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1.3. Balance de la integración española

1.3.1. Consecuencias políticas

COSTHANZO

España es hoy un país democrático y un país europeo. Esta afirmación que sacada de contexto puede carecer de importancia, resulta fundamental si la contextualizamos dentro la historia contemporánea de España. España parece, así, haber resuelto el problema de su gobernabilidad y el de su identidad como nación encontrando su papel en el ámbito internacional. A raíz de la crisis del 1898, España y la definitiva pérdida de su imperio colonial, España buscaba una nueva identidad colectiva; había perdido las colonias americanas y asiáticas, se había producido el gran desastre de la derrota contra EEUU por el atraso político, económico y social. España había perdido el tren de la modernización de los países de su entorno. El problema eran sus estructuras atrasadas, antiguas, obsoletas...; la solución la modernización, la solución Europa. Joaquín Costa y Ortega y Gasset fundamentaron estas tesis. En palabras de Ortega y Gasset "España era el problema y Europa la solución". Tras un siglo de historia marcado por la tragedia de la guerra civil, con el restablecimiento de la democracia a partir de 1975 y con la entrada en Europa en 1986, España parecía haber encontrado la solución.

Unión Europea. Felipe González, Presidente de gobierno español; Fernando Morán, ministro de Exteriores; y Manuel Marín, secretario de Estado, participaron en la firma del Tratado de Adhesión de España el 12 de junio de 1985 en Madrid ©

La entrada de España en la Europa Comunitaria no fue la panacea a los muchos problemas de España. Muy pronto se tuvo que llevar a cabo una intensa reconversión industrial para que nuestros productos fueran competitivos en Europa. Ello provocó paro y la protesta de los sindicatos. El problema del sector pesquero también se agravó con una obligada reconversión de la flota y las negociaciones fallidas con Marruecos. El sector lácteo ha salido muy perjudicado por la cuota lechera y los campesinos atacaron a nuestros camiones sistemáticamente. A pesar de todo, el balance parece positivo a la mayoría de los grupos políticos y no se cuestiona, con la excepción de algunos grupos de izquierda.

Desde 1991, año que se firmó el Tratado de Maastricht, el gran reto y obsesión de las clases dirigentes españolas era lograr la convergencia con Europa, es decir, cumplir los criterios de inflación, tasas de interés, deuda pública y gasto del Estado acordado en Maastricht. España cumplió los criterios y entro en mayo de 1998 en la Unión Monetaria Europea y adoptó el euro como moneda común. Esto no fue sólo una operación económica necesaria y positiva. Las autoridades españolas lo entendieron como una victoria histórica: España había cogido por fin el tren de la integración europea y había hecho de la alianza con Francia y Alemania el eje de su política exterior. Posición que había costado mucho esfuerzo conseguir y que tenía un gran significado histórico.

Los cuatro líderes (de izquierda a derecha, Barroso, Blair, Bush y Aznar), reunidos en la Cumbre de las Azores, 16 de marzo de 2003

Recordemos la crisis del 98 y el problema de España, junto a la frase ortegiana. En el 2003, con motivo de la Guerra de Irak, el gobierno de Aznar rompe con ese eje y se alinea con EEUU e Inglaterra. Las consecuencias de esta decisión tuvieron repercusión en los atentados de Madrid de 11 de marzo 2004, con 192 muertos, y un cambio de gobierno inmediato, que volvió al eje europeo. Posteriormente, La dura incidencia de la crisis de 2008 en España ha mermado su prestigio y su capacidad de influencia en Europa. Por eso, su próximo reto ha consistido en recuperarlos, generando ideas propias y presentándose en las cumbres bilaterales con propuestas concretas sobre las políticas comunes, aspecto que se está visualizando en el contexto de la pandemia y de la guerra de Ucrania, tras la invasión rusa.

Del mismo, modo, se visualiza este tendencia en la propia participación española en las instituciones europeas. La última reforma de las instituciones comunitarias había restado cuota de poder a España, que había reducido su número de parlamentarios y de votos en el Consejo de la Unión Europea. Esta situación se ha tratado de compensarse con la ocupación de altos cargos europeos por personalidades españolas.

Por último, su superficie y población colocan a España como el segundo comunitario más extenso, después de Francia, y el cuarto más poblado, tras Alemania, Francia e Italia. A su vez, la localización geográfica de España, en el extremo suroeste del continente europeo, es claramente periférica respecto al espacio central comunitario y se ha acentuado desde el ingreso de nuevos países en el centro-este de Europa. Pero, en el contexto mundial, su situación geoestratégica en una encrucijada de mares y continentes, favorece su papel de mediación entre la UE y los ámbitos atlántico y mediterráneo. Para Europa, la integración española favoreció sus relaciones exteriores con América Latina y colaboró a la seguridad y defensa de Europa. En política internacional, el reto consiste en orientar las relaciones europeas hacia cuestiones que favorezcan a España; por ejemplo, la firma de acuerdos pesqueros con países norteafricanos. 

1.3.2. Consecuencias económicas

Javier Sevillano

España recibió cuantiosas ayudas económicas europeas para mejoras estructurales, que han favorecido una progresiva convergencia con la media comunitaria. Esta mejoría también ha beneficiado a sus socios europeos en forma de incremento de las exportaciones y de las inversiones. España ha recibido entre 1986 y 2022, unos 411.252 millones de euros; ha aportado unos 290.258; y ha obtenido un saldo positivo de 120.993.

Hay que constatar varios datos; en 1995 España aportó al presupuesto más o menos la mitad de lo que recibió de la Unión Europea. Este saldo positivo provenía de los fondos estructurales y de los fondos de cohesión. Este beneficio neto del que ha disfrutado nuestro país se ha reducido a principios del nuevo siglo y ha mantenido la tendencia, debido a varios factores; el aumento de la riqueza española, la entrada de los países del este, más pobres, y que nos restan aportaciones de los fondos de cohesión, lo cual se hizo realidad a partir de 2014, ya "Agenda 2.000" que suprimió los fondos de cohesión para todas aquellas regiones que se sitúen por encima del 75% de la media europea. De hecho, España estuvo a punto de ser país contribuyente neto en 2009, con 33 millones a su favor, pero la crisis económica de ese momento ocasionó un saldo favorable entre 2010 y 2013, pero una caída de las exportaciones de la UE y una subida de lo aportado por España se tradujo en que España se convertía en un contribuyente neto; esta circunstancia se produjo nuevamente entre 2016 y 2020, circunstancia no reproducida entre 2021 y 2022.

En el momento de su ingreso, España presentaba un notable retraso respecto a los países comunitarios en PIB per cápita y competitividad. En estas circunstancias, la adhesión a la Europa comunitaria tuvo consecuencias positivas y negativas. Puso fin a décadas de aislamiento y de evolución económica divergente y permitió a España acceder a un amplio mercado único. Por su parte, Europa incrementó sus posibilidades de mercado y de inversión. También obligó a España a realizar un gran esfuerzo para incrementar su modernización y competitividad. España es un país referente en sectores esenciales como el energético, infraestructura o turismo, se ha cambiado de la peseta al euro y los datos macro y microeconómicos presentan un país evolucionado, desarrollado y en alza.

Epdata

Estos son algunos de los datos que indican la evolución económica española en las últimas cuatro décadas aproximadamente:

  • La esperanza de vida ha pasado de los 76,4 años en 1985 a los 83,3 en 2021, frente a los 80'1 en la Unión Europea, con una leve caída ocasionada por la pandemia.

  • El producto interior bruto de España se ha multiplicado por así en 5,5 (en precios de mercado) pasando de 243.382 millones de euros de 1986 a los 1,07 billones previstos para el cierre de 2015, y 1.328.922 millones en 2022.

  • España supera la media de personas (25-64 años) con educación superior con un índice del 40,7%, frente al 33,4% en la  UE

  • España entró en la UE con un PIB equivalente al 72% de la media de la UE y en el 2014 era del 94%, tras haber alcanzado en 2007 antes de la crisis el 103%. Con todo, la convergencia en renta con el resto de Europa también se desploma, como consecuencia de la pandemia y la guerra de Ucrania; si España estaba en 2018 en el 91,2% de la renta nacional bruta por habitante media de la UE, en 2021 hemos pasado al 83,4%, todo un récord en apenas tres años. No obstante, se observa un crecimiento respecto a la primera fecha considerada.
  • DatosMacro

    En 1986, el PIB per cápita apenas alcanzaba al cambio de hoy los 6.299 euros; en 2015 cierra superando los 23.230 euros; 27.870 en 2022, ocupando el puesto 36 de 196 países.

  • Desde 1985 España ha multiplicado por 8 su volumen de exportaciones totales, y ha multiplicado por 7 su volumen de importaciones dentro y fuera de la UE. Actualmente España destina el 64% de sus exportaciones a la UE y el 57% de los productos y servicios que importa también provienen de otros estados miembro.

  • Epdata

    En 1985, España invertía el 0,57% del PIB en Investigación y Desarrollo; en 2021 el gasto en  I+D ascendió a 17.249 millones de euros, representando el 1,43% del Producto Interior Bruto,

  • Ya hemos indicado anteriormente, el monto de las ayudas y las aportaciones española en la Unión Europea, exceptuando el marco económico entre 2021-2027, mediante el Fondo de Desarrollo Regional (FEDER) y el Fondo Social Europeo (FSE), la UE ha invertido en España 150.000 millones de euros desde su entrada en la UE: 118.000 millones de euros entre 1986 y 2006;  35.000 millones de euros entre 2007 y 2013 y 28.600 millones de euros asignados para el periodo 2014-2020.

  • Entre 1995 y 2004 la política de cohesión cofinanció más de 1.200 km de carreteras y autopistas. España ha pasado de tener 4,18 kilómetros de autopistas por cada 1.000 kilómetros cuadrados en 1985 a 19,25 kilómetros en 2002.

  • En 1987 participaron en el programa Erasmus 95 estudiantes españoles. En el curso 2012-2013, 39.249. España ocupaba el segundo lugar el curso 2018-2019, con 44.052 movilidades, por detrás de Francia, con 49.066; se situaba en tercera posición como país emisor de estudiantes, con 40.949, por detrás de Alemania, con 44.682, y Francia, con 41.928 y muy por delante del resto de países del Programa (Italia, Reino Unido, Turquía, Países Bajos, Polonia…) en el curso 2019-2020.

En definitiva, la posición económica de España en la UE es intermedia entre los países más avanzados de Europa noroccidental y los menos adelantados de Europa central y oriental.

Datos socioeconómicos de la Zona Euro
DatosMacro

Respecto a los países más adelantados, el PIB de España es el cuarto de la Unión Europea, tras el Brexit. Y el PIB per cápita creció hasta superar la media europea en 2007 gracias a los fondos recibidos; el periodo de prosperidad económica 1995-2007; y a la entrada de nuevos socios desde 2004 con nivel más bajo. Pero su productividad y competitividad eran inferiores a los países más avanzados, por su especialización en sectores de baja cualificación o especulativos como el inmobiliario; por su retraso en el I+D+i y tecnología; y por su nivel de formación más bajo. Todo ello hace a la economía española especialmente vulnerable en momentos de crisis, como la ocurrida en 2008, que volvió a situar a España por debajo de la media europea.

Respecto a los países menos adelantados, los productos industriales españoles de tecnología media y baja sufren la competencia de los precios más baratos de estos países u de su mayor proximidad geográfica al centro de la Unión, que aumenta el riesgo de deslocalización y de sustitución de las exportaciones españolas. Además, estos países atraen nuevas inversiones comunitarias en perjuicio de España y han sido los principales receptores de los fondos de cohesión territorial en el periodo 2014-2020.

El reto socioeconómico principal de España es recuperar el crecimiento y el empleo. Con este fin, la UE ha recomendado a España un nuevo modelo de crecimiento, basado en las prioridades de la Estrategia Europa 2020: un crecimiento inteligente aumentando en gasto en I+D+i; un crecimiento sostenible más verde y competitivo, basado en el uso racional de los recursos y en el apoyo a las pymes; y un crecimiento integrador con alto nivel de empleo y de cohesión mediante la reducción del abandono escolar y el aumento de los estudios superiores y mediante la lucha contra la pobreza y la exclusión social.

1.3.3. Otras consecuencias

elEconomista.es

En el terreno social, la incorporación a Europa colaboró a la modernización social de España con un notable aumento de las prestaciones sociales y la universalización de la sanidad y la educación, beneficiándose de los Fondos de Cohesión (FEDER, FEOGA, IFOP, FSE), que actuando en distintos sectores han ayudado al desarrollo y modernización de la sociedad española. Igualmente, las migraciones y el turismo han potenciado la presencia española en Europa. No obstante, respecto a los países europeos más adelantados, la situación de España es desfavorable en cuanto a la tasas de paro, que se disparó a raíz de la crisis económica de la Gran Recesión de 2008-2011, o la pandemia de la COVID-19, aunque en estos momentos se está recuperando a buen ritmo; y en bienestar social, que se ha reducido por el mismo motivo. Para el periodo 2020-2027 se ha propuesto un incremento del 5% de estos fondos para España.

En el terreno cultural, la integración española favoreció los intercambios culturales y científicos, que se ha visto respaldado por las ayudas a la investigación (Horizonte 2020), y la movilidad de las personas para viajar, hacer turismo, y estudiar, como pudieran ser los programas Erasmus en niveles educativos de secundaria o universitario.

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