El doctor Pedro Mato mató a su mujer
Otra calle encontramos en este sitio, llamada Alta de Santa Ana, que comunica con la Cuesta de Pedro-Mato, la mas pendiente que existe en todo Córdoba, la cual pertenece ya al barrio de la Catedral; en los padrones antiguos vemos todo este trayecto con el segundo de aquellos nombres, por cierto uno de los más justificados, recuerdo de uno de los mas lastimosos sucesos que registra la historia de esta ciudad.
En la última casa de la acera izquierda, que forma rincón y es conocida por la de la Escalerilla, por una que tiene delante para subir desde la calle á una habitación alta, moraba hacia 1575 el Dr. Pedro Pera Mato, uno de los médicos que por su ciencia y honradez han gozado de mas crédito entre los cordobeses: algunos autores lo hacen portugués, mientras otros lo creen de Córdoba, donde vivían y tenían bienes sus padres el Lic. Cristóbal Sandin y D.ª Beatriz Cano: terminada su carrera con gran aprovechamiento, se acreditó bien pronto en su profesión, logrando alcanzar una posición holgada; entonces se casó con otra D.ª Beatriz, cuyo apellido ignoramos, demostrándose ambos esposos un entrañable amor, del que eran fruto dos hermosas niñas.
Así permanecieron muchos años, hasta que uno de los Paez Castillejos que habitaban en su casa solariega de la plazuela de D. Gerónimo Paez, fijóse en la esposa del doctor, empezando á hacerle señas desde la azotea que aun se vé sobre la hermosa fachada de su morada: la que hasta entonces había demostrado una intachable conducta, fijóse también en su galanteador, é interviniendo una codiciosa criada, tomaron aquellas ilícitas relaciones una importancia causa de funestísimos desastres.
El carácter irascible de la señora le hizo cometer la imprudencia de maltratar de palabras y obras á la que era dueña de su secreto, y ésta, vengativa en estremo, reveló al Dr. Pedro Mato el horroroso engaño de que era víctima, revelación á que dio fuerza la misma esposa desleal, puesto que, apercibiéndose de ello, se puso una toca y corrió á refugiarse en un convento, donde se constituyó en clase de depositada.
Una vez dado el escándalo, no se ocupaban en Córdoba de otra cosa, por mas que en aquellos tiempos se hablaba siempre de los asuntos graves con un misterio que ahora no se conoce. Sin embargo del escándalo, tanto el Obispo Fresneda como otros muchos amigos del doctor, apoyados en la negativa de D.ª Beatriz, empezaron á disuadirlo de aquella idea, suplicándole que por el amor que tenía á las dos niñas, perdonase a aquella la ofensa y la recojiese en su casa, dando palabra de no ofenderla, temerosos como estaban, tanto por el fuerte carácter del médico, como por lo mucho en que estimaba su honra: consiguiéronlo al fin, y la señora volvió á la casa conyugal, donde empezó á hacer una vida tan recojida que ni salía á misa, puesto que ésta la oia en un oratorio que al efecto le costeó su marido.
Así continuaron varios meses, hasta que un dia, ya fuese la criada en venganza de haberla despedido, ya algunos envidiosos del buen nombre y fortuna que como médico tenía Pera Mato, ó tal vez cualquiera de esos para quienes la honra agena es un juguete, y que pensaran divertirse con aquella desgraciada familia, una noche colocaron sobre la puerta de la casa una cuerda llena de cuernos, como indicando la paciencia con que el esposo llevaba su deshonra: cuando por la mañana salió Pera Mato y se encontró con aquel insulto, quedó parado sin saber que determinación tomar: su primera intención fué vengar el ultraje en D.ª Beatriz, mas luchando al mismo tiempo con la palabra de no herirla, dada al Obispo y demás amigos intermediarios en el asunto, quitó la cuerda y siguió su camino, batallando allá en su mente con la idea de la venganza.
Creyéndose un tanto tranquilo, tornó al fin á su casa, donde al ver á su esposa, sintióse acometido de tal ira, que arrojándole á la cara la cuerda que quitó de la puerta, la agarró por los cabellos, y sin darle mas tiempo que el necesario para encomendar su alma á Dios, la ahorcó con una tohalla que encontró en aquella estancia: seguidamente recojió el dinero y alhajas que halló mas pronto, y corrió á refugiarse en el colegio de los Jesuítas, de donde lo sacó la justicia, siguiéndole rápidamente su proceso y condenándolo á muerte.
De esta sentencia apeló para ante la Chancillería de Granada, dando poder ante Gonzalo de Molina en 1574, á un farmacéutico de Córdoba llamado Luis Abarca, para que fuese á dirijir y cuidar de su defensa, siendo el resultado la conmutación de aquella pena por la de presidio en uno de los de África, de la que se cree fuese indultado por influjo del Duque de Medina Sidonia, á cuya protección se acojió, puesto que luego figuró en Sevilla con gran fama, casando á una de sus hijas, á quien dio cincuenta y cinco mil ducados de dote, además del que entregó á la otra para entrar religiosa en el convento de Santa Clara de Córdoba.
El Dr. Pedro Pera Mato escribió varias obras sobre medicina, muy apreciables, imprimiéndose una de ellas en 1576. El suceso referido fué muy ruidoso en esta ciudad, escribiéndose de él varios romances y cantares, de los que ha llegado á nosotros el siguiente:
Pedro Mato
mató á su mujer;
físolo tarde,
mas físolo bien.
RAMÍREZ DE ARELLANO Y GUTIÉRREZ, T. (2001): Paseo décimo. Barrio del Salvador y Santo Domingo de Silos, Paseos por Córdoba o sean apuntes para su historia. Tomo II, Diario Córdoba, Córdoba, págs. 134-135.