas e insuficientes precipitaciones. Solo en invierno esta situación alterna con otras propias de las latitudes templadas.
  •  La proximidad al continente africano favorece la llegada de masas de aire sahariano, lo que genera, sobre todo en verano y en las islas más orientales, un tipo de tiempo seco y muy caluroso con temperaturas muy altas y calima.
  • La configuración del relieve juega un importante papel que determina la variación del clima con la altitud. Entre los 600 y los 1.200 m se forma un piso bioclimático intermedio que proporciona constante humedad y favorece el desarrollo del bosque de laurisilva. Por encima de este piso, de nuevo la humedad disminuye.

De esta manera se conforma un clima subtropical marítimo. A nivel del mar las temperaturas son altas a lo largo del año, con unas medias de 19 °C a 21 °C, que en enero rondan los 17 °C-18 °C y en agosto los 24 °C-25 °C, lo que hace que su amplitud térmica sea muy reducida, de 7 °C a 8 °C. A su vez, las precipitaciones en las zonas bajas son insuficientes y además irregulares, pudiéndose calificar este clima como estepario, con totales anuales mínimos en las islas más orientales, como Fuerteventura (91 mm), y valores algo más altos en las islas más occidentales (La Palma, 336 mm).

La altitud y la orientación introducen también grandes variaciones en la cuantía pluviométrica y la humedad. Las lluvias aumentan con la altitud y en las vertientes de las islas expuestas a barlovento, donde los vientos alisios, sobre todo en verano, favorecen la formación del mar de nubes, que proporciona agua para el crecimiento de una rica vegetación. Por el contrario, en las fachadas sur, a sotavento, el efecto foehn provoca una gran aridez que impide el desarrollo de una densa vegetación.

3.4. Dominio de montaña

La montaña introduce cambios, a veces muy significativos, en los caracteres climáticos de una zona, de manera que se crea un nuevo tipo de clima, el clima de montaña. El factor modificador más importante es la altitud, al que se suman la distinta exposición de las vertientes montañosas a los rayos solares (umbría y solana) y a los vientos (barlovento y sotavento).

 En todas las zonas de montaña se produce un descenso de las temperaturas (con medias anuales inferiores a los 10 °C) y un aumento de las precipitaciones, lluvias orográficas que caen, muchas veces, en forma de nieve. Ahora bien, de unas a otras regiones españolas, este clima «frío» se manifiesta de distintas formas, puesto que el clima de montaña no representa más que una modificación con respecto al dominante de esa región.

En el norte peninsular, el clima de montaña aparece a partir de los 1.000 m de altitud. Así, en la Cordillera Cantábrica y Pirineos (área de clima oceánico) la temperatura media anual es muy baja, de 5 °C, los veranos son frescos y muy cortos, y no hay meses secos. En el Sistema Central (interior peninsular mediterráneo), los inviernos son muy largos y fríos (pocos meses superan los 10 °C) y solo hay dos meses secos. Más al sur, en las Béticas, el clima de montaña aparece a partir de los 2.000 m, y en verano (agosto) la temperatura media supera los 15 °C.

3.5. Dominios locales

Las diferentes características orográficas introducen variaciones climáticas en áreas muy concretas. Decimos entonces que se da un clima local, o microclima si el área es muy pequeña. Un ejemplo claro es el que presenta el Parque Natural de Arribes del Duero, entre las provincias de Zamora y Salamanca. En este lugar el río Duero se encaja en el granito de las penillanuras formando unas gargantas de hasta 400 m de profundidad. De esta forma, las laderas, protegidas de los vientos y el frío de la Meseta, permiten cultivos propios de otras latitudes, como el naranjo.

 Igualmente, el ser humano es capaz de cambiar el clima de forma local dando lugar a un clima urbano. En las ciudades los grandes edificios interrumpen los vientos dominantes; la falta de vegetación, sustituida por el asfalto y el hormigón, junto al uso de calefacciones, aire acondicionado, industrias, tráfico rodado, etc., provocan un aumento de las temperaturas, que nos lleva a hablar de las «islas de calor» que se forman en las grandes ciudades. A su vez, este calor urbano genera movimientos ascendentes del aire que se traducen en un aumento de las precipitaciones. Igualmente, en las ciudades, por la abundancia de partículas contaminantes presentes en el aire, se incrementa la posibilidad de nieblas y de nubosidad.