2.1. Estructura urbana

Desde su fundación en el asentamiento prerromano de Colina de los Quemados (actual parque Cruz Conde) en el III Milenio a. C.-hoy día se tiene constancia de la presencia de hábitat anterior del Calcolítico, a fines del IV milenio, en la zona de la Clínica Arruzafa, en el piedemonte- hasta la actualidad de Córdoba ha tenido un lugar preponderante en la Historia, siendo por ejemplo la capital de Al-Andalus y del Califato de Córdoba y destacando como una de las ciudades más ricas y pobladas de Europa, entre los siglos VIII y X. Fruto de la evolución histórica de la ciudad, se ha ido configurando un plano urbano bastante complejo. Para estructurar su análisis y comentario, he distinguido tres áreas: el casco antiguo, el ensanche y la periferia, que a su vez son las partes que articularán este discurso.
1. EL CASCO ANTIGUO
El casco antiguo es la parte de la ciudad urbanizada desde su origen hasta el inicio de la industrialización. Ocupa una pequeña superficie de la ciudad actual de Córdoba, pero tiene un gran valor, por el legado cultural que contiene. Empezaremos a analizar el emplazamiento y la situación de la ciudad en sus orígenes, para después describir su casco antiguo.
Atendiendo a su emplazamiento, Córdoba se situó en un altozano a orillas del Río Guadalquivir, que la atraviesa de este a oeste formando varios meandros. Al norte está delimitada por las faldas de Sierra Morena. Además más allá del río Guadalquivir se encuentran unos terrenos bajos con leves ondulaciones que forman una rica campiña.
Los romanos la conquistaron en el 206 a.C, tras la batalla de Ilipa. Se desconoce exactamente la fecha de fundación de la población romana, aunque todas las posibilidades coinciden con la estancia en Hispania del pretor Marco Claudio Marcelo (169/168 bien en 152/151 a. C). La zona estaba habitada por el pueblo íbero de los Turdetanos. Además de sus límites geográficos anteriormente mencionados, la ciudad se construyó en el trazado de la Vía Augusta (calzada de Roma a Cádiz) y fue capital de la Hispania Ulterior, de la Bética, y en época musulmana del Califato y Al-Andalus. Atendiendo al emplazamiento y situación ya mencionados, entendemos que la ciudad estaba estratégicamente dispuesta para el control de un territorio rico, junto al río y terrenos fértiles de la campiña y ricos en minerales en Sierra Morena, además de bien defendido y comunicado.

La ciudad en época romana se amuralló, siendo la muralla el vestigio más importante que nos queda de esta época, posiblemente de la segunda mitad del siglo II a. C. Se ocupó solamente la cima de la colina que todavía hoy constituye el centro de la urbe moderna: una superficie esencialmente llana, protegida por acusadas laderas, excepto en su lado norte (donde fue dispuesto con carácter defensivo un foso de gran anchura y profundidad), y por los cauces de varios arroyos. Este primer núcleo amurallado contaba con cuatro puertas orientadas a cada uno de los puntos cardinales y formaba un rectángulo en torno a lo que sería el actual centro de la ciudad. No llegaría hasta la ribera del Guadalquivir; desde sus inicios de un centro cívico y monumental (Foro de la Colonia), principal lugar de referencia para sus habitantes desde el punto de vista religioso, político, jurídico y administrativo, situado en torno a la confluencia de las actuales calles Góngora y Cruz Conde, y a unos 4 metros de profundidad con relación a la cota de suelo actual, estuvo al menos funcionando desde 113/112 a.C. (Cicerón, In Verr., 2, 4, 56). En líneas generales, su ubicación viene a coincidir con la del posterior foro augusteo, si bien de menor tamaño y atravesado en su lado oriental por el cardo máximo, conforme a un modelo de foro abierto o integrado típico de la época. Lo presidiría un templo principal y, las fuentes escritas confirman la existencia de una basílica al menos desde mediados del siglo I a. C. Finalmente, es posible que se accediera pronto al foro desde el Norte a través de un arco de triunfo, presidido por la representación de una Victoria. En la zona de la Casa Carbonell, pudo ubicarse otro edificio de culto, de inales del siglo II y principios del siglo I a. C.
Con las reformas administrativas de Augusto, Colonia Patricia Corduba, se convirtió en la capital de la provincia de la Baetica. Este hecho llevó a que la ciudad creciese y se creasen todos los servicios de una gran urbe, lo que provocó una primera ampliación urbana. Se extendieron las murallas hasta la ribera, alargando el anterior rectángulo, la Vía Augusta que pasaba por la ciudad y pasó ser la Decumanus Maximus y se construyó un gran puente sobre el Guadalquivir para el acceso a la ciudad (puente romano), que en el plano lo encontramos junto a la actual catedral. Además se realizó el acueducto -Aqua Augusta-, el alcantarillado y fuentes públicas.

La transición de la Colonia Patricia clásica a la Corduba tardoantigua fue un proceso de larga duración, con raíces a finales del siglo II (abandono del circo), pero que recibió un impulso definitivo desde mediados del siglo III en adelante, configurándose un nuevo urbanismo. Se produjo una contracción de ámbito urbano hacia los espacios intramuros, desapareciendo los barrios suburbanos; en la zona amurallada aparece un urbanismo menos cohesionado, alternándose solares ocupados con construcciones diversas y solares menos ocupados o vacíos. Al mismo tiempo, fue trasladándose el centro del poder civil y religioso hacia el sur, en las inmediaciones del puente y del río, consolidándose el primero en el siglo V, con un recinto fortificado. Estas murallas fueron reparadas, pero muchas se concentraron en esta zona de la ribera. La infraestructura viaria e hidraúlica se va ido descuidando, con la ocupación del espacio público de algunas calles, por la inutilización de dos acueductos, por el abandono de la fuentes y la amortización de cloacas. Desaparece gran cantidad de los equipamientos monumentales, como el teatro, el foro nuevo o el complejo religioso de Claudio Marcelo. Sin embargo, se construyó el complejo suburbano de Cercadilla a finales del siglo III e inicios del IV, que quizá funcionase primero como sede de las autoridades romanas y en el segundo cuarto del siglo IV pasase a ser controlado por la Iglesia cristiana. Precisamente, se iniciaron la construcción de algunas edificaciones en la zona de la Mezquita-catedral, constituyéndose un complejo episcopal de primer orden.

Con los visigodos (siglos VI-VII, sin obviar una posible presencia de contingentes bizantinos), el núcleo amurallado siguió siendo el mismo. la documentación arqueológica refleja la consolidación de un modelo urbano discontinuo y disperso donde se alternaron solares con construcciones diversas, junto a otros menos densamente ocupados, o incluso, baldíos. Aun cuando es evidente la pervivencia de la ocupación en la zona alta de la ciudad, es indudable que la urbe gravitó hacia su extremo meridional, en busca de elementos como el río, el puente y el centro de poder tardoantiguo. Se estableció un complejo político civil, donde posteriormente se instaló el alcázar andalusí. Asimismo, en el solar de la mezquita, se erigió un complejo episcopal, con varios inmuebles, como la posible iglesia, un baptisterio y el palacio episcopal. En los suburbio se establecieron varias basílicas; se mantiene el uso cultual de Cercadilla, por ejemplo; en otro sentido, se produce la reurbanización del antiguo teatro, donde se instaló un barrio de nueva planta, y la reforma de otros inmuebles aristocráticos. No hay constancia de actividades económicas intramuros y solo dedicadas al metal extramuros.Tampoco podemos olvidar la aparición en este período de una serie de aglomeraciones suburbanas en el entorno de los principales inmuebles sacros y donde pudo residir parte de la población cordobesa.

No obstante, con los musulmanes, concretamente en época califal, el núcleo amurallado se agrandó el doble, hacia el este, teniendo como límite el meandro del río. Es en este momento cuando el casco antiguo queda formado por dos partes: la Villa o antigua Medina musulmana, al oeste, y la Axerquía o barrio oriental. Con la conquista cristiana de Córdoba, en 1236 se mantienen y restauran las antiguas murallas, además de añadirse tres nuevos recintos: el Castillo de la Judería, la Huerta del Alcázar y el Alcázar Viejo.

Las murallas tenían una función claramente defensiva, sus accesos o vanos podían ser directos o en recodo, y estar protegidos por torres albarranas. También eran una demostración de fuerza e independencia política, tenían función jurídica, ya que separaba a los proscritos (extramuros), fiscal, sanitaria (época de epidemias) y ejercían de límite físico y ornamentaban la ciudad. En la actualidad se conservan lienzos de esta muralla, que integran torreones, puertas o torres albarranas, que forman parte de la morfología de la ciudad y a la vez que nos facilitan el conocimiento del pasado urbano, sirven como reclamo turístico.
En el espacio extramuros, no había orden constructivo y es un espacio dominado por huertas, dedicado a la agricultura y ganadería. En el espacio intramuros, se enmarcaba la ciudad y es el actual casco antiguo. Como vemos en el plano, el trazado de las calles es irregular, ya que estas son estrechas, intrincadas y muchas de ellas sin salida (adarves). Todo ello es fruto de la influencia musulmana. La mezquita o catedral es el elemento articulador de la zona y está junto al río.
También se pueden percibir en el plano la planta de las Iglesias que en tras la conquista cristiana eran el centro de las collaciones que componían la ciudad (catorce en Córdoba). La estructura de estas era de forma radial con la parroquia como centro, frente a la parroquia una plaza donde desembocaba la calle principal de la collación, algunos de estos nombres han quedado fosilizados en el callejero actual, como por ejemplo la calle Mayor de Santa Marina. Además, en este punto me gustaría destacar que junto a la catedral y a la muralla, otro edificio destaca por su importancia, el Alcázar de los reyes Cristianos, ordenado a construir por el rey Alfonso XI de Castilla.
En el Antiguo Régimen, el embellecimiento de las calles con la creación de plazas fue un rasgo muy característico. En este punto me gustaría destacar la Plaza de la Corredera, por su importante presencia en el mapa (al noreste de la catedral), porque es construida como una Plaza Mayor, algo que no es común en Andalucía y por su destacado papel en el ámbito comercial y lúdico en la historia de Córdoba.

Ya en el siglo XIX se producen actuaciones urbanísticas drásticas, como la demolición de las puertas y la mayor parte de la muralla, la creación de paseos y avenidas y la apertura de nuevas vías, que se completan a principios del siglo XX hasta configurar definitivamente el cinturón de rondas que rodea al casco histórico.
La trama urbana es cerrada y compacta con calles estrechas e irregulares, de herencia medieval, y con parcelas que varían de tamaño según la tipología de los edificios que las ocupan. Con respecto a los edificios, en el casco antiguo se encuentran los principales monumentos históricos y artísticos de la ciudad, a los que ya he hecho mención a lo largo de este comentario. Sí habría que destacar la renovación que han sufrido los edificios, siendo la construcción vertical un aspecto a destacar.
Con respecto al uso del suelo, a lo largo del proceso histórico podemos decir que la multitud de funciones tradicionales: defensiva, comercial, artesanal o doméstica han desembocado en la actualidad en una terciarización, siendo el casco antiguo un lugar comercial, de negocios (al norte en la Avenida Gran Capitán el CBD) o principalmente turístico.
Con respecto a los problemas actuales que afectan al casco antiguo de Córdoba, aunque se pueden hacer extensivos a muchas ciudades, destaco el deterioro físico de calles o casas, el envejecimiento y marginalidad de la población, los problemas de tráfico o la contaminación.
Para atajar los problemas el gobierno de la ciudad está llevando a cabo políticas de rehabilitación de las viviendas, las calles o los edificios históricos, así como construcción de aparcamientos o peatonalización de algunas zonas, y por supuesto, la concienciación social en la lucha contra la contaminación.
El casco antiguo conserva numerosos restos históricos de gran valor, romanos, musulmanes y cristianos (Puente romano, Mezquita de Córdoba...), y, ya en 1929 fue declara “Tesoro Artístico Nacional”. Posteriormente, en 1984, ha sido declarado “patrimonio de la Humanidad” por la Unesco. Es uno de los más extensos y mejor conservados del mundo. Presenta zonas de interés cultural y turístico, zonas depauperadas, y al norte, en torno a la Avda. del Gran Capitán, una zona del CBD.
2. EL ENSANCHE
En el anterior punto se ha hablado del casco antiguo de la ciudad de Córdoba, que se correspondería con lo fue la ciudad entre la etapa antigua, medieval y primeros dos siglos del Antiguo Régimen. Hemos visto que estaba amurallada y que tenía un espacio extramuros que no estaba muy definido urbanísticamente.

Pues bien, para hablar del ensanche de la ciudad hemos de irnos al siglo XIX, estando en el reinado los Borbones. El crecimiento urbano durante esta centuria es muy significativo, pues el número de ciudades de más de diez mil habitantes se multiplicó por algo más de cinco (de 34 a comienzos de siglo se pasa a 174, en 1890), la población urbana se cuadriplica (pasando de 1,1 millón de habitantes, el 11,1% de la población total, a comienzos del s. XIX, a 4,7 millones de 1890, el 26,8% de la población total).
Las causas de este desarrollo urbano podemos encontrarlas en la incipiente industrialización, la aparición de las primeras barriadas obreras, las nuevas zonas de residencia de la clase media burguesa, y el desarrollo de la red de ferrocarriles. Un factor de enorme interés será la nueva organización político-administrativa del Estado creada por la división provincial de Javier de Burgos en 1833: cincuenta ciudades fueron escogidas como capitales, y Córdoba fue una de ellas. El crecimiento mencionado provocó problemas de congestión y degradación de las condiciones de vida. Con todo, las desamortizaciones, particularmente de los bienes eclesiásticos, permitieron la aparición de espacios abiertos (plazas y nuevas calles), bien por la expropiación de terrenos, bien por la ruina y desaparición de antiguos conventos.
La solución a los problemas urbanos, de crecimiento e industrialización, vino dada por los ensanches, creciendo la ciudad a extramuros y derribando las murallas, que habían perdido su función militar. Estos ensanches burgueses adoptarán, normalmente, el plano regular en cuadrícula (plano ortogonal) con calles rectilíneas y más anchas que las del casco antiguo. En el momento de su creación, el ensanche tenía una trama con baja densidad, en manzanas abiertas y con presencia de algunos palacetes de burgueses y villas ajardinadas (edificación), aunque esta fisonomía va a ir cambiando con el paso de los años.

El primer ensanche de la ciudad de Córdoba se da en torno al año 1892, y fue propiciado por la llegada del tren y la necesidad de crear un espacio amplio que permitiera llegar hasta el mismo. Asimismo se respondía al deseo de la burguesía cordobesa de tener un espacio amplio y típicamente burgués, con grandes viviendas y zonas verdes. Sería la zona que limitaba con la muralla Norte, la que quedaría derruida en esta expansión. En ella las calles serían más anchas, rectilíneas y con un trazado más regular. En esta zona, en principio residencial, estaría avenidas tan importantes como la del Gran Capitán (con el bulevar) y Ronda de los Tejares. Este sería el actual CBD de la ciudad de Córdoba. Por tanto, vemos la terciarización en las funciones de esta zona urbana, en la que habría que destacar la construcción vertical en el siglo XX (sobre todo segunda mitad), donde los bloques de pisos alcanzarían las cinco o seis plantas, y la densificación de la trama.
Otro de primeros barrios de expansión de la ciudad es Ciudad Jardín (1917), al este del anterior ensanche. Su nombre viene dado porque en el primer proyecto de creación se contemplaban jardines y parques repartidos por toda la zona, aunque finalmente, debido a la necesidad de la población cordobesa, no ha tenido ningún parque hasta finales del siglo XX cuando se han abierto los Jardines de Juan Carlos I y el Bulevar de Hernán Ruiz. Los límites del barrio se encuentran en las avenidas de Medina Azahara (al norte), Gran Vía Parque (al oeste), avenida del Aeropuerto (al sur) y avenida República Argentina (al este). Es una zona de residencia de la clase trabajadora y está organizada por un plano reticular. Hay una gran cantidad de comercios y negocios que atienden las necesidades de un buen núcleo de población. En la actualidad, sus bajos alquileres y su posición central en el plano, hace que sea lugar de congregación de estudiantes e inmigrantes extranjeros.

Si me gustaría destacar en el ensanche dos zonas verdes, de primera mitad del siglo XX, una separaría los dos ensanches anteriormente mencionados, estaría en torno al lienzo oeste de la antigua muralla, y serviría de conexión (de sur a norte) entre el río y la estación de ferrocarril. Ahí están los Jardines de la Victoria. Otra zona estaría al este del primer ensanche burgués mencionado y junto al lienzo norte de la antigua muralla, son los Jardines de Colón.
De entre los problemas que podemos encontrar en las zonas descritas en este apartado podemos destacar la congestión, si bien la diferencia de precios del suelo entre el CBD y Ciudad Jardín, es muy grande. La contaminación y el excesivo tráfico, y la creciente delincuencia en las zonas de un menor precio de alquileres. No obstante, las autoridades civiles están intentando paliar estas dificultades, tal como se expuso con respecto al casco antiguo.
3. LA PERIFERIA
El desarrollo de suburbios comenzó de forma lenta en la segunda mitad del siglo XIX, ubicándose en zonas próximas a la estación de ferrocarril y a las instalaciones fabriles. También se dio la programación de una “ciudad jardín”.
A lo largo del siglo XX, la población urbana y el número de ciudades se multiplicaron, y Córdoba no fue una excepción. Desde los años cuarenta comenzó la llegada masiva de inmigrantes del mundo rural y su alojamiento en nuevas barriadas, la mayoría de ellas en la periferia urbana y otras en zonas más alejadas a lo largo de las vías de comunicación.
Los primeros modelos (años cuarenta) eran casas construidas con materiales baratos por iniciativa estatal o de entidades de beneficencia. Un ejemplo en Córdoba de esto último lo tenemos en la Barriada de Fray Albino, en la otra orilla del Guadalquivir, al sur de la ciudad, que se trata de un barrio de viviendas unifamiliares construido por la Asociación Benéfica La Sagrada Familia, fundada el 5 de febrero de 1947 por el obispo de Córdoba Albino González Menéndez-Reigada. Tenían difícil accesibilidad y escasos servicios y zonas de esparcimiento.
Pero el modelo más extendido fue el de las “parcelas” en las afueras. Los propietarios de suelo rural, al ver la demanda, y como no existía ley alguna que determinase que suelo era urbanizable y cual no, “parcelaron sus fincas” y procedieron a venderlas; en ocasiones a particulares, que se encargaron de la construcción de sus futuras viviendas, en otras ocasiones a empresas constructoras. Los resultados fueron barriadas de pequeñas viviendas unifamiliares, a veces dotadas de huerto y/o jardín, con el viario propio del territorio rural y sin las infraestructuras y servicios más básicos. Conforme la ciudad y las “parcelaciones” fueron creciendo, los ayuntamientos procedieron a la dotación de suministros básicos (agua, luz, etc.), de infraestructuras (calles, sistemas de alcantarillado…) y de servicios (escuelas…).
Los sectores sociales con menores rentas, que no podían acceder a la propiedad ni al alquiler, optaron por la autoconstrucción. Esta se desarrolló de diferentes formas, bien con parcelas en los suburbios bien con chabolas en suelos que no estaban en manos de propiedad privada. Este fenómeno chabolista tuvo un fuerte desarrollo en Córdoba fenómeno muy importante en Córdoba fue el chabolismo, debido a la falta de planificación de las autoridades locales.
Hasta 1960 no se consolidan los caracteres industriales de las ciudades españolas. A partir de entonces se produce el verdadero desarrollo urbano. Los mayores aumentos de la población urbana se registran a finales de los años sesenta y principios de los setenta, cuando alcanza su momento álgido el éxodo rural, coincidiendo con la política desarrollista practicada por el gobierno basada en la promoción de los Polos de Desarrollo, el crecimiento del turismo y el aumento de los servicios.

En 1958, se realizó en Córdoba el primer Plan General de Ordenación Urbana, que comenzó con la planificación de grandes áreas urbanas para coger a los inmigrantes del éxodo rural y absorber la autoconstrucción, un conjunto de reformas en el casco histórico, y la consolidación de un anillo ajardinado en el entorno de las antiguas murallas. El modelo que se siguió, para abaratar costes y precios, fue el de los bloques de vivienda “colmena” en las afueras. Se trataba de barriadas con una gran densidad de edificios de bastante altura, en los que se acumulaban pequeñas viviendas, construidas con materiales baratos.
El Estado inició una política activa de construcción de viviendas, pero ahora subvencionando (ventajas fiscales, suelo barato, etc.) a las empresas constructoras y a los demandantes (ayudas para pagar los interés bancarios, etc.). El modelo que se siguió, para abaratar costes y precios, fue el de los bloques de viviendas “colmena” en las afueras. Se trataba de barriadas con una gran densidad de edificios de bastante altura, en los que se acumulaban pequeñas viviendas, construidas con materiales baratos. Para abaratar el precio se utilizó en ocasiones la localización de estas barriadas a lo largo de las carreteras, en zonas alejadas de la ciudad, dando lugar a las llamadas “ciudades dormitorio”.
El crecimiento de la ciudad fue absorbiendo los suburbios y, mientras el ayuntamiento llevaba a cabo reformas en esos barrios, las empresas constructoras llevaron a cabo labores de reedificación, aprovechando la revalorización del suelo. Estas nuevas áreas urbanas de expansión se sitúan, en consecuencia, en el mapa, alrededor de las zonas que han quedado expuestas en los dos primeros epígrafes de este comentario (casco histórico y ensanches). Podemos ver como un gran círculo de bloques de viviendas, con calles distribuidas racional y rectilíneamente, rodea y conforma la Córdoba, que ha duplicado su población entre los años cuarenta del pasado siglo y la actualidad. Ejemplo de estas barriadas, que aparecen nombrados en el mapa son: Sector Sur: Fray Albino y Miraflores; en el este: Santuario, Fuensanta, Cañero, Levante y Villarrubia; al norte: Valdeolleros, San José, Huerta de la Reina, las Moreras, las Paz y el Parque Figueroa; y al oeste: Virgen de los Dolores y Miralbaida.
Los barrios mencionados tienen función residencial y dan acogida a la clase media y baja de la ciudad. La mayoría de la población es obrera de las industrias que también circundan la periferia urbana. Así más allá de la función residencial y la consiguiente terciarización de estas zonas en busca de la atención de las necesidades básicas de la población que allí habita, también está la función industrial localizada en los polígonos industriales periféricos. Ejemplos de estos últimos son Las Quemadas, el Guadalquivir o Chinales.
También me gustaría destacar que en el sector oeste de la ciudad (Poniente), se encuentran los principales hospitales de la ciudad, por lo que se desarrolla la función sanitaria, y también se localiza una importante zona universitaria, atendiendo así a desarrollar la función cultural.
Por último, la ciudad de Córdoba ha crecido también hacia el Norte hasta poblar las faldas de la Sierra. Allí encontramos las áreas del Brillante, Asomadilla y el Naranjo, que son zonas residenciales con viviendas unifamiliares y amplias zonas verdes. Las familias que poseen estas casas suelen ser de renta alta, que han querido vivir en un paraje natural, alejado de la concentración y la congestión del núcleo urbano principal, si bien poco a poco esta zona se está poblando cada vez más, cubriendo la función residencial, cultural (varios colegios privados en la zona) y sanitaria (hospitales privados). Además es una zona de interés turístico, por la cercanía de Las Ermitas, un conjunto de trece ermitas que albergaban cobijo para los eremitas a partir del siglo XVIII.
4. CÓRDOBA, A FINALES DEL SIGLO XX E INICIOS DEL XXI.
Así pues, hemos visto la evolución de la ciudad, que ha traspasado al río hacia el sur, y ha llegado hasta la sierra en el norte. Todo ello, fruto del impulso urbanístico llevado a cabo a partir de la segunda mitad del siglo XX y los primeros decenios del XXI.
Precisamente, desde los años 1980, se plantearon tres novedades:
- Se extendió el modelo “racionalista”, antes sólo empleado en la prolongación de los “ensanches”, aunque con una dotación de servicios y suelo para ocio menores.
- Se desarrolló la urbanización mediante viviendas unifamiliares, exentas, adosadas o pareadas.
- La ciudad creció de una forma “difusa”, bien en el espacio periurbano bien en las localidades próximas y/o bien comunicadas con ellas, pero dando lugar a territorios en los que los usos rurales del suelo conviven con los artificiales.

Con respecto a los problemas actuales de estas zonas podemos mencionar algunos ya destacados en otros puntos del comentario, como por ejemplo, la congestión del tráfico y la contaminación. Además también se puede hacer mención a la intensa especulación del suelo y al crecimiento de barrios, a veces sin planificación ni respeto para el patrimonio artístico y cultural. Por último, el chabolismo y la delincuencia también son problemas que conviven en el día a día de la periferia.
Recientemente se ha reformado y arreglado el casco antiguo, se ha construido un cinturón verde a lo largo de las riberas del Guadalquivir, y se han levantado nuevos puentes para evitar que el río fuese un obstáculo urbano. Actualmente es una de las ciudades más bellas y mejor conservadas.
Todos estos problemas, son combatidos por las autoridades locales que extreman las precauciones para un correcto desarrollo de las políticas urbanísticas, y que velan por la seguridad y el bienestar de todos los habitantes.