Visión decimonónica de la Plaza de las Tendillas y alrededores
Salimos á las Tendillas, plazuela que corresponde á tres barrios, que son: San Nicolás de la Villa, San Juan y Todos los Santos y el que vamos describiendo. En este sitio había en el siglo XVIII un pequeño mercado hasta con su carnicería, lo que sería conveniente si su estension lo permitiera, por afluir á aquel punto seis calles, ó sean las de Gondomar, Siete rincones [Málaga], Jesús María, Paraíso [Duque de Hornachuelos], Plata y San Alvaro: entre la primera y la segunda hubo un pequeño hospital que en un arreglo realizado en el siglo XV suprimieron, agregándolo al de la Caridad, anotado en el barrio de San Nicolás de la Ajerquía. Casi frente á la calle de Gondomar hubo hasta 1841 un retablo de mármoles de colores y verja, con un Ecce-Homo, á que tenían devoción aquellos vecinos, quienes en los dias de Semana Santa lo adornaban con luces y flores. Los Caballeros de Calatrava tuvieron su convento en todo el terreno que ocupa la Fonda Suiza, solares contiguos, calle del Paraíso y casas hasta llegar a la de los Sres. Marqueses de Valdeflores, que les tocó en el repartimiento hecho por Fernando III, junto con cuarenta ubadas en las tierras del cortijo de Casalilla, y al extinguirse aquel se convirtió en Encomienda, nombre conque ha sido conocida hasta nuestros dias la casa que forma esquina de las Tendillas á la calle del Paraíso. Esta pertenece á los barrios de San Miguel y el Salvador y es mucho mas moderna que todas las cercanas, pues, como hemos dicho, la casa de la Encomienda llegaba á la calle de Jesús María y por consiguiente no existía la del Paraiso, resultando una manzana muy grande que obligaba a dar un rodeo para venir á las Tendillas por la de Diego León ó la de Juan de Mena: la Ciudad se hizo cargo de este defecto y proyectando abrir comunicación, acudió al Comendador de Calatrava D. Pedro Fernandez de Córdoba, habitante en el castillo de Montemayor, ajustando con él darle trescientos cinco ducados por el terreno que ocupara la nueva calle, que tendría lo menos cinco varas de ancha, para lo que se hizo escritura ante Rodrigo de Molina á 16 de Junio de 1561, que original se conserva en el archivo del Ayuntamiento, y como quiera que su estremo daba al barrio de San Miguel, la asignaron al mismo.
En dicha calle existe la magnífica Fonda Suiza, edificada por los Sres. Puzzini, naturales de dicha nación; es una de las mejores de España, con muchas, cómodas y elegantes habitaciones, amplias galerías, preciosas escaleras y todas las demás oficinas necesarias á esa clase de establecimientos, por lo que se han hospedado y se hospedan en ella cuantas personas notables vienen á Córdoba y no lo hacen en casas particulares. En su edificación se aprovecharon los materiales procedentes del derribo de la casa antigua y á ellos pertenecen las columnas del patio principal, en cuyos capiteles se ven unas inscripciones árabes, que según el Sr. Gallangos, dicen: En el nombre de Alá: la bendición de parte de Alá sea sobre el príncipe de los creyentes: alargue Alá su permanencia en la tierra. Abde-Rahman ben Mohammad. Esto es de lo que mandó labrar por manos de Xenif su page, hizo esto Fatah el marmolista.
En el estremo, ó sea hacia la esquina de la calle de Diego León donde termina el barrio, había una calleja sin salida que avanzaba hasta la puerta de la casa número 5, que estaba donde ahora la ventana cerca de la cochera. Mientras los Sres. Puzzini edificaron la actual fonda, la tuvieron en la espresada casa, y en ella se hospedó en 22 de Noviembre de 1861 el embajador extraordinario y hermano del Emperador de Marruecos Muley-el-Abbas, con todo su acompañamiento, costeando la Diputación provincial los gastos del hospedaje. Esto fué en Córdoba un verdadero acontecimiento; el Ayuntamiento, no solo lo recibió con gran pompa, sino que se le dedicaron varios festejos, como iluminaciones, músicas y funciones en la Plaza de toros y Teatro Principal, á las que asistieron, llamándoles la atención mas que todo los bailes nacionales, que rogaron se repitieran dos ó tres veces: permanecieron en Córdoba tres días, en los que visitaron la Catedral y otros edificios públicos, marchando de aquí á Sevilla, en estremo complacidos de la buena acojida que les habían dispensado los cordobeses, quiénes una vez mas probaron lo generosos que saben ser con el vencido, pues tanto entusiasmo como demostraron cuando sabían los triunfos de nuestro ejército en África, se convirtió en obsequíos para el que vencido venía á reiterar su sumisión á la siempre grande y heroica nación española.
RAMÍREZ DE ARELLANO, T. (2017): Paseo noveno. Barrio de San Miguel, Paseos por Córdoba, 1873-1877, ed. anotada de la Red Municipal de Bibliotecas de Córdoba.